SAN PABLO El conocimiento de Dios |
Porque todo cuanto se puede conocer acerca de Dios
está patente ante ellos: Dios mismo se lo dio a conocer, ya que sus atributos
invisibles –su poder eterno y su divinidad– se
hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por
medio de sus obras. Por lo tanto, aquellos no tienen ninguna excusa: en
efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias
como corresponde. Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y
su mente insensata quedó en la oscuridad. Haciendo alarde de sabios se
convirtieron en necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por
imágenes que representan a hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y
reptiles. La corrupción y el castigo de los paganos Por eso, dejándolos abandonados a los deseos de su
corazón, Dios los entregó a una impureza que deshonraba sus propios cuerpos, ya
que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a
las criaturas en lugar del Creador, que es bendito eternamente. Amén. Por eso, Dios los entregó también a pasiones
vergonzosas: sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras
contrarias a la naturaleza. Del mismo modo, los hombres, dejando la relación
natural con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros, teniendo
relaciones deshonestas entre ellos y recibiendo en sí mismos la retribución
merecida por su extravío. Y como no se preocuparon por reconocer a Dios, él
los entregó a su mente depravada para que hicieran lo que no se debe. Están
llenos de toda clase de injusticia, iniquidad, ambición y maldad; colmados de
envidia, crímenes, peleas, engaños, depravación, difamaciones. Son detractores, enemigos de Dios, insolentes,
arrogantes, vanidosos, hábiles para el mal, rebeldes con sus padres, insensatos,
desleales, insensibles, despiadados. Y a pesar de que conocen el decreto de
Dios, que declara dignos de muerte a los que hacen estas cosas, no sólo las
practican, sino que también aprueban a los que las hacen.: Rom. 1:19-32 |
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |