SAN PABLO Las cualidades y
los deberes de los servidores de Dios |
Obispo: Es muy cierta esta afirmación: "El que
aspira a presidir la comunidad, desea ejercer una noble función". Por
eso, el que preside debe ser un hombre irreprochable, que se haya casado una
sola vez, sobrio, equilibrado, ordenado, hospitalario y apto para la
enseñanza. Que no sea afecto a la
bebida ni pendenciero, sino indulgente, enemigo de las querellas y desinteresado.
Que sepa gobernar su propia casa y mantener a sus hijos en la obediencia con
toda dignidad. Porque si no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar Presbítero: Te he dejado en Creta, para que
terminaras de organizarlo todo y establecieras presbíteros en cada ciudad de
acuerdo con mis instrucciones. Todos ellos deben ser irreprochables, no
haberse casado sino una sola vez y tener hijos creyentes, a los que no se
pueda acusar de mala conducta o rebeldía. Porque el que preside la comunidad,
en su calidad de administrador de Dios, tiene que ser irreprochable. No debe
ser arrogante, ni colérico, ni bebedor, ni pendenciero, ni ávido de ganancias
deshonestas, sino hospitalario, amigo de hacer el bien, moderado, justo,
piadoso, dueño de sí. También debe estar firmemente adherido a la enseñanza
cierta, la que está conforme a la norma de la fe, para ser capaz de exhortar
en la sana doctrina y refutar a los que la contradicen. (Tit.
1:5-9) Diácono: De la misma manera, los diáconos deben ser
hombres respetables, de una sola palabra, moderados en el uso del vino y
enemigos de ganancias deshonestas. Que conserven el misterio de la fe con una
conciencia pura. Primero se los pondrá a prueba, y luego, si no hay nada que
reprocharles, se los admitirá al diaconado. Que las mujeres sean igualmente
dignas, discretas para hablar de los demás, sobrias y fieles en todo. Los
diáconos deberán ser hombres casados una sola vez, que gobiernen bien a sus
hijos y su propia casa. Los que desempeñan bien su ministerio se hacen
merecedores de honra y alcanzan una gran firmeza en la fe de Jesucristo. (1 Tim. 3:8-13) |
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |