|
SOLEMNIDAD
DEL SAGRADO CORAZON DE JESÚS UN CORAZÓN
TRASPASADO 1 de julio
de 2011 1. Deuteronomio significa
erróneamente Segunda Ley, pero en realidad, es el libro que recoge compilados
los últimos discursos de Moisés antes de despedirse de su pueblo, viendo
cercana la muerte. Viene a ser como la última actividad de Moisés, realizada,
en las desiertas estepas de Moab, desde donde veía la tierra prometida
a la que sabía que no tenía que entrar. El gran luchador por la tierra, sólo
podrá verla con sus ojos, pro no entrará en ella,
ni la poseerá. ¡Les ha pasado a tantos!... La estructura del Deuteronomio
está formada por las últimas palabras, exhortaciones y advertencias de Moisés
al pueblo que ha dirigido cuarenta años y con el que ha pasado de todo:
Dolores y glorias. Críticas, fracasos y desconcierto. Pero, sobre todo,
esperanza. Como cualquier jefe espiritual que ama a su pueblo con fuerza y
desea enderezar sus caminos, ha tenido que llorar sus extravíos, su furia, su
crítica y su maledicencia. Este libro viene pues a ser como el colofón que
culmina la obra de Moisés, pero debe ser leído como fruto y condensación de
un devenir que sobrepasa su obra, en la que los mejores de sus teólogos y
sabios han reflexionado y dado testimonio de la madurez de un pueblo, lo que
lo constituye en la predicación de un mensaje para su futuro. San Padre Pedro
Poveda, que eligió para dirigir la Institución Teresiana, en tiempos aciagos,
a Josefa Segovia, trazó un retrato muy elogioso de su persona, pero opino
que, como buen pedagogo que era, aunque destacó las virtudes de la Primera
Directora, lo que pretendió es dejar a las futuras teresianas, el espejo y el
modelo en que debían mirarse. Algo semejante ocurre con el Deuteronomio.
Moisés ha querido dejar un espejo donde ha de mirarse el pueblo del Señor. 2. ?El Señor
se enamoró de vosotros, por puro amor de él? Deuteronomio 7,6. Ni eran los
más poderosos ni los más numerosos de la tierra conocida. No tenían ningún
motivo que alegar para probar la predilección de Dios y su elección. Dios ama
porque ama. Dios crea el amor. Porque sabe que puede romper el cántaro,
reconstruirlo, embellecerlo. Dios es como un maestro que tiene sabiduría de
sobra para enseñar a su pueblo y suplir sus ignorancias y elevarle de nivel
de sabiduría, hasta por ósmosis, por la acción del Espíritu Santo. Dios por
Jesús, amó a su pueblo, ¿no lloró antes de morir, a la vista del Templo de
Jerusalén, símbolo de su identidad? (Lc 19,41). Principalmente lloraba por su
ciudad, pero también por todos los pueblos de la tierra, a quienes tenía que
alcanzar la Redención. 3. Pero a la vez que les
manifiesta esta declaración de amor, eleva con ella al pueblo. Sí, ya se que
el pueblo zafio y primitivo no va a apreciar esa elección y se va a
prostituir con otros ídolos, pero al menos, alguien comprenderá y será agradecido.
Diez justos pudieron salvar a Sodoma. Y desde luego, para todos es un
estímulo saber que Dios le ha preferido, le ha amado, le sigue amando. Esa
fidelidad seguramente le llenará más y le reconducirá a Dios, más que la
recriminación y el castigo. 4. Y para que entre por los ojos
de sus hijos, Dios actúa como cualquier muchacho enamorado. En los jardines y
en los árboles más gruesos, hemos visto cientos de veces dos iniciales dentro
de un corazón roto por una flecha. ¿Quién puede medir la tensión apasionada
con que fueron taladrados aquel corazón y aquellas iniciales y aquella
flecha? Allí se encerraba toda una vida, toda una ilusión, todo un
enamoramiento, que después de haber sido dicho y manifestado con ardientes
palabras, no se ha saciado y lo graba, lo esculpe, lo deja allí a la vista de
todo el mundo. El muchacho o la muchacha han escrito allí con sangre su amor.
5. Cuando el mundo se había
enfriado, Dios llamó a una mujer visitandina en Paray-le-Monial y le enseñó un corazón, como aquel del árbol, pero
éste vivo, y con una llaga ancha y profunda, chorreando sangre y coronado de
espinas y en el Terminal de la aorta una hoguera llameante. Y a la vista de
ese corazón salido de su pecho, le dijo estas palabras: ?Mira el corazón que
tanto ha amado a los hombres y que a cambio sólo recibe de ellos, ofensas,
injurias y pecados. ¿Quieres consolarlo tú??. Estas
fueron las palabras del Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque. El Vicario de Cristo encargó a la Compañía de
Jesús con el Padre Claudio de La Colombiere,
director espiritual de la Santa, predicar y extender la devoción al Sagrado
Corazón. 6. ?Cargad
con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón? Mateo
11,25. Como los semitas, sitúa Jesús la fuente de la vida emotiva, afectiva y
sentimental en el corazón. Y en el suyo vive la mansedumbre, contraria a la
cólera y al frenesí y a la aspereza. Ha querido describir una antítesis entre
la persona y actitud de los jefes religiosos de Israel y la suya propia, tan
humana y humilde y misericordiosa. Vive también la humildad, contraria
igualmente al modo de proceder altanero y soberbio de los fariseos que, se
las sabían todas, y que juzgaban al pueblo, no ya como un menor de edad, sino
como unos malditos: ?Esos malditos que no conocen la ley?
(Jn 7,49). Y su magisterio estaba lleno de soberbia, y no buscaba otra cosa
que ?la vanagloria de su sabiduría unos de otros?
(Jn 5,44); de donde nacía el despotismo y las palabras ásperas e iracundas
con que trataban a las gentes que no admitían sus mandatos y que iban por
otros caminos, como Jesús, a quien odiaban porque no se sometía a sus
interpretaciones y a su visión religiosa, que ellos creían infalible. Junto a
este defectos pecaban de pormenizadores y
minuciosos, quisquillosos. ?Que no es nada
quisquilloso mi Dios?, decía la Santa de Ávila. ?Colaban el mosquito y se
tragaban el camello?. Era un contrasentido su
magisterio: ?Están sentados en la cátedra de Moisés, pero no hagáis lo que
ellos hacen? (Mt 23,3). Una cosa es predicar y otra
dar trigo. Orgullosos y autosatisfechos de su ciencia, su rabinismo secaba el
alma, quedaba en obras exteriores, era incapaz de entusiasmar. La ciencia
hincha sin humildad: Pietas sine scientia, inutilem facit, sciencia sine pietate, supebum facit.. Por el contrario,
aceptando el yugo del Señor, se hace ligera la carga y suave el yugo, porque
el evangelio, promovido por el Espíritu Santo, es descanso del alma. Lo duro
se ablanda, lo tieso se enternece, el amor todo lo allana. ?Donde se ama, no
se trabaja y si se trabaja, se ama el trabajo?. El
Espíritu de Jesús y del Padre lava lo que está manchado, pone paz donde hay
guerra, hace humilde al soberbio, en fin llena a la persona del Espíritu de
Cristo. Hay personas que piensan ser de Cristo, pero no tienen sus
sentimientos de reconciliación y misericordia, amor y dulzura, paciencia y
magnanimidad, rechazan cualquier corrección y guardan resentimientos contra
los encargados de enderezarles por el camino de la virtud, dándose de
espirituales. A los tales, les dice San Pablo: ?El que no tiene el Espíritu
de Cristo no es de él? (Rm 8,9). 7. Creo que es oportuno que nos
preguntemos, si nuestra práctica religiosa, no ha decaído en el rabinismo,
porque entonces tendríamos la explicación de la esterilidad de la comunidad
cristiana, sobre todo, en cuanto a vocaciones de consagrados. Me da la
impresión de que se ha hecho una religión tan Light, que ha perdido su
mordiente y atractivo. Se ha relegado al Espíritu Santo a la sombra. No se
hace oración y cuando no se ora el Espíritu Santo se ausenta, dijo el teólogo
protestante Oscar Cullman. La doctrina del Concilio
y las Encíclicas de los Papas, sobre todo de Juan Pablo II, yacen empolvadas
en los archivos y la doctrina primorosa, se predica en muy limitados círculos
eclesiales. La delicadeza del amor de Cristo, la herida de su costado, las
filigranas del amor, están de modas y a todo lo que se aspira es a tener un
neófito más: ?¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que recorréis mares y tierras para hacer un prosélito y, cuando
llega a serlo, lo hacéis hijo de la gehena dos veces más que vosotros? (Mt
23,15). Dejan el mundo y en el monasterio se encuentran con mil mundos,
demonios y carnes?, escribe Santa Teresa. 8. No podía ser de otra manera.
Si Dios es amor, y Jesús es la encarnación del amor movido por el Espíritu
Santo, que es el Amor personal de ambos, que los textos de la liturgia del
Corazón de Jesús, no respirasen amor que dilata el corazón, y nos ambienta en
el Espíritu y en su Ley de amor, que es la única que nos engrandece, y no las
vanidades y los títulos. La dureza no cabe en el amor de Cristo, ni el
espíritu de revancha, ni la llamada ?placer de dioses?,
la venganza, la represalia, el desamor, la envidia, el odio, y el espíritu de
carne del amor propio y del resentimiento. Claro que hay que luchar porque en
nuestro interior hay dos fuerzas antagónicas que guerrean: la de la carne y
la del Espíritu, como señala San Pablo: ?La carne lucha contra el espíritu, y
el espíritu contra la carne...Y las obras de la carne son manifiestas:
fornicación, impureza, lujuria, idolatría, hechicería, enemistades, disputas,
celos, iras, disensiones, divisiones, herejías, envidias, homicidios, embriagueces y otras cosas semejantes?
(Gal 5,17). 7. También la 1ª carta de San Juan,
que tras la afirmación maravillosa de ?Dios es amor?,
manifestado en el envío a la cruz a su Hijo, y que el que ama es de Dios, y
el que no ama, no ha conocido a Dios deduce de ese principio fundamental que
nos debemos amar unos a otros. Cuando San Pablo le advierte a su discípulo
Timoteo: ?No impongas a nadie las manos sin la debida consideración, para no
hacerte partícipe de los pecados ajenos? (1 Tim
5,23), se refería a que la predicación de la palabra y el gobierno de las
almas necesita madurez, más que años, de experiencia de Cristo y de su amor,
y larga labor y asidua del Espíritu Santo. En consonancia con estas
experiencias, el P. Garrigou Lagrange aporta este
refrán: ?Los novicios, parecen santos, y no lo son. Los padres jóvenes, ni lo
parecen, ni lo son?. Refiriéndose a la visión plena
del misterio de Cristo y a la maduración bajo la acción de su Dones y la
donación de sus frutos. Y termina San Pablo diciendo en otro lugar: ?Que no
sea neófito, no sea que dominado por el orgullo venga a caer en la
condenación del diablo? (1 Tim 3,5). ¡Cuántos se
habrán apartado de la Iglesia por la poca preparación y madurez de los
cristianos! ¡Y cuántos no han dado todo el rendimiento a la comunidad
eclesial por la escasa humildad de los que se colocaron en primera línea,
cuando debieron quedarse en la penumbra de la oración de principiantes, y se
colocaron como Nicodemo como maestros de Israel, sirviendo sólo como herreros
o desbastadores y se metieron a tallistas sin tener preparación ni
experiencia para ello, como dice San Juan de la Cruz en su Llama de amor
viva!! 8. Del Dios poderoso del Sinaí
al Dios débil y humillado de la Cruz. Pero he ahí que el Dios que los judíos
nunca pudieron comprender que tuviera un Hijo, Jesús, se convierte en un Dios
débil y humillado, anonadado. Vendido por Judas, negado por Pedro, juzgado
por el Sanedrín, por Herodes y Pilato, preferido por los judíos a Barrabás,
un bandido, abofeteado, azotado, escupido por los soldados, coronado de
espinas, abochornado y burlado con un manto escarnio de púrpura, mofado como
rey de burla, pedido para ser crucificado. Condenado a muerte, escarnecido en
la Cruz, insultado por los ladrones y por los Sumos Sacerdotes: "Si eres
hijo de Dios, sálvate y baja de la Cruz". Movían la cabeza. Ha salvado a
otros y a sí mismo no se puede salvar. El Dios Jesús callaba. Ofrecía su
mejilla a los que le golpeaban y soportaba que se mofasen de él. Y Dios
muere, no con una muerte heroica y grande, sino humillante y dolorosa,
escandalosa. Muere crucificado, tormento horrible, condena de esclavos.
9. La inspiración del gran poeta
ha intuido la inmensa e infinita angustia del hombre Jesús: "El subía bajo el follaje
gris, - todo gris y confundido con el
olivar, - y metió su frente llena de
polvo - muy dentro de lo polvoriento
de sus manos calientes?. (Rilke). El velo del Templo se rasgó.
Ante la debilidad espantosa de Dios, debe rasgarse también nuestro concepto
del Dios del Antiguo Testamento. Debemos aceptar a un Dios humillado, que se
encarna en la debilidad humana y que quiere ser el servidor de todos y el que
está en los pequeños, en los sin cultura, en los marginados y en los
torturados de todas las sociedades: "lo que hacéis a uno de mis
pequeños, a mí me lo hacéis". Si no se penetra en la mística terrible del
Mysterium iniquitatis se
comprende un poco que se admita la muerte de Jesucristo como consecuencia
sola de la voluntad perversa de los que no le admitieron, y hasta lo
crucificaron, lo que considerarían como una circunstancia malhadada o un
accidente laboral, un desentonar con la corriente, pero en ese caso, no sé
qué exégesis correcta podrán hacer del texto revelado de la carta a los
Hebreos 10,1-18: ?Porque no teniendo la ley más que la sombra de los
bienes futuros, y no la realidad misma de las cosas, no puede jamás por medio
de las mismas víctimas, que no cesan de ofrecerse todos los años, justificar
a los que llegan al altar y sacrifican; si justificaran hubieran cesado
ya de ofrecerlas, pues, purificados una vez, no tendrán ya pecado; pero todos
los años al ofrecerlas se hace conmemoración de los pecados; porque es
imposible que con sangre de toros y de machos cabríos se borren los pecados.
Por eso el Hijo de Dios al entrar en el mundo dice a su Padre: Tú no has
querido sacrificio, ni ofrendas; mas a mí me has dado un cuerpo mortal;
holocaustos por el pecado no te han agradado. Entonces dije: Heme aquí que
vengo, según está escrito de mí al principio del libro para cumplir, ¡oh Dios!, tu voluntad. Al decir: Tú no has querido,
sacrificios, ofrendas y holocaustos por el pecado, y añadiendo: Heme aquí que
vengo, ¡oh mi Dios!, para hacer tu voluntad; está
claro que abolió estos últimos sacrificios, para establecer otro, que es el
de su cuerpo. Por esta voluntad, pues, somos santificados por la oblación del
cuerpo de Jesucristo hecha una vez sola. Y ya nunca jamás me acordaré de sus
pecados, ni de sus maldades. Cuando quedan perdonados los pecados, ya no es
necesaria la oblación por el pecado. Teniendo la firme esperanza de entrar en
el lugar santísimo del cielo, por la sangre de Cristo, con la cual nos abrió
camino nuevo de vida para entrar por su carne; teniendo el gran sacerdote,
Jesucristo, acerquémonos a él con sincero corazón?. 11. Tanto dolor soportado por el
Corazón de Jesús, corresponde a tanto amor ¿Por qué tanto dolor, Señor? ¿Por
qué tanta humillación? Tantas palabras, tanta formación, tantos desvelos,
tanto amor malbaratado, tanta angustia y zozobra, pobreza y sufrimiento,
cobardía y mediocridad, ¿Por qué tanta tibieza en defender lo que sabes que
es la verdad, cuando tienes tantas energías, oh
cristiano, para ponerte, como dices, en tu sitio cuando tu amor propio
te empuja? ¿Por que tanta sangre, Señor? ¡Qué gran amor el tuyo y el de tu Padre,
que te entrega para que participemos de vuestra vida trinitaria y feliz por
siempre! Te adoramos, Cristo y te bendecimos porque por tu santa Cruz has
redimido al mundo. 12. CONGRESO INTERNACIONAL Los días En el congreso participaron
monseñor Lluís Martínez Sistach,
arzobispo metropolitano de Barcelona; monseñor Brunero
Gherardini, canónigo de la Basílica de San Pedro
del Vaticano y postulador de la causa de canonización del beato Pío IX;
monseñor Joan Enric Vives, obispo de Urgell y copríncipe de Andorra; y los cardenales Albert Vanhoye SJ, rector emérito del Pontificio Instituto
Bíblico de Roma y el cardenal Salvatore De Giorgi, miembro del Comité de
Presidencia del Consejo Pontificio para la Familia. Ha sido clausurado por el
arzobispo Manuel Monteiro de Castro, nuncio apostólico del Papa en España.
Enrique Martínez, coordinador del Congreso, ha expuesto el sentido de esta
devoción. Un congreso sobre el Corazón de Jesús no es habitual. ¿Qué
objetivos se proponen? El Papa Benedicto XVI nos ha recordado que «sigue en
pie la tarea siempre actual de los cristianos de continuar profundizando en
su relación con el Corazón de Jesús». Pues esto es lo que pretende el
Congreso, ayudar a difundir el culto al Sagrado Corazón. El Papa Pío XII lo explicó muy
bien en su encíclica «Haurietis Aguas», cuyo
cincuentenario recordó el Papa Benedicto XVI: «El costado traspasado del
Redentor es la fuente a la que nos invita a acudir la encíclica ?Haurietis aquas": debemos
recurrir a esta fuente para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo
y experimentar más a fondo su amor». La celebración de la fiesta del
Sagrado Corazón de la cual conmemoramos 150 años de su instauración por el
Beato Pío IX ha sido, junto con la práctica de la consagración al Corazón de
Jesús y de los primeros viernes, el medio más eficaz de difusión de este
culto, calificado audazmente por Pío XII como «la más completa profesión de
la religión cristiana». En «Deus
caritas est» el Papa habla cinco
veces del costado abierto o del corazón traspasado de Cristo. El padre Martínez Camino tuvo
una ponencia en el Congreso sobre este tema, explicando que esta encíclica es
«una sugerente y bella reflexión sobre Dios en cuanto Amor que posibilita y
pide amor, delineando una especie de programa, ciertamente inmenso: recordar
de nuevo a los católicos que son portadores de una gran alegría para el
mundo: Dios se ha hecho visible, ha mostrado su corazón: ?Dios es amor?». El hecho de incluir una conferencia sobre el Sagrado
Corazón y los nuevos movimientos eclesiales es síntoma de la importancia que
éste tiene en el momento actual La nueva evangelización en este inicio del
tercer milenio debe confiar en la fuerza evangelizadora del amor del Redentor
y mostrar el signo visible de ese amor: su Corazón traspasado. Esa ha sido la
clave de la Iglesia a lo largo de su historia, y lo sigue siendo ahora. Las
formas de hacerlo podrán ser muy variadas y adaptadas a cada época y lugar,
pero lo esencial sigue siendo lo mismo: consagrarse al Corazón de Jesús,
responder con amor a su amor, mostrarlo a los demás por medio de la caridad
fraterna, de la misericordia. Y la familia se revela un lugar privilegiado
para esta evangelización, pues ella se manifiesta precisamente como fuente de
vida. Como afirmaba el Papa Juan Pablo II: «Frente a la tarea de la nueva
evangelización, el cristiano que, contemplando el Corazón de Cristo, Señor
del tiempo y de la historia, se consagra a él y a la vez consagra a sus
hermanos, se redescubre portador de su luz». El domingo 3 de junio, en el Templo
del Tibidabo, se realizó una consagración de las
familias al Corazón de Jesús, encomendando a todas las familias del mundo,
que realizó el cardenal Salvatore de Giorgi, en representación del Pontificio
Consejo para la Familia. Ésta es fuente de vida natural, y hoy es la más
acosada por la cultura de muerte que antes mencioné; por eso es urgente que
las familias pongan su confianza en quien quiso iniciar la Redención en el
seno de una familia. 12. Como colofón de la doctrina
del amor, que nos llena de esperanza filial, leemos hoy el salmo 102: ?La
misericordia del Señor dura siempre, no es voluble, hoy te quiero, ya no te
quiero, porque es compasivo y misericordioso?.
Corazón de Jesús en Vos confío. En tu amor eterno. Amén. JESUS MARTI BALLESTER. |