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DOMINGO DE RAMOS LITURGIA CICLO A |
HUMILLACIÓN Y GLORIFICACIÓN Este Domingo
de los Ramos, iniciamos Confianza en Dios Escuchamos la proclamación del
libro de Isaías, llamado "Tercer Cántico del Siervo de Yahvé", el cual
sometido al dolor expresa su confianza en Dios. Isaías nos habla del siervo
que se entrega al servicio de todos nosotros. Jesucristo es el siervo fiel
que sufrió para salvarnos. Leemos en el texto: "El Señor me ha abierto
el oído". Que el Señor nos abra el corazón para recibir el mensaje que
él nos quiere revelar a través de su profeta. Humillación hasta la
muerte Pablo nos transmite un antiguo
himno que sintetiza el misterio de Pasión según san Mateo El evangelista que nos relata este
año P. Adolfo Carrillo C., ssp BENDICIÓN DE LOS RAMOS Y
CONMEMORACIÓN DE ANTÍFONA DE ENTRADA Mt 21, 9 ¡Hosanna al Hijo de David! Bendito
el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en las alturas! El sacerdote saluda al pueblo de
la manera acostumbrada; luego hace una breve monición, en la que invita a los
fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este día.
Puede hacerlo con estas palabras u otras semejantes: Queridos hermanos: Después de
haber preparado nuestros corazones desde el comienzo de ORACIÓN DE BENDICIÓN Padre todopoderoso y eterno,
santifica con tu bendición + estos ramos, y, a cuantos vamos a acompañar a
Cristo, aclamándole con cantos, concédenos, por él, entrar en R. Amén. (Y en silencio rocía los ramos con
agua bendita) En seguida el diácono o el
sacerdote proclama el evangelio del ciclo
correspondiente. EVANGELIO Mt 21, 1-11 Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo. Cuando se acercaron a Jerusalén y
llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús
envió a dos discípulos, diciéndoles: "Vayan al pueblo que está enfrente,
e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y
tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: 'El Señor los necesita y
los va a devolver en seguida'". Esto sucedió para que se cumpliera lo
anunciado por el Profeta: "Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey
viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal
de carga". Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había
mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus
mantos sobre ellos y Jesús se montó. Entonces la mayor parte de la gente
comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los
árboles y lo cubrían con ellas. La multitud que iba delante de Jesús y la que
lo seguía gritaba: "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en
nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!". Cuando entró en Jerusalén,
toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: "¿Quién es éste?". Y la
gente respondía: "Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea". Palabra del Señor. Después del Evangelio, si se cree
oportuno, puede tenerse una breve homilía. PROCESIÓN Y ENTRADA AL TEMPLO El celebrante u otro ministro
idóneo, invita a comenzar la procesión, con estas palabras u otras
semejantes: Queridos hermanos: como la
muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros con júbilo al
Señor. Y comienza la procesión hacia la
iglesia en la que se celebrará MISA Después de la procesión o entrada
solemne, el sacerdote comienza ORACIÓN COLECTA Padre todopoderoso y eterno que
para ofrecer a los hombres un ejemplo de humildad, quisiste que nuestro
Salvador se hiciera hombre y muriera en la cruz; te pedimos la gracia de
guardar las enseñanzas de su pasión para que podamos participar de su
resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. 1ª LECTURA Is 50, 4-7 Del libro de Isaías. El mismo Señor me ha dado una
lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra
de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo.
El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi
espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me
arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso,
endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado. Palabra de Dios. Salmo Sal 21, 8-9.17-18a.
19-20.23-24 R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado? Los que me ven, se burlan de mí,
hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: "Confió en el Señor, que
él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto". R. Me rodea una jauría de perros, me
asalta una banda de malhechores; taladran mis manos y mis pies. Yo puedo
contar todos mis huesos. R. Se reparten entre sí mi ropa y
sortean mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza,
ven pronto a socorrerme. R. Yo anunciaré tu Nombre a mis
hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: "Alábenlo, los que temen
al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de
Israel". R. 2ª LECTURA Flp 2, 6-11 De la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos. Jesucristo, que era de condición
divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar
celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de
servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto
humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para
que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en
los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:
"Jesucristo es el Señor". Palabra de Dios. ACLAMACIÓN Flp 2, 8-9 Cristo se humilló por nosotros
hasta aceptar por obediencia la muerte, y muerte de cruz. Por eso, Dios lo
exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre. EVANGELIO Mt 26, 3-5.14-27, 66 Pasión de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo. C. Unos días antes de la fiesta de
Pascua, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el
palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás, y se pusieron de acuerdo para
detener a Jesús con astucia y darle muerte. Pero decían: S. "No lo hagamos durante la fiesta,
para que no se produzca un tumulto en el pueblo". C. Entonces, uno de los Doce,
llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: S. "¿Cuánto me darán si se lo
entrego?". C. Y resolvieron darle treinta
monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para
entregarlo. C. El primer día de los ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: S. "¿Dónde quieres que te
preparemos la comida pascual?". C. Él respondió: + "Vayan a la ciudad, a la
casa de tal persona, y díganle: 'El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a
celebrar C. Ellos hicieron como Jesús les
había ordenado y prepararon C. Al atardecer, estaba a la mesa
con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: + "Les aseguro que uno de
ustedes me entregará". C. Profundamente apenados, ellos
empezaron a preguntarle uno por uno: S. "¿Seré yo, Señor?". C. Él respondió: + "El que acaba de servirse de
la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como
está escrito de él, pero ay de aquél por quien el Hijo del hombre será
entregado: ¡más le valdría no haber nacido!". C. Judas, el que lo iba a
entregar, le preguntó: S. "¿Seré yo, Maestro?". + "Tú lo has dicho". C. Le respondió Jesús. C. Mientras comían, Jesús tomó el
pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: + "Tomen y coman, esto es mi
cuerpo". C. Después tomó una copa, dio
gracias y se la entregó, diciendo: + "Beban todos de ella,
porque ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por muchos
para la remisión de los pecados. Les aseguro que desde ahora no beberé más de
este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en
el Reino de mi Padre". C. Después del canto de los
salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. C. Entonces Jesús les dijo: + "Esta misma noche, ustedes
se van a escandalizar a causa de mí. Porque dice C. Pedro, tomando la palabra, le
dijo: S. "Aunque todos se
escandalicen por tu causa, yo no me escandalizaré jamás". C. Jesús le respondió: + "Te aseguro que esta misma
noche, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces". C. Pedro le dijo: S. "Aunque tenga que morir
contigo, jamás te negaré". C. Y todos los discípulos dijeron
lo mismo. C. Cuando Jesús llegó con sus
discípulos a una propiedad llamada Getsemaní, les dijo: + "Quédense aquí, mientras yo
voy allí a orar". C. Y llevando con él a Pedro y a
los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse. Entonces
les dijo: + "Mi alma siente una
tristeza de muerte. Quédense aquí, velando conmigo". C. Y adelantándose un poco, cayó
con el rostro en tierra, orando así: + "Padre mío, si es posible,
que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la
tuya". C. Después volvió junto a sus
discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a Pedro: + "¿Es posible que no hayan
podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una hora? Estén prevenidos y
oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la
carne es débil". C. Se alejó por segunda vez y
suplicó: + "Padre mío, si no puede
pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad". C. Al regresar los encontró otra
vez durmiendo, porque sus ojos se cerraban de sueño. Nuevamente se alejó de
ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Luego volvió
junto a sus discípulos y les dijo: + "Ahora pueden dormir y
descansar: ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en
manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a
entregar". C. Jesús estaba hablando todavía,
cuando llegó Judas; uno de los Doce, acompañado de una multitud con espadas y
palos, enviada por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor
les había dado esta señal: S. "Es aquél a quien voy a
besar. Deténganlo". C. Inmediatamente se acercó a
Jesús, diciéndole: S. "Salud, Maestro". C. Y lo besó. Jesús le dijo: + "Amigo, ¡cumple tu
cometido!" C. Entonces se abalanzaron sobre
él y lo detuvieron. Uno de los que estaban con Jesús sacó su espada e hirió
al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús le dijo: + "Guarda tu espada, porque
el que a hierro mata, a hierro muere. ¿O piensas que no puedo recurrir a mi
Padre? Él pondría inmediatamente a mi disposición más de doce legiones de
ángeles. Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, según las cuales
debe suceder esto?" C. Y en ese momento, Jesús dijo a
la multitud: + "¿Soy acaso un bandido,
para que salgan a arrestarme con espadas y palos? Todos los días me sentaba a
enseñar en el templo, y ustedes no me detuvieron". C. Todo esto sucedió para que se
cumpliera lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo
abandonaron y huyeron. C. Los que habían arrestado a Jesús
lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido
los escribas y los ancianos. Pedro lo siguió de lejos hasta el palacio del
Sumo Sacerdote; entró y se sentó con los servidores para ver cómo terminaba
todo. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un falso testimonio
contra Jesús para poder condenarlo a muerte; pero no lo encontraron, a pesar
de haberse presentado numerosos testigos falsos. Finalmente, se presentaron
dos que declararon: S. "Este hombre dijo: 'Yo
puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días'". C. El Sumo Sacerdote, poniéndose
de pie, dijo a Jesús: S. "¿No respondes nada? ¿Qué
es lo que éstos declaran contra ti?" C. Pero Jesús callaba. El Sumo
Sacerdote insistió: S. "Te conjuro por el Dios
vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios". C. Jesús le respondió: + "Tú lo has dicho. Además,
les aseguro que de ahora en adelante verán al Hijo del hombre sentarse a la
derecha del Todopoderoso y venir sobre las nubes del cielo". C. Entonces el Sumo Sacerdote
rasgó sus vestiduras, diciendo: S. "Ha blasfemado. ¿Qué
necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué
les parece?" C. Ellos respondieron: S. "Merece la muerte". C. Luego lo escupieron en la cara
y lo abofetearon. Otros lo golpeaban, diciéndole: S. "Tú, que eres el Mesías,
profetiza, dinos quién te golpeó". C. Mientras tanto, Pedro estaba
sentado afuera, en el patio. Una sirvienta se acercó y le dijo: S. "Tú también estabas con Jesús,
el Galileo". C. Pero él lo negó delante de
todos, diciendo: S. "No sé lo que quieres
decir". C. Al retirarse hacia la puerta,
lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí: S. "Éste es uno de los que
acompañaban a Jesús, el Nazareno". C. Y nuevamente Pedro negó con
juramento: S. "Yo no conozco a ese
hombre". C. Un poco más tarde, los que
estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: S. "Seguro que tú también
eres uno de ellos; hasta tu acento te traiciona". C. Entonces Pedro se puso a
maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. En seguida cantó el gallo, y
Pedro recordó las palabras que Jesús había dicho: "Antes que cante el
gallo, me negarás tres veces". Y saliendo, lloró amargamente. C. Cuando amaneció, todos los
sumos sacerdotes y ancianos del pueblo deliberaron sobre la manera de hacer
ejecutar a Jesús. Después de haberlo atado, lo llevaron ante Pilato, el
gobernador, y se lo entregaron. C. Judas, el que lo entregó,
viendo que Jesús había sido condenado, lleno de remordimiento, devolvió las
treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: S. "He pecado, entregando
sangre inocente". C. Ellos respondieron: S. "¿Qué nos importa? Es
asunto tuyo". C. Entonces él, arrojando las monedas
en el templo, salió y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, juntando el dinero,
dijeron: S. "No está permitido ponerlo
en el tesoro, porque es precio de sangre". C. Después de deliberar, compraron
con él un campo, llamado "del alfarero", para sepultar a los
extranjeros. Por esta razón se lo llama hasta el día de hoy "Campo de
sangre". Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: "y
ellos recogieron las treinta monedas de plata, cantidad en que fue tasado
aquel a quien pusieron precio los israelitas. Con el dinero se compró el
"Campo del alfarero", como el Señor me lo había ordenado". C. Jesús
compareció ante el gobernador, y éste le preguntó: S. "¿Eres tú el rey de los
judíos?" C. Él
respondió: + "Tú lo dices". C. Al ser
acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada. Pilato le
dijo: S. "¿No oyes todo lo que
declaran contra ti?" C. Jesús
no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al
gobernador. En cada fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a
un preso, a elección del pueblo. Había entonces uno famoso, llamado Barrabás.
Pilato preguntó al pueblo que estaba reunido: S. "¿A quién quieren que
ponga en libertad, a Barrabás o a Jesús llamado el Mesías?" C. Él sabía
bien que lo habían entregado por envidia. Mientras estaba sentado en el
tribunal, su mujer le mandó decir: S. "No te mezcles en el
asunto de ese justo porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo
sufrir mucho". C.
Mientras tanto, los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la
multitud que pidiera la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Tomando de
nuevo la palabra, el gobernador les preguntó: S. "¿A cuál de los dos
quieren que ponga en libertad?" C. Ellos
respondieron: S. "A Barrabás". C. Pilato
continuó: S. "¿Y qué haré con Jesús,
llamado el Mesías?" C. Todos
respondieron: S. "¡Que sea
crucificado!" C. Él
insistió: S. "¿Qué mal ha hecho?" C. Pero
ellos gritaban cada vez más fuerte: S. "¡Que sea
crucificado!". C. Al ver
que no se llegaba a nada, sino que aumentaba el tumulto, Pilato hizo traer
agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: S. "Yo soy inocente de esta
sangre. Es asunto de ustedes". C. Y todo
el pueblo respondió: S. "Que su sangre caiga sobre
nosotros y sobre nuestros hijos". C.
Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo
hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado. C. Los
soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la
guardia alrededor de él. Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto
rojo. Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza;
pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se
burlaban, diciendo: S. "Salud, rey de los
judíos". C. Y
escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza. Después
de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus
vestiduras y lo llevaron a crucificar. C. Al
salir, se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo obligaron
a llevar la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa
lugar del Cráneo", le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero
no quiso tomarlo. Después de crucificarlo, "los soldados sortearon sus vestiduras
y se las repartieron"; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo.
Colocaron sobre su cabeza una inscripción con el motivo de su condena:
"Éste es Jesús, el rey de los judíos". Al mismo tiempo, fueron
crucificados con él dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda. C. Los que
pasaban, lo insultaban y, moviendo la cabeza, decían: S. "Tú, que destruyes el
Templo y en tres días lo vuelves a edificar, ¡sálvate a ti mismo, si eres
Hijo de Dios, y baja de la cruz!" C. De la
misma manera, los sumos sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, se
burlaban, diciendo: S. "¡Ha salvado a otros y no
puede salvarse a sí mismo! Es rey de Israel: que baje ahora de la cruz y
creeremos en él. "Ha confiado en Dios; que él lo libre ahora si lo
ama", ya que él dijo: 'Yo soy Hijo de Dios'". C. También
lo insultaban los bandidos crucificados con él. C. Desde
el mediodía hasta las tres de la tarde, las tinieblas cubrieron toda la
región. Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó en alta voz: + "Elí,
Elí, lemá sabactaní". C. Que
significa: + "Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado?". C. Algunos
de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: S. "Está llamando a
Elías". En seguida, uno de ellos corrió a tomar una esponja, la empapó
en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña, le dio de beber. Pero los
otros le decían: S. "Espera, veamos si Elías
viene a salvarlo". C.
Entonces Jesús, clamando otra vez con voz potente, entregó su espíritu. Aquí todos se arrodillan, y se
hace un breve silencio de adoración. C.
Inmediatamente, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo, la
tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron. Muchos
cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas
después que Jesús resucitó, entraron en S. "¡Verdaderamente, éste era
Hijo de Dios!". C. Había
allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían seguido
a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena,
María -la madre de Santiago y de José- y la madre de los hijos de Zebedeo. C. Al atardecer,
llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho
discípulo de Jesús, y fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Pilato ordenó que se lo entregaran. Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió
en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho
cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del
sepulcro, y se fue. María Magdalena y la otra María estaban sentadas frente
al sepulcro. C. A la
mañana siguiente, es decir, después del día de S. "Señor,
nosotros nos hemos acordado de que ese impostor, cuando aún vivía, dijo: 'A los
tres días resucitaré'. Ordena que el sepulcro sea custodiado hasta el tercer
día, no sea que sus discípulos roben el cuerpo y luego digan al pueblo: '¡Ha
resucitado!'. Este último engaño sería peor que el primero". C. Pilato les respondió: S.
"Ahí tienen la guardia, vayan y aseguren la vigilancia como lo crean
conveniente". C. Ellos
fueron y aseguraron la vigilancia del sepulcro, sellando la piedra y dejando
allí la guardia. Palabra del Señor. Según las circunstancias, después
de la historia de Se dice Credo. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Por la pasión de tu Hijo
concédenos, Padre, tu reconciliación; no la merecemos por nuestras obras pero
prevenidos por tu gracia esperamos obtenerla por la acción de este sacrificio.
Por Jesucristo nuestro Señor. PREFACIO En verdad es justo y necesario, es
nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre
santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque Cristo nuestro Señor, siendo
inocente, se entregó a la muerte por los pecadores, y aceptó la injusticia de
ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir, destruyó
nuestra culpa, y, al resucitar, fuimos justificados. Por eso, con todos los
ángeles, te alabamos, cantando alegremente: Santo, Santo, Santo... ANTÍFONA DE COMUNIÓN Mt 26, 42 Padre mío, si este cáliz no puede
pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. ORACIÓN DESPUÉS DE Hemos comido y bebido el Cuerpo y |
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |