MIERCOLES SANTO REFLEXIÓN BÍBLICA www.caminando-con-jesus.org |
“Les
aseguro que uno de ustedes me entregará” Comentario
y estudio del Evangelio, Mt. 26:14-25 Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds 1.
EL PACTO TRAIDOR
DE JUDAS Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a
ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo
entrego?”. Perverso se llama a una persona que tiene mucha maldad, o que hace
daño intencionadamente, ruin es la persona Vil, despreciable o con malas
intenciones, ese es el carácter del traidor cuando hace la pregunta. Judas
pregunta cuando me darán por traicionar y vender al Hijo de Dios, solo
alguien dominado por Satanás puede hacer esa vileza. Por eso Lucas, presenta la escena diciendo que
entró Satanás en Judas. No es un caso de posesión diabólica, sino la obra por
excelencia del enemigo de Jesús y su reino, que pone en juego los resortes
para la lucha, utilizando un discípulo. Los tres evangelistas destacan la culpabilidad de
Judas, al destacar que fue él a ofrecerse a los jerarcas para entregar a
Jesús. Mateo y Marcos presentan a Judas en escena, dirigiéndose solo “a los
príncipes de los sacerdotes,” que eran los ex sumos sacerdotes, junto con el
pontífice de entonces. Pero Lucas detalla que también trató, sin duda para el
prendimiento de Jesús, con “los guardianes” del templo — ¿antes? ¿después? —. Estos estaban reclutados entre los levitas,
bajo el mando supremo de un sagán. Los que buscaban la seguridad y la clandestinidad
para prender a Jesús, se “alegraron,” al ofrecerles arteramente la entrega un
discípulo, conocedor de los lugares de su refugio. Pero la traición fue con trato comercial. Judas
propuso que se le retribuyese de alguna manera la entrega (Mateo). En Marcos
se dice más globalmente que “prometieron” darle dinero. Pero Lucas también
insiste en lo de Mateo: “convinieron” las dos partes en una cantidad de
dinero. Y ésta fue fijada en “treinta monedas de plata.” Que tenían que ser siclos del templo, ya que deberían ser repuestos luego en
él (26:6). El siclo (sheqel) del templo equivalía a unos 10 denarios
aproximadamente. El fijarse el precio de la venta en treinta siclos se debe, seguramente, a un acto más de desprecio a
Jesús, ya que, según el Éxodo, se fija en “treinta siclos
de plata” el precio que había de pagarse a un dueño por un esclavo que se
hubiese inutilizado (Ex 21:32). En el profeta Zacarías se lee cómo el
profeta, representando a Yahvé, renuncia a continuar apacentando el rebaño de
Israel, y pide su salario. Y me dieron — dice — de salario “treinta siclos de plata” (Zac 11:12-13). Y manda arrojar ese
precio por haberle tasado en un precio de esclavos. Al evocarse sobre esta venta el pasaje de
Zacarías, en el que los treinta siclos se los dan
despectivamente a Yahvé, no puede menos de pensarse en la sugerencia que, por
“alusión,” se hace de la relación de Jesús-Dios. Algunas veces he oído que se pensó si la
precisión de este importe sería obra de Mateo o de la catequesis primitiva,
por razón del “simbolismo” que encierra, sin que se quisiese precisar
exactamente la cantidad. Sin embargo, la afirmación es muy firme. Y el
desprecio de los sanedritas a Jesús así, muy
lógico, lo mismo que el “oportunismo” de Judas, que estaba, más que por un
provecho económico, en eximirse de responsabilidad ante los dirigentes
judíos. Hecho esto, Judas sólo “buscaba cómo entregarle
oportunamente,” es decir, “sin alboroto,” para evitar posibles revueltas
populares. Todo debió de quedar planeado para actuar al primer aviso de
Judas, conocedor del lugar de retiro del Señor en Jerusalén aquellos días. 2.
PREPARACIÓN PARA
LA CENA PASCUAL Los tres sinópticos sitúan la preparación de la
última cena “en el primer día de los Ácimos”
(Mateo-Marcos). Primitivamente, solamente se comía el pan ácimo la semana
pascual, que comenzaba el 15 de Nisán a la puesta del sol (Ex 12:15, etc.).
Posteriormente, los rabinos, para asegurar mejor el cumplimiento de este
precepto de la Ley, extendieron la obligación de comer el pan ácimo desde el
mediodía del 14. De ahí el que, en el uso vulgar, la fiesta de los Ácimos viniese a tener el valor de ocho días. Vocabulario
que es el que reflejan los evangelios. La cena pascual se celebraba en Jerusalén. Pero
los allí no residentes necesitaban un lugar oportuno. De ahí la iniciativa de
los apóstoles, que Marcos matiza que eran “Pedro y Juan,” para saber dónde
iban aquel año a celebrar la Pascua. Jesús debía de estar en Betania. Por eso les
manda “ir a la ciudad,” Jerusalén. Más por orientarles les da una indicación.
Al llegar a la ciudad encontrarán un hombre. Deben seguirle hasta la casa
donde vaya. Y allí llamar al dueño y decirle de su parte que les indique el
lugar que tiene preparado para ellos. La frase de Mateo “mi tiempo (de
muerte) está cerca,” omitida en Marcos-Lucas, se diría una amplificación del
Mateo griego, con precisiones posteriores. Jesús les anuncia la respuesta (Marcos-Lucas):
les mostrará una “gran sala” en la parte alta de la casa, a la que
ordinariamente se subía por una escalera exterior, independiente de
comunicación con el resto del edificio; esta sala estará “alfombrada,” o cubierta
de esteras, y preparada con todo el ajuar necesario para recibir allí
huéspedes de Pascua. Sólo faltaban los manjares rituales, que Jesús les manda
“preparar.” Era proverbial que jamás ningún forastero había
dejado de encontrar hospitalidad, un aposento entre los jerosolimitanos (de
Jerusalén), para celebrar la Pascua; hospitalidad que era gratuita. Pero la
costumbre había establecido que les dejasen como compensación la piel del
cordero pascual inmolado. Esta persona en cuya casa se va a celebrar la
Pascua debía de ser algún discípulo o simpatizante de Jesús, y que ya le
hubiese ofrecido su casa para esto en otra ocasión. Pero el anuncio a los dos
apóstoles es ciertamente profético. Primitivamente la Pascua se comía de pie, para
recordar la salida presurosa de Egipto. Es lo que llamaban la “Pascua
egipcia.” Pero ya en Israel la comían recostados sobre pequeños lechos,
apoyando el brazo izquierdo en el mismo y dejando el derecho para el
servicio; o también en esta forma, en el suelo, sobre esteras. Era la llamada
“Pascua eterna.” Era señal de ser libres y de estar ya en su propia casa de
Israel. 1.
LO QUE HUBIERON
DE PREPARAR LOS APÓSTOLES FUERON a) “El cordero pascual,” que se inmolaba en el
templo el 14 de Nisán, a la tarde, desollándole, limpiándole y teniendo un
cuidado prolijo en no romperle ningún hueso; y tan pronto como oscureciera,
se le asaba; b) Los hagigah, o
manjares “festivos,” que eran otras carnes, que servían juntamente para
aumentar la alegría del banquete; c) Los “panes Ácimos” (matsoth), pequeñas tortas de pan sin fermentar, que
conmemoraban la presteza en la liberación de Egipto, en que no tuvo tiempo la
masa de fermentar (Ex 12:39); d) “Las hierbas amargas” (memorim)
en recuerdo de las amarguras de Egipto e) El haroseth, una
salsa muy espesa hecha de frutos vegetales rociados de vinagre, para que con
el color de la misma recordasen el barro y los ladrillos en que tuvieron que
trabajar en Egipto f) El vino para las tres o cuatro bebidas
rituales. Además, el paterfamilias, aquí Jesús, explicaba
el sentido de todos aquellos ritos. 2.
“UNO DE VOSOTROS
ME ENTREGARÁ.” Poco después de oscurecer comenzaba la Cena
pascual, cuando daban la señal las estridentes trompetas del templo. Los tres sinópticos omiten aquí el lavatorio de
los pies, que Juan relata. Pero los tres ponen, lo mismo que Juan, después
del relato del lavatorio, la denuncia del traidor. Lucas tiene un problema
específico, que se estudia en su lugar correspondiente (Lucas 22:14-18), en
el que figura la distribución de un cáliz que no es el eucarístico, sino uno
de los cálices rituales primeros. Y, estando cenando, Jesús lanza la denuncia del
traidor: “uno de vosotros me entregará.” La sorpresa fue profunda en todos.
La nobleza de su alma les hacía ver su inocencia, pero la palabra del Señor,
que siempre vieron se cumplía, les hizo temer sobre su futuro: llegaron a
temer en un futuro de villanía. La respuesta de Jesús, que lo entregaría uno que
“con El que mete la mano en el plato,” no significa que en aquel momento
Judas coincidía con Jesús tomando de un plato de comer algún manjar, ya que
en la cena pascual cada uno tenía el suyo, ni era fácil que sólo en aquel
momento Judas coincidiese con Jesús en tomar algo de la bandeja común, en
aquel mezclarse todos sin un ritual de turnos. Pero, en todo caso, el sentido
no es ése, pues cuando Judas salió del Cenáculo, los apóstoles no sabían
quién era el traidor (Juan). La frase sólo significa que uno que tiene gran
familiaridad con El le va a entregar. Es el sentido en que Juan usa, para decir
lo mismo, un salmo en sentido “típico”: “El que come conmigo mi pan, levantó
contra mí su calcañal” (Sal 40:9). 3.
“MÁS LE VALÍA NO
HABER NACIDO.” Jesús, bien consciente de su misión y de su fin,
denuncia que va a la muerte. Es algo que siempre quiere destacar Juan: la
gran conciencia de Jesús. Pero la gravedad del crimen de Judas se anuncia:
“más le valía no haber nacido.” La frase, que es usual no alude al castigo
que Judas pueda tener en la otra vida, sino a la monstruosidad de vender a su
Maestro, al Hijo de Dios. Cuando los apóstoles le preguntaron cada uno si
era él, también Judas lo hizo. Y Jesús se lo dijo, pero en voz baja, pues
Pedro hará “señas” a Juan para que pregunte a Jesús quién es (Juan), y sólo a
ellos se lo dirá. Pero ni aun así sabían ellos que la traición era inminente.
La frase con que Jesús se lo denuncia: “Tú lo has dicho,” no es frecuente,
aunque sí bíblica y extra bíblicamente conocida, y significa su uso una cierta
solemnidad. El complemento detallado de esta denuncia es la
narración que de ella trae el evangelista San Juan (13:21-30). En cambio,
Mateo-Marcos, que ponen esta denuncia antes del relato de la institución
eucarística, parecen situarla en su contexto histórico, y que Judas no
recibió la Eucaristía. En Corintios 10,12, encontramos: El que crea
estar muy seguro, cuídese de nos caer. ¿Seré yo Señor? Profundamente
apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: "¿Seré yo,
Señor?". Los apóstoles no se sintieron seguros, la conciencia no los
acusaba, sin embargo cada uno comenzó a preguntarse. Todos estamos en peligro
de caer y talvez todos caeremos si no estamos atentos, vigilantes y en
oración constante para ser oídos y merecer la ayuda y la gracia de Dios. Jesús eligió en su momento a Judas como uno de
sus discípulos, y este participó dentro del grupo de los más leales. Traición
es la acción y el comportamiento que quebranta y rompe la lealtad que se
debía tener. Como cristiano, tenemos un compromiso con Cristo, ser como él, y
cada vez que no lo somos, estamos faltando a su confianza en nosotros. El ideal de Dios, es que seamos hombres buenos, y
vayamos por el mundo haciendo el bien, como lo hizo su Hijo Jesucristo. Hacer
el bien, no cuesta nada. El Señor les
Bendiga Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds |
PARA LA LECTIO DIVINA |
ENTREGARSE DARSE, LA CUMBRE DEL AMOR MÁS GRANDE
POR LOS DEMÁS, JESÚS. Jesús revela quién es
Dios y quién es el hombre manifestándonos en su propia historia divino-humana
el misterio de la libertad de ambos. Aparece claramente en la pasión, cuando
personas y acontecimientos parecen coartarlo, quebrantarlo, hasta clavarlo en
la cruz. En el Evangelio de hoy aparecen los dos polos extremos del poder
humano: la libertad de entregar / traicionar (abismo de apostasía: Judas) y
la de entregarse / darse (la cumbre del amor más grande por los demás:
Jesús). Entre ambos polos, cada uno es libre de moverse, de llevar a cabo sus
opciones cotidianas, pero el Evangelio nos hace conscientes de una realidad:
en los dos extremos está o el poder de Dios o la fuerza del maligno. Pero hoy
no sólo aparece la enorme y vertiginosa capacidad de la libertad humana, sino
que también se nos muestra algo de la libertad de Dios: su omnipotencia, que
brinda al hombre la salvación sin forzarle; su amor, que se entrega -en el
Hijo- a sí mismo para que el hombre no sea presa eterna y casi ignorante del
pecado. Desde siempre Dios había preparado esta pascua; y cuando el Hijo del
hombre vino a cumplirla entre nosotros, se ha abierto a toda criatura un
nuevo horizonte ilimitado de libertad: la libertad de amar incluso dando la
vida para encontrarse en plenitud en el seno amoroso de la Trinidad. |
ORACION |
Señor Jesús, déjanos
hoy confesar ante ti y concédenos, para hacerlo, un corazón verdaderamente
arrepentido y palabras humildes y sinceras. Somos nosotros, Señor, los que te
hemos vendido, y no sólo una vez. Cada día especulamos con tu persona y
vivimos de esta mísera ganancia; nosotros, los amados por ti. ¿Nos puedes todavía
soportar como íntimos en tu casa, para comer el pan de tus lágrimas y beber
la sangre de tu dolor? Vendido por nosotros por una miseria, tú nos has
comprado, Señor, al precio infinito de tu sangre. Haz, te suplicamos, que, a
través de la herida de tu corazón, podamos penetrar y establecernos siempre
en la comunión de tu amor. Amén. |