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INSTITUCIONES
TERESIANAS PARA LA LECTURA E INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA P. Silvio José Báez o.c.d. |
Quisiéramos en este apartado final presentar algunas
intuiciones de Teresa de Jesús que animaron y orientaron su lectura e
interpretación de la Biblia y que pueden también ayudarnos a nosotros hoy
para hacer una verdadera lectura orante de la Biblia. Les llamamos
intuiciones porque fueron verdaderas normas hermenéuticas descubiertas por
Santa Teresa no por vía académica, sino por experiencia vital y mística de la
Biblia, leída en comunión con la Iglesia y bajo la acción sorprendente del
Espíritu de Dios. Estas intuiciones hermenéuticas representan una auténtica
novedad si tenemos en cuenta la época en que vivió Teresa. Coinciden con las
normas hermenéuticas que están presentes la Contitución
Dogmática Dei Verbum
(1965) y en el Documento La interpretación de la Biblia en la Iglesia de la
Pontificia Comisión Bíblica (1993). La
Verdad de Dios está en la Biblia Santa Teresa descubre místicamente el valor de la Biblia
como Palabra de Dios cuando se le revela que la Verdad de Dios, la Verdad que
es Dios, están en la Sagrada Escritura [1]. El Concilio nos lo ha recordado:
“Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la
Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo.... Hay
que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad
y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para
nuestra salvación” [2]. Es esta dimensión de la Biblia la que hace que Teresa
de Jesús busque ardientemente la palabra de Dios y quiera “cumplir con todas
sus fuerzas la más pequeña parte de la Escritura Divina” [3]. En ella habla
Dios su Verdad como luz y como consuelo. Con ella podrá conformarse con los
caminos de Dios en todo. “Todo el daño que viene al mundo es de no conocer
las verdades de la Escritura con clara verdad” [4]. Es para ella verdadero
“lenguaje...dicho por el Espíritu Santo” [5]. Un
texto bíblico tiene muchas "significaciones" Las ciencias modernas del lenguaje y las hermenéuticas
filosóficas han puesto claramente de manifiesto la polisemia de los textos
escritos. El documento sobre “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”
habla del sentido literal y del sentido espiritual de los textos [6]. El
sentido literal es el que ha sido expresado directamente por los autores
humanos inspirados y el sentido espiritual es el sentido expresado por los
textos bíblicos, cuando se los lee bajo la influencia del Espíritu Santo en
el contexto del misterio pascual de Cristo y de la vida nueva que proviene de
él. Teresa de Jesús intuyó algo de esto cuando comentando el Cantar de los
Cantares escribió: “Grandes cosas debe haber y misterios en estas palabras...
dicen que los doctores escribieron muchas exposiciones... parecerá demasiada
soberbia la mía, siendo esto así quereros declarar algo... lo que pretendo
es, que así como yo me regalo en lo que el Señor me da a entender cuando algo
de ellos oigo, que decíroslo por ventura os consolorá
como a mí” [7]. Y más adelante afirma: “Dirán que soy una necia
, que no quiere decir esto, que tiene muchas significaciones... Yo lo
confieso, que tiene muchos entendimientos; mas el alma que está abrasada de
amor que la desatina, no quiere ninguno, sino decir estas palabras. Sí que no
se lo quita el Señor” [8]. Y comentando unos versículos cristológicos
del evangelio de Juan escribe: “Dirán que se da otro sentido a estas
palabras. Yo no sé esotros sentidos; con éste que siempre siente mi alma ser
verdad, me ha ido muy bien” [9]. Hay un sentido “espiritual” del texto que
está en relación con la experiencia cristiana. Es el que descubre Teresa
“abrasada de amor”. Es el que ella llama “y si no fuere a propósito de lo que
quiere decir, tómo yo a mi propósito” [10]. Es el
que “siempre siente mi alma ser verdad”, con el que siempre “me ha ido muy
bien”. Santa Teresa ha intuido maravillosamente cómo todos los textos del
Antiguo y del Nuevo Testamento iluminan la experiencia de vida nueva que
brota del acontecimiento pascual. Y esto se ve más claramente cuándo los
utiliza para explicar las experiencias místicas. Es el auténtico sentido
“espiritual” de los textos bíblicos. Pero el pensamiento teresiano va más allá. Sabe que puede
ser tildada de “gente simple” o de “necia” [11] con su interpretación
bíblica. Y reconoce que hay un sentido de los textos bíblicos que descubren los
letrados, con el que ella confronta su propia interpretación. “Disputar y
enseñar” [12] las palabras bíblicas es cuestión de estudiosos. Y ella no
desprecia esta lectura. Al contrario la busca ardientemente. Cuando escribe
su comentario al Cantar de los Cantares les asegura a sus monjas que “primero
lo examinarán los letrados que lo entiendan” [13]. Muchas veces ha buscado a
los letrados para que le expliquen textos bíblicos “rogándoles yo que me
declaren lo que quiere decir el Espíritu Santo y el verdadero sentido de
ellos” [14]. Teresa encuentra el sentido “espiritual” de los textos pero lo
quiere fundamentar en “el verdadero sentido de ellos”, el sentido literal.
Esta intuición hermenéutica nos ayuda hoy a evitar caer en el fundamentalismo
y en interpretaciones dictadas por la imaginación o la especulación
intelectual. No hay
que tomar aisladamente sólo una parte de la Escritura Cuando surgieron las primeras oposiciones y críticas a los
viajes de fundaciones que realizaba Santa Teresa algunos utilizaron contra
ella el famoso texto paulino de 1Cor 14,34: “que las mujeres guarden silencio
en las asambleas; no les está permitido hablar...”. En aquel momento Dios
mismo le revela a Teresa una elemental regla de exégesis bíblica con estas
palabras: “Diles que no se sigan por una sola parte de la Escritura, que
miren otras, y que si podrán por ventura atarme las manos” [15]. Es toda la
Biblia la que expresa el proyecto de Dios. Por el principio de la “unidad de
toda la Escritura” [16] no podemos aislar los textos, arrancarlos de su
contexto histórico y literario y proclamarlos como verdades aisladas y
absolutas. La
Biblia se debe leer "no saliendo de lo que tiene la Iglesia" Santa Teresa de Jesús lee la Biblia en comunión con la
Iglesia. Desea interpretar el Cantar de los Cantares “no saliendo de lo que
tiene la Iglesia y los santos” [17]. Con esta convicción va a los textos de
la Biblia segura que de esta forma “licencia nos da el Señor” [18] para leer
e interpretar la Escritura. Busca por eso a los “grandes letrados”, porque
“Dios los tiene para luz de su Iglesia” [19]. Y desea ardientemente “siempre
procurar ir conforme a lo que tiene la Iglesia, preguntando a unos y otros...
que no la moverían cuantas revelaciones pueda imaginar -aunque viese abiertos
los cielos- un punto de lo que tiene la Iglesia” [20]. Esta intuición teresiana nos recuerda que la Escritura es
el libro de la Iglesia. “Las Escrituras dadas a la Iglesia son el tesoro
común del cuerpo completo de los creyentes... y todos los miembros de la Iglesia
tienen un papel en la interpretación de las Escritras”
[21]. Todos aportamos, cada uno a su modo y según su vocación en la Iglesia,
a la comprensión de las Escrituras. Particularmente el Magisterio tiene “la
misión de garantizar la auténtica interpretación, y de indicar, cuando sea
necesario, que tal o cual interpretación particular es incompatible con el
evangelio auténtico” [22]. La
lectura de la Biblia al servicio de la evangelización Santa Teresa define a los letrados como aquellos a los que
Dios tiene “para luz de su Iglesia” [23]. Estos “nos enseñan a los que poco
sabemos y nos dan luz y, llegados a las verdades de la Sagrada Escritura,
hacemos lo que debemos” [24]. Teresa reconoce el carisma de los letrados,
imbuidos en la Sagrada Escritura, para el servicio de otros, para “luz de su
Iglesia”. Como de pasada en el capítulo 15 del libro de la Vida, hablando de
la oración de quietud, critica a los letrados que convierten la oración en
una fría especulación intelectual, pues “podrá ser se les vaya el tiempo en
aplicar Escrituras” [25]. La oración no es estudio académico. Y agrega:
“Aunque no les dejarán de aprovechar mucho las letras antes y después, en
estos ratos de oración poca necesidad hay de ellas”. El estudio puede
preparar la oración pero no sustituirla. “Delante de la Sabiduría infinita,
créanme que vale más un poco de estudio de humildad y un acto de ella que
toda la ciencia del mundo” [26]. Esta relativización
de las letras vale para el momento de oración. “Quédense las letras a un
cabo, tiempo vendrá en que aprovechen al Señor” [27]. Cuál es ese “antes y después” en que aprovecharán las
letras? ÀA qué se refiere Teresa a que “tiempo
vendrá en que aprovechen al Señor”? En el contexto
de su discurso claramente se refiere al trabajo apostólico: “Dejemos si
hubiesen de predicar y enseñar, que entonces bien es ayudarse de aquel bien
(el estudio de las Escrituras) para ayudar a los pobres de poco saber, como
yo, que es gran cosa la caridad y este aprovechar almas...” [28]. Esta
intuición teresiana pone de manifiesto que el estudio de la Biblia no es un
fin en sí mismo, sino que está al servicio de la Iglesia, de su vida y de su
misión. Recientemente ha escrito el Papa Juan Pablo II: “Este es
el objetivo de la interpretación de la Biblia. Si la tarea primordial de la
exégesis estriba en alcanzar el sentido auténtico del texto sagrado o sus
diferentes sentidos, es necesario que luego comunique ese sentido al
destinatario de la Sagrada Escritura que es, en la medida de lo posible, toda
persona humana” [29]. Footnotes [1] V 40, 1-4. [2] Dei Verbum
11. [3] V 40, 2. [4] V 40,1. [5] CAD 1,4. [6] Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la
Biblia en la Iglesia, II,B. [7] CAD 1,8. [8] CAD 1,10. [9] 6M 7,6. [10] CAD 1,8. [11] CAD 1,10. [12] CAD 1,8. [13] CAD 1,8. [14] CAD 1,8 [15] Rel. 19. [16] Dei Verbum,
12. [17] CAD 1,8. [18] CAD 1,8. [19] 5M 1,6. [20] V 25,12. [21] Pontificia Comisión Bíblica, La Interpretación., III
B,3. [22] Pontificia Comisión Bíblica, La Interpretación., III
B,3. Cf. también Dei Verbum 10: “la función de interpretar auténticamente la
palabra de Dios, transmitida por la Escritura o por la Tradición, sólo ha
sido confiada al magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en
nombre de Jesucristo”. [23] 5M 1,7. [24] V 13,16. [25] V 15,7. [26] V 15,8 [27] V 15,8 [28] V 15,8 [29] Discurso de Juan Pablo II (no. 15) en la presentación
del documento “La Interpretación de la Biblia en la Iglesia”. |
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