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EL MUNDO CULTURAL DEL
EVANGELIO DE JUAN P. Silvio José Báez
o.c.d. |
1. El ambiente
bíblico-judío 1.1 La Escritura. La Escritura es la fuente fundamental y originaria del
evangelio de Juan. Con ella el evangelista presenta e interpreta la persona y
la misión de Jesús. Lo hace sirviéndose de las corrientes interpretativas de
su tiempo y de las varias traducciones textuales de la Biblia (en su tiempo
no se había fijado todavía definitivamente el texto) con el único fin de
demostrar que la Escritura habla de Jesús y que éste es un testigo
privilegiado suyo juntos a los grandes protagonistas de la historia religiosa
de Israel: Abraham, Jacob, Moisés, Isaías. Jesús realiza todo cuanto había
sido revelado por Dios en el pasado y consignado en la Escritura. Las referencias explícitas a la Escritura en el evangelio
de Juan son veintiuna: 1,21; 1,51; 2,17; 6,31; 6,45; 7,38; 7,42; 8,17; 10,34;
12,13; 12,14-15; 12,38; 12,40; 13,18; 15,25; 17,12; 19,24; 19,28; 19,36;
19,37; 20,9. Pero las alusiones a la Biblia son muchas. Por ejemplo Jn 1,1 y
Jn 1,14. En 1,1 es evidente la alusión a Gen 1,1: "en el principio creó
Dios los cielos y la tierra". En 1,14 se alude a Eclo 24,8; a Ex
24,26-28 y a la promesa futura de Is 60,1-2. Los libros bíblicos que aparecen
aludidos con más frecuencia son el Pentateuco, el segundo Isaías (cf. Is 40,3
citado en 1,23; 54,13 citado en 6,45; el "yo soy" de 8,24.28.58;
13,19 recuerda Is 43,10; el rechazo de 12,38 recuerda Is 53,1; etc.) y los
Salmos citados 8 veces en 2,17; 6,31; 10,34; 12,13; 13,18; 15,25; 19,24;
19,27). La Biblia del evangelista es la Biblia Griega de los LXX, o en todo
caso, una traducción griega. La Escritura no es sólo el testimonio divino de Jesús por
excelencia sino que es "el libro de Jesús": (5,39-40; 45-47). Pero
al mismo tiempo dice a los judíos que la Escritura es "vuestra Ley"
(cf. 10,34; 15,25). Las dos comunidades, la judía y la cristiana, poseen la
misma Escritura, pero la interpretación es diversa: una centrada en la Torá (y por esto es que en su conjunto es llamada
"Ley"); la otra centrada en la persona y misión salvífica de Jesús.
Una sostiene una "revelación de la voluntad de Dios que está para
cumplirse" y la otra "revelación y testimonio de Jesús para que se
crea en él". La Escritura habla de Jesús y se cumple en él. No sólo los
discípulos han visto su gloria (1,14) sino también Moisés (5,46), Abraham
(8,56) e Isaías (12,41). Estos vieron su gloria y hablaron de él. Jesús es
testimoniado por ellos y a la vez los supera. Quienes se encuentran con Jesús
se preguntan: "es que tú eres más grande que nuestro padre Jacob?" (4,12) o "¿eres tú acaso más grande que
nuestro padre Abraham que murió?" (8,53). 1.2. Los escritos de
la comunidad de Qumrán. Los escritos de Qumrán
interpretan de forma crítica y restrictiva la Toráh
sacerdotal. También en Jn hay una crítica fuerte al templo, pero no en
función de una mayor pureza cultual sino con el fin de una espiritualización
del culto, "en Espíritu y Verdad" (cf. 2,16-19; 4,24). Los escritos
de Qumrán no han influido a nivel redaccional (esta comunidad fue destruida en el 69 por
Vespasiano al acercarse a Jerusalén). Sin embargo, las tradiciones que Jn
maneja llevan el sello de este ambiente, que iba más allá de Qumrán a través de un gran movimiento apocalíptico y
sacerdotal presente en el mundo judío de entonces. La mayor relación entre Jn
y Qumrán se ha querido hallar en el "dualismo joánico": Dios-Jesús/mundo; luz/tinieblas;
verdad/mentira; carne/espíritu; muerte/vida; creer/no creer. Pero el dualismo
es típico de la apocalíptica judía y no se puede circunscribir a un grupo
concreto. Sin embargo, encontramos en Jn algunas expresiones que sólo se hallan
en el cuarto evangelio y en los manuscritos del Mar Muerto como "hijos
de la luz" (Jn 12,36), frase que designa a los que pertenecen a la
comunidad de Qumrán y a los creyentes en Jesús
según la tradición Jn; aunque "luz" se entiende de diversa manera en
ambas comunidades; "hacer la verdad" (Jn 3,21; 1Jn 1,6) es una
frase que cualifica tanto la praxis de los judíos de Qumrán
como la de los creyentes en Jesús, en cuanto ponen por obra lo revelado por
su maestro. Otra corriente judía que ha influenciado la redacción del
evangelio de Juan es la exégesis midráshica en
ambiente palestino y la alegórica de Filón en el ambiente judío-helenista,
culto de Alejandría. El discurso de Jn 6, según algunos autores, revela la
forma de una homilía judía según el estilo y normas de los midrashim palestinos. En cuanto a Filón, el contacto más
resaltado es el uso del "Logos" en ambos.
No se puede negar la relación pero en ambos es usado muy diversamente. Para
Filón, el Logos o Demiurgo es "el hijo
mayor" de Dios, la idea originaria y ejemplar del cosmos, mientras el
cosmos es "el hijo menor" de Dios, idea totalmente extraña al
evangelio joánico. Los contactos de Jn con Filón se
pueden explicar a partir del común trasfondo de ambos en relación a la
tradición sapiencial bíblica. Por otra parte Filón es alegórico en su
interpretación bíblica, lo que le permite usar la filosofía griega. En cambio
Jn es tipológico, y consecuentemente, su
interpretación bíblica está fuertemente enraizada en la historia. 2. El ambiente
cultural helenístico El lenguaje del Jesús de Jn es claramente diverso del de
los sinópticos y, en algunos casos, extraño a la tradición bíblica. Por
ejemplo, la fórmula absoluta "Yo soy" (Jn 8,24.28; 3,19) está
atestiguada en la Biblia Griega (Is 43,10; 41,4) pero las fórmulas
pronominales como "yo soy la luz del mundo", "yo soy el pan de
vida", etc. son absolutamente nuevas para la tradición bíblica. También
las categorías espaciales "de lo alto/de abajo" son extrañas al
mundo bíblico y judío que prefiere las categorías temporales. Finalmente el
modelo de la bajada del cielo (3,13; 6,38) y subida al cielo (Jn 6,62) del
Hijo del Hombre no están atestiguadas en la
tradición judía. En cambio todo este lenguaje está presente en los escritos
gnósticos. Esto hizo pensar a R. Bultmann en lo que
él llamó "el mito del redentor", y que intentó reconstruir a partir
de fuentes diversas. Este mito estaría de trasfondo en la cristología joánica, el cual habría sido desmitificado por Jn e
interpretado en clave cristológico-existencial.
Pero la tesis de Bultmann hoy es muy contestada,
dado que se ha demostrado que no hay un sólo tipo de mito gnóstico. Y aunque
se encuentren motivos gnósticos ya en el siglo I, incluso en el NT, sobre el
origen del gnosticismo, que se desarrolló en el siglo II, se discute aún si
debe ser considerado una herejía cristiana o un sincretismo pagano que ha
asimilado elementos cristianos para tener éxito entre las clases cultas. En
síntesis, no hay pruebas contundentes de que haya existido una gnosis precristiana, de la que el evangelio de Jn haya tomado
elementos para su escrito. No poseemos fuentes seguras del I siglo de tipo
gnósticas que utilicen el mismo lenguaje de Jn. Las fuentes afines al
evangelio de Jn son posteriores. Hoy se intenta más bien aceptar la originalidad de la
cristología y antropología joánica, frente a la
testimoniada por los sinópticos. Se ha superando el prejuicio del método
histórico religioso para el cual la fe cristiana sería un sincretismo de
varias corrientes religiosas, presentes en el imperio romano del I siglo.
Actualmente más bien se acepta la hipótesis de que la fe cristiana se
originaria, aunque obviamente expresada con categorías que naturalmente tomó
de la cultura de su tiempo. Entonces, se puede afirmar la novedad cristiana,
que deriva toda ella de la singularidad de Jesús de Nazaret. El cuarto
evangelio la ha expresado de la forma más elevada y misteriosa. Se debe admitir que Jn trabaja con una terminología
familiar al mundo helenístico como "logos",
"ser de arriba/de abajo"; el "volver a nacer"; el interés
por "la verdad"; el dualismo "mundo terrestre/mundo
celeste", etc. Pero toda esta terminología, que encuentra profundas
resonancias en el mundo helenístico, aparece llena de significados nuevos
dentro de la unidad del evangelio. Así, por ejemplo, "nacer de lo
alto" equivale a nacer del Espíritu; la "verdad" en Juan no es
sino la revelación traída por Jesús; carne/espíritu son dos formas de vida y
no dos componentes del hombre; "bajar/subir" son verbos que se
utilizan en relación al Hijo del Hombre se refiere a la figura de Dn 7,14. En síntesis, empleando un lenguaje nuevo que asume algunas
categorías del ambiente helenístico, el evangelio joánico
busca comunicar una concepción de Dios y del mundo opuesta al clima
místico-panteísta que se respiraba en las corrientes helenísticas. Juan
afirmará con fuerza desde el inicio que "a Dios nadie le ha visto
nunca" 1,18. Juan escribe un evangelio, es decir una historia, aun
cuando se inicia en el prólogo en la eternidad de Dios; habla de un Dios
Padre que se revela en el Hijo, Logos encarnado,
que dona la vida eterna al creyente en él, atrayéndolo al interior del
misterio del Padre, pero sin sustraerlo a la historia. |
Caminando con Jesus Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |