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PLEGARIA EUCARISTICA INSPIRADA EN EL LIBRO
DEL APOCALIPSIS P. Silvio José Báez o.c.d. |
SANTO ERES, SEÑOR DIOS
TODOPODEROSO, AQUEL QUE ERA, QUE ES Y QUE VA A
VENIR. Con gozo inefable, todas las criaturas del cielo, de la tierra, de
debajo de la tierra y del mar, y todo lo que hay en ellos, te glorifican
diciendo: "Al que está sentado en el Trono y al Cordero, alabanza,
honor, gloria y potencia, por todos los siglos." Los Cuatro Vivientes dicen: Amén. Y los ancianos se postran para
adorarte. Envía, Señor Dios Todopoderoso, los Siete Espíritus que están delante
de tu Trono, sobre este pan y este vino, fruto de la creación salida de tus
manos amorosas y del trabajo y la fatiga de los hombres en la historia. Que este pan y este vino, Señor, lleguen a ser, en medio de nosotros, el
maná escondido, el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, el Testigo Fiel, el
Primogénito de entre los muertos. Él mismo, antes de ser degollado y comprar para ti hombres de toda
raza, lengua, pueblo y nación, cuando cenaba con sus discípulos, tomó pan y dando
gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: TOMAD Y COMED TODOS DE EL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERA ENTREGADO POR VOSOTROS. Y después de cenar, tomó la copa llena de vino, dando gracias te
bendijo y la pasó a sus discípulos, diciendo: TOMAD Y BEBED TODOS DE EL, PORQUE ESTE ES EL CALIZ DE MI
SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y
ETERNA, QUE SERA DERRAMADA POR VOSOTROS Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDON DE LOS PECADOS. HACED ESTO EN CONMEMORACION MIA. Ante el Sacramento de nuestra fe, junto con los Angeles
alrededor del Trono, con los Cuatro Vivientes y con los Ancianos te aclamamos
diciendo: DIGNO ERES SEÑOR DIOS NUESTRO DE RECIBIR LA GLORIA Y EL PODER. Padre, Señor Dios Todopoderoso, elevamos ante ti nuestra oración, como
una copa de oro llena de perfume, que es llevada ante tu Trono por mano del Angel con brasas tomadas de tu altar del cielo. Celebramos el recuerdo vivo y eterno de Jesús, tu Hijo, al que
traspasaron y por el hacen duelo todas las razas de la tierra. Degollado, nos
ha hecho un reino de sacerdotes para ti, y reinamos en la historia. En su
sangre, todos blanqueamos nuestras vestiduras. Con su sangre ha lavado
nuestros pecados. El es el León de la tribu de Judá, el Retoño
de David. El único capaz de abrir el libro y sus siete sellos. El es el
Cordero que está de pie, en medio del Trono y de los Cuatro Vivientes y de
los Ancianos, con siete cuernos y siete ojos. Proclamamos con gozo que en nuestra historia llena de lágrimas y
dolores, de pecado y de injusticia, de opresión y de muerte, hay una fuerza
de vida y de amor que todo lo hace nuevo: Un caballo blanco. El que lo monta
se llama "Fiel" y "Veraz" y juzga y combate con justicia.
Sus ojos son llamas de fuego; sobre su cabeza, muchas diademas; lleva escrito
un nombre que sólo él conoce; viste un manto empapado en sangre y su nombre
es: La Palabra de Dios. Al final de la historia vendrá entre las nubes y todo ojo le verá. Señor, envía tu Espíritu sobre los siete candelabros de oro, sobre las
siete estrellas que están en la mano del Hijo del Hombre: es tu Iglesia en
oración. Dale dos alas de águila grande para volar al desierto, lejos del
Dragón, y allí continúa alimentándola mientras da a luz, por medio del
anuncio del evangelio y del testimonio de vida, al Hijo varón que ha de regir
las naciones con cetro de hierro. Que un día, Señor, podamos unirnos en la alabanza de tu gloria por
toda la eternidad ,junto con María, imagen de la Iglesia, mujer vestida del
sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su
cabeza; con los Doce Apóstoles del Cordero, piedras firmes de la Jerusalén
Nueva; con los degollados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que
dieron y que viven vestidos de blanco y con palmas en las manos; con la
innumerable muchedumbre de toda raza, lengua, pueblo y nación, los ciento
cuarenta y cuatro mil rescatados de la tierra, que llevan escrito en la
frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre y siguen al Cordero por
donde quiere que vaya. La oración de ellos llega hasta ti, Señor, como humareda de perfume
que luego tú vuelcas sobre la tierra y la historia, como fuerza renovadora y
vivificante, produciendo truenos, relámpagos y temblor. Te pedimos, Padre, por las siete iglesias: la Iglesia extendida por
toda la tierra. Que sepa escuchar lo que el Espíritu le dice, que no pierda el amor
primero, que sufra en tu nombre sin desfallecer, que se mantenga fiel hasta
la muerte como novia engalanada para su Esposo. Te pedimos por los Angeles de las siete
Iglesias: por el Papa N., por nuestro obispo N., por todos los obispos,
presbíteros y diáconos, y por todos los que guardan los mandamientos de Dios
y mantienen el testimonio de Jesús. Te pedimos también, Padre, por todos los que han muerto en el Señor.
¡Dichosos, que descansen de sus fatigas, porque sus obras les acompañan! Que un día todos juntos en la nueva creación
podamos beber del río del agua de la Vida que brota del Trono de Dios y del
Cordero en la Nueva Jerusalén. Que allí, cuando ya no haya noche ni lágrimas,
cuando hayan quedado atrás la muerte y el llanto, los gritos y las fatigas,
en la ciudad santa cuya lámpara es el Cordero, podamos servirte y glorificarte
por toda la eternidad. POR CRISTO, CON EL Y EN EL... |
Caminando con Jesus Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |