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Por toda la hermosura
Comentario personal al poema de San Juan de la Cruz

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


Siendo uno de sus alumnos, le consulte al Padre José Vicente Rodríguez, una opinión sobre cómo interpretar la poesía que no estaba comentada por el mismo San Juan de la Cruz, y me regalo esta respuesta: “busca en ella, lo que te acerque más a Dios, lo que te lleva a él y lo que no te aparte de él, y no tengas miedo de interpretar tú mismo desde tu interior al santo” y luego me agrega; “no olvides que San Juan de la Cruz, no se sale del Evangelio.”

Leer la poesía de San Juan de la Cruz, y desmenuzarla desde un ideal místico, es decir ver a Dios en cada verso del poeta, e intentar conocer las cosas de Dios contemplando cada estrofa, nos lleva al descubrimiento de la belleza por medio de palabras que se transforman en imágenes transfiguradas por una alma limpia que ve que todo es limpio. Como dice el apóstol; “Para los limpios todo es limpio” (Tito 1,15). Ciertamente el santo, encontró de esta manera la poesía pura, creo que ese es uno de los motivos que revela el atractivo y encanto que influye a los que se dan el tiempo de leer con un poco de sensibilidad para gozar, estando ya el alma en sosegada contemplación, la delicadeza espiritual con la cual nos habla el poeta del amor divino.

Este poema, que es un comentario a lo divino, lo he reflexionado con la lectura del libro de sabiduría, y que el santo en cada una de las nueve estrofas, utiliza ese término “un no sé qué”, que según lo que me ha entender, se refiere a la sabiduría que se alcanza por ventura, esto es por dicha de amor. Dice el sabio en el libro del Eclesiástico: “Toda sabiduría viene del Señor, y con él está por siempre.” (Eclesiástico 1,1)

Canta San Juan de la Cruz

Por toda la hermosura
nunca yo me perderé,
sino por un no sé qué
que se alcanza por ventura.

1. Sabor de bien que es finito,
lo más que puede llegar
es cansar el apetito
y estragar el paladar;
y así, por toda dulzura
nunca yo me perderé, 
sino por un no sé qué
que se halla por ventura.

2. El corazón generoso
nunca cura de parar
donde se puede pasar,
sino en más dificultoso;
nada le causa hartura,
y sube tanto su fe,
que gusta de un no sé qué
que se halla por ventura.

3. El que de amor adolece,
del divino ser tocado,
tiene el gusto tan trocado
que a los gustos desfallece;
como el que con calentura
fastidia el manjar que ve,
y apetece un no sé qué
que se halla por ventura.

4. No os maravilléis de aquesto
que el gusto se quede tal,
porque es la causa del mal
ajena de todo el resto;
y así toda criatura
enajenada se ve
y gusta de un no sé qué
que se halla por ventura.

5. Que estando la voluntad
de Divinidad tocada,
no puede quedar pagada
sino con Divinidad;
mas, por ser tal su hermosura
que sólo se ve por fe,
gústala en un no sé qué
que se halla por ventura.

6. Pues, de tal enamorado,
decidme si habréis dolor,
pues que no tiene sabor
entre todo lo criado;
solo, sin forma y figura,
sin hallar arrimo y pie,
gustando allá un no sé qué
que se halla por ventura.

7. No penséis que el interior,
que es de mucha más valía,
halla gozo y alegría
en lo que acá da sabor;
más sobre toda hermosura,
y lo que es y será y fue,
gusta de allá un no sé qué
que se halla por ventura.

8. Más emplea su cuidado,
quien se quiere aventajar.
en lo que está por ganar
que en lo que tiene ganado;
y así, para más altura,
yo siempre me inclinaré
sobre todo a un no sé qué
que se halla por ventura.

9. Por lo que por el sentido
puede acá comprehenderse
y todo lo que entenderse,
aunque sea muy subido,
ni por gracia y hermosura
yo nunca me perderé,
sino por un no sé qué
que se halla por ventura.


Comentario personal desde mí interior, de lo que me dice esta poesía.

1. Me parece ver a San Juan de la Cruz en un inspirado coloquio de amor entre el amado y el que lo ama apasionadamente. Es así como el santo nos recita que por toda la hermosura, que es belleza de Dios, nunca se perderá, es decir no desaprovechará eso que llega “por un no sé qué”, es decir por la sabiduría que se alcanza por ventura, esto es por dicha de amor. Dice el sabio: Desgraciados los que desprecian (desaprovechan) la sabiduría y la instrucción; vana es su esperanza, sin provecho sus fatigas, inútiles sus obras. (Sab 3,10)

Confieso que veo como el santo vuela tan alto, tan alto, que me parece angelical, celestial y divino, de tal modo, que no me atrevo arrogarme un comentario literario, pero sí me parece de un hombre que ha bebido en el interior de la bodega de su amado (CA 17,2-3) y allí ha aprendido una ciencia muy sabrosa, esa que luego solo se ejercita en el amor, embriagado de expresiones divinas.

Nos invita en esta poesía, a probar el sabor y el gustillo que paladeamos del bien que está definido y determinado, siendo por esto lo más que puede llegar es cansar el apetito. Comenta el santo: hay que privar del gusto el apetito de las cosas. (Cfr. 1S 1-3) No es que el apetito como tal sea malo, pero sí lo es el apego o gusto que provoca en la memoria. ¿Cuál es la razón?, porque la impide orientarse plenamente hacia Dios.  Por eso recita, eso creo, que el deseo de los apetitos pueden arruinar el paladar. Pero él por toda dulzura, afabilidad y ternura que ya ha probado, nunca se perderá y desaprovechará “este no sé qué”, que es sabiduría que se alcanza por ventura y dicha de amor. Dice el sabio que: “Radiante y eterna es la Sabiduría. Fácilmente la contemplan los que la aman y la encuentran los que la buscan.” (Sab 6,12)

2. Continúa el santo, diciéndonos que el corazón generoso, valiente y decidido, nunca intenta de parar por donde se puede pasar, aunque sea más dificultoso y arduo pasar, por eso nada le causa satisfacción, por lo que sube tanto su fe. San Juan de la Cruz enseña que la fe es noche oscura para el alma, y como la fe es Dios regalándose, la noche es un regalo de Dios. Y nos habla en estos versos; “que gusta de un no sé qué” que es sabiduría que se halla por ventura, esto es, se encuentra por amor. Como ya he comentado, toda sabiduría viene de Dios, y con él está por siempre.

3. Por tanto, “el que de amor adolece”, es decir padece del divino amor por ser tocado y acariciado, tiene el gusto tan transformado, que a los gustos desfallece o decae como el que con destemplanza fastidia y aborrece el manjar que ve, y desea que le llegue esa sabiduría que se halla por dicha de amor. El alma que adolece, pena y muere por entregarse al divino amor y ser vestido de sus obras de amor, padece y sufre cuanto más se acerca a Dios y aborrece todo lo que no lo lleva a él. El sabio dice; “La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre”  (Sab 1,6)

4. Dice el santo que no hay que maravillarse ni asombrarse de esto de que el “que el gusto se quede tal” como esta, porque es la causa del mal ajena de todo el resto; y así toda criatura se ve como fuera de sí, entonces gusta saborear la sabiduría que se encuentra por amor. Dice el sabio: “porque Dios no ama sino a quien vive con la Sabiduría” (Sab 7,28)

5. Que estando la voluntad de Divinidad tocada, es decir acariciada no puede quedar satisfecha sino con Divinidad; más, por ser tal su hermosura “que sólo se ve por fe.” Cuando nos entregamos a la sabiduría oscura, que se sabe sin necesidad de entender, es también la experiencia que los místicos llaman Fe. Y San Juan dice de esto “gústala en un no sé qué que se halla por ventura. Una vez limpio el entendimiento de toda correspondencia con las criaturas, podemos decir que estamos aptos, vacíos, para entregarnos a la sabiduría oscura o secreta que se sabe sin necesidad de entender. Nos enseña el santo, que el alma sabiendo por fe, y conociendo por experiencia, que la dulzura, hermosura y la suavidad de Dios, trasciende todas las cosas y encontrándose al mismo tiempo tocada, es decir acariciada del amor ardiente a ese mismo Dios, no puede apegarse a nada, ni se pierde por nada, ni por nadie.

6. Pregunta el santo si de tal seducido o enamorado, se siente dolor, pues si no es así, no hay ese gustillo entre aquello que ha sido creado por Dios. Pensando con la ayuda del santo, el hombre es una creación perfecta, pero no es Dios. ¿Una criatura de Dios me puede ayudar a pensar más en Dios?, es algo que debo tratar con el entendimiento. Lo que si es cierto que una criatura puede alejarme de Dios, por cuanto ¿me tengo que amparar de ella o no detenerme en ella? Si mi interés es la unión con Dios, tengo que ver si en lo que esta criado me ayuda como un medio para unirme a Él. Lo que está claro es que sin amor, no podría yo emprender ninguna tarea o no podría comenzar ningún camino para buscar encontrarme con Dios, gustando allá esa sabiduría que se encuentra por amor. El sabio confiesa: “supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría.” (Sab 6,7-7)

7. No penséis que el interior, que es de mucha más valía. La vida espiritual, variada y rica. Cada uno tiene una forma de acercarse  a Dios. Me parece que en la experiencia del santo, exige transformación para que goce de culminación el proceso espiritual, que comienza en esta vida y se perpetúa a la vida eterna para vivir solo para el amado, y encontrar gozo y alegría en lo que acá da sabor; más sobre toda hermosura que es belleza de Dios, y lo que es y será y fue, gusta de allá esa sabiduría que viene por gracia. El sabio confiesa: “supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría.” (Sab 6,7-7)

8. Más emplea su cuidado, quien se quiere superar, en lo que está por ganar que en lo que tiene ganado; y así, para más altura, yo siempre me inclinaré sobre todo a un no sé qué que se halla por ventura. Comenta el santo en Cantico Espiritual (CB 29,11) “Tal es el que anda enamorado de Dios, que no pretende ganancia ni premio, sino sólo perderlo todo y a sí mismo en su voluntad por Dios, y ésa tiene por su ganancia”. Hay en toda la composición mucha delicadeza, siempre con el ideal de enaltecer la trascendencia de Dios sobre todas las cosas creadas. Me parece que el ideal, que todo nos remita siempre a Dios y nada nos aparte de Él. Dice el sabio; “Concédame Dios hablar según él quiere y concebir pensamientos dignos de sus dones, porque él es quien guía a la Sabiduría y quien dirige a los sabios.” (Sab 6, 7-15)

9. Resume el santo en su poema: “Por lo que por el sentido puede acá alcanzar y todo lo que entenderse, aunque sea muy subido, refinado y exquisito ni por gracia y hermosura yo nunca me perderé.” Comenta además el santo en Cantico Espiritual (CB 29,9) conviene a saber: que, andando obrando las virtudes, enamorada de Dios, me hice perdidiza, y fui ganada. Por “un no sé qué”, que es sabiduría qué se encuentra por amor que es sabiduría que se halla por ventura”. Guiada y empujada por la fe y el amor, el alma aspira siempre y de todos los modos a "un no sé qué se alcanza por ventura", que es a mi modo de interpretar, la sabiduría que viene de Dios. Dice el sabio; “A sus servidores la Sabiduría los libró de sus fatigas.” (Sab 10,9)

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Ávila, Pascua 2016


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