CONOCIENDO A SAN JUAN DE LA CRUZ

Publicado en la Revista Teresa de Jesús

 

 

 

San Juan de la Cruz

Luis J. E Frontela

Afirmaba el Papa Juan Pablo II con motivo del centenario de la muerte de San Juan de la Cruz que «es un gozo para toda la Iglesia comprobar los frutos abundantes de santidad y sabiduría que este hijo suyo sigue dando con el ejemplo de su vida y la luz de sus escritos. En efecto, su figura y sus enseñanzas atraen el interés de los más variados ambientes religiosos y culturales, que en él hallan acogida y respuesta a las aspiraciones más profundas del hombre y del creyente)

Sus obras están traducidas a más de cincuenta idiomas y es leído por hombres y mujeres de todas las religiones y tradiciones culturales, cristianos, musulmanes, budistas, hindúes se acercan hasta él. Cada año se publican numerosas tesis doctorales y libros sobre él. El Carmelo Teresiano le considera padre y maestro espiritual, la imagen viva del auténtico carmelita, no sólo por su doctrina, o por haber fundado en un pequeño lugar de la sierra de Avila, Duruelo, la familia del Carmelo Descalzo, sino porque con los hechos de su vida ha manifestado la vocación del Carmelo.

Es buscado como maestro en el camino de la fe. El testimonio de su vida, así como su doctrina ayudan a todos los que buscan la experiencia de Dios a través de la contemplación y del servicio a los hermanos, y es que para el verdadero contemplativo, aquel que encuentra el sentido de su vida en la búsqueda de Dios, Dios y el prójimo son dos realidades que van siempre unidas. Dios lleva al ser humano, el ser humano remite siempre a Dios, y sabe bien, como enseña Juan de la Cruz, que «a la tarde te examinarán en el amor)

Aprendió en la escuela de la vida, en donde conoció la pobreza desde niño, vio morir, a causa del hambre, cosa bastante frecuente en aquella sociedad, a su padre y a su hermano. Tuvo que abandonar como otros muchos su pueblo de origen para poder sobrevivir como pobre en lugares más aptos para ello. Pidió por las calles, fue aprendiz de distintos oficios, atendió a los enfermos que nadie quería a su lado.

Fue el primer carmelita descalzo, encontrando en el Carmelo Descalzo, al que dio vida, siguiendo la invitación de la Madre Teresa, respuesta a sus ansias vocacionales pudiendo conjugar los distintos elementos de la vocación carmelitana la oración constante, el trabajo manual en soledad, la vida fraterna y la actividad apostólica. Y por ser fiel a esta vocación vivió las vicisitudes y dificultades de su familia religiosa.

Ejerció como maestro y de los primeros novicios, como confesor en la Encarnación de Avila, sufrió la cárcel de Toledo por ser fiel a la Madre Teresa y a la vocación que libremente había escogido, supo vivir en las soledades y ejercer como superior, dejándose amar para así ser obedecido. se había propuesto seguir a Cristo e imitarlo de cerca por la vivencia de los consejos evangélicos, tuvo las mismas preocupaciones del Señor, estar siempre ocupado en las cosas de su padre. El amor de Cristo en Juan de la Cruz al servicio de todos los que necesitaban de su servicio para encontrar el camino que lleva conocer y amar a Dios.

Juan de la Cruz poco habla de sí mismo, por el contrario siempre habló mucho y bien de lo que considera esencial para la vida de todo creyente, de la búsqueda de Dios.

Parece ser, y lo dicen los que le conocieron, que sólo le gustaba hablar de Dios. De hecho una cosa llama la atención en Juan de la Cruz, la aventura personal de buscar a Dios, al que considera el bien del alma, la felicidad del ser humano, y ahí esta el grito que esboza en su Cántico espiritual «Adónde te escondiste amado», que de alguna manera resume muy bien lo que fue su vida, una búsqueda constante de Dios, al que presiente en la obra de la creación, toda ella está marcada por el paso del amado que la dejó vestida de hermosura, pero al que encuentra en Cristo, el que es la palabra última y definitiva de Dios a la humanidad, y el que nos lo dice todo acerca del mismo Dios.

En su vida supo conformarse con Cristo que «padeció por nosotros dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas». También Juan de la Cruz es un ejemplo vivo para nosotros, nos enseña que la vida no es fácil y que en la hartura y en la necesidad siempre hemos de saber buscar la fuente de la felicidad que no es otra que Dios, al que se experimenta y saborea cuando nos vaciamos y desprendemos de todo lo que no es él.

 

 

Caminando con Jesús

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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

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