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EL PADRE I "En el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo" 232 Los cristianos son bautizados
"en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt
28,19). Antes responden "Creo" a la triple pregunta que les pide
confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu: "Fides omnium christianorum in Trinitate consistit" ("La fe de todos los cristianos se cimenta en 233 Los cristianos son bautizados en
"el nombre" del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en
"los nombres" de estos (cf. Profesión de fe del Papa Vigilio en 552: DS 415), pues no hay más que un solo
Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: 234 El misterio de 235 En este párrafo, se expondrá
brevemente de qué manera es revelado el misterio de 236 Los Padres de 237 II La revelación de Dios como Trinidad El Padre revelado por el Hijo 238 La invocación de Dios como
"Padre" es conocida en muchas religiones. La divinidad es con
frecuencia considerada como "padre de los dioses y de los hombres".
En Israel, Dios es llamado Padre en cuanto Creador del mundo (Cf. Dt 32,6; Ml 2,10). Pues aún más, es Padre en razón de la alianza y
del don de 239 Al designar a Dios con el nombre de
"Padre", el lenguaje de la fe indica principalmente dos aspectos:
que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente
y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos.
Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen
de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica más expresivamente la
inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la
fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta
manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta
experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden
desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar,
entonces, que Dios transciende la distinción humana de los sexos. No es
hombre ni mujer, es Dios. Transciende también la paternidad y la maternidad
humanas (cf. Sal 27,10), aunque sea su origen y medida (cf. Ef 3,14; Is
49,15): Nadie es padre como lo es Dios. 240 Jesús ha revelado que Dios es
"Padre" en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador; Él es
eternamente Padre en relación a su Hijo único, el cual eternamente es Hijo
sólo en relación a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al
Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar" (Mt 11,27). 241 Por eso los apóstoles confiesan a
Jesús como "el Verbo que en el principio estaba junto a Dios y que era
Dios" (Jn 1,1), como "la imagen del Dios invisible" (Col
1,15), como "el resplandor de su gloria y la impronta de su
esencia" Hb 1,3). 242 Después de ellos, siguiendo la
tradición apostólica, El Padre y el Hijo revelados por el
Espíritu 243 Antes de su Pascua, Jesús anuncia el
envío de "otro Paráclito" (Defensor), el Espíritu Santo. Este, que
actuó ya en 244 El origen eterno del Espíritu se
revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y
a 245 La fe apostólica relativa al Espíritu
fue confesada por el segundo Concilio ecuménico en el año 381 en
Constantinopla: "Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre" (DS 150). 246 La tradición latina del Credo
confiesa que el Espíritu "procede del Padre y del Hijo (filioque)". El Concilio de Florencia, en el año
1438, explicita: "El Espíritu Santo tiene su esencia y su ser a la vez
del Padre y del Hijo y procede eternamente tanto del Uno como del Otro como
de un solo Principio y por una sola espiración...Y porque todo lo que
pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo único, al engendrarlo, a
excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Espíritu Santo a
partir del Hijo, éste la tiene eternamente de su Padre que lo engendró
eternamente" (DS 1300-1301). 247 La afirmación del filioque
no figuraba en el símbolo confesado el año 381 en Constantinopla. Pero sobre
la base de una antigua tradición latina y alejandrina, el Papa S. León la
había ya confesado dogmáticamente el año 447 (cf. DS 284) antes incluso que
Roma conociese y recibiese el año 451, en el concilio de Calcedonia, el
símbolo del 381. El uso de esta fórmula en el Credo fue poco a poco admitido
en la liturgia latina (entre los siglos VIII y XI). La introducción del Filioque en el Símbolo de Nicea-Constantinopla por la
liturgia latina constituye, todavía hoy, un motivo de no convergencia con las
Iglesias ortodoxas. 248 La tradición oriental expresa en
primer lugar el carácter de origen primero del Padre por relación al Espíritu
Santo. Al confesar al Espíritu como "salido del Padre" (Jn 15,26),
esa tradición afirma que este procede del Padre por el Hijo (cf. AG 2). La
tradición occidental expresa en primer lugar la comunión consubstancial entre
el Padre y el Hijo diciendo que el Espíritu procede del Padre y del Hijo (Filioque). Lo dice "de manera legítima y
razonable" (Cc. de Florencia, 1439: DS 1302), porque el orden eterno de
las personas divinas en su comunión consubstancial implica que el Padre sea
el origen primero del Espíritu en tanto que "principio sin
principio" (DS 1331), pero también que, en cuanto Padre del Hijo Unico, sea con él "el único principio de que procede
el Espíritu Santo" (Cc. de Lyon II, 1274: DS
850). Esta legítima complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la
identidad de la fe en la realidad del mismo misterio confesado. III La formación del dogma trinitario 249 La verdad revelada de 250 Durante los primeros siglos, 251 Para la formulación del dogma de 252 El dogma de 253 254 Las personas divinas son realmente
distintas entre sí. "Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71).
"Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente
nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos
entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es
el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo" (Cc. de
Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre sí por sus relaciones de
origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el
Espíritu Santo es quien procede" (Cc. Letrán
IV, año 1215: DS 804). 255 Las personas divinas son relativas
unas a otras. La distinción real de las personas entre sí, porque no divide
la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a
otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al
Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo,
cuando se habla de estas tres personas considerando las relaciones se cree en
una sola naturaleza o substancia" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 528).
En efecto, "todo es uno (en ellos) donde no existe oposición de
relación" (Cc. de Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa de esta
unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo
está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo
en el Padre, todo en el Hijo" (Cc. de Florencia 1442: DS 1331). Ante todo, guardadme este buen depósito,
por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar
todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de
fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os
introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como
compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder,
que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta.
Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior
que eleve o grado inferior que abaje...Es la infinita connaturalidad
de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo
entero...Dios los Tres considerados en conjunto...No he comenzado a pensar en
IV Las obras divinas y las misiones
trinitarias 257 "O lux beata Trinitas et principalis Unitas!"
("¡Oh Trinidad, luz bienaventurada y unidad esencial!") (LH, himno
de vísperas) Dios es eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es
amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios quiere comunicar libremente la
gloria de su vida bienaventurada. Tal es el "designio benevolente"
(Ef 1,9) que concibió antes de la creación del mundo en su Hijo amado,
"predestinándonos a la adopción filial en él" (Ef 1,4-5), es decir,
"a reproducir la imagen de su Hijo" (Rom 8,29) gracias al
"Espíritu de adopción filial" (Rom 8,15). Este designio es una
"gracia dada antes de todos los siglos" (2 Tm
1,9-10), nacido inmediatamente del amor trinitario. Se despliega en la obra
de la creación, en toda la historia de la salvación después de la caída, en
las misiones del Hijo y del Espíritu, cuya prolongación es la misión de 258 Toda la economía divina es la obra
común de las tres personas divinas. Porque 259 Toda la economía divina, obra a la
vez común y personal, da a conocer la propiedad de las personas divinas y su
naturaleza única. Así, toda la vida cristiana es comunión con cada una de las
personas divinas, sin separarlas de ningún modo. El que da gloria al Padre lo
hace por el Hijo en el Espíritu Santo; el que sigue a Cristo, lo hace porque
el Padre lo atrae (cf. Jn 6,44) y el Espíritu lo mueve (cf. Rom 8,14). 260 El fin último de toda la economía
divina es la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a
olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible
como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz,
ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos
en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu
morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella,
sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en
adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora (Oración de Resumen 261 El misterio de 262 263 La misión del Espíritu Santo, enviado
por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo "de junto
al Padre" (Jn 15,26), revela que él es con ellos el mismo Dios único.
"Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria". 264 "El Espíritu Santo procede del
Padre en cuanto fuente primera y, por el don eterno de este al Hijo, del
Padre y del Hijo en comunión" (S. Agustín, Trin.
15,26,47). 265 Por la gracia del bautismo "en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" somos llamados a
participar en la vida de 266 "La fe católica es esta: que
veneremos un Dios en 267 Las personas divinas, inseparables en
lo su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación
divina cada una manifiesta lo que le es propio en |