FIESTA DE LA SANTÍSIMA
TRINIDAD (Padre Gabriel de Santa
María Magdalena OCD) “Gloria al Padre
y al Hijo y al Espíritu Santo” (Aleluya). Después de haber
considerado todos los misterios de la salvación —-desde el nacimiento
de Cristo hasta Pentecostés—, la Iglesia dirige su mirada al misterio
primordial del cristianismo, la Santísima Trinidad, fuente de todo don y de
todo bien. E invita a los fieles a cantar sus alabanzas: “Gloria al
Padre y al Hijo y al Espíritu Santo” (Aleluya). La revelación de la
Trinidad pertenece al Nuevo Testamento: el Antiguo intenta todo él proclamar
y exaltar a unidad de Dios: uno solo es el Señor. «Reconoce y me- dita en tu
corazón —se lee hoy en la primera lectura (Dt
4, 32-34. 39-40)— que el Señor es el único
Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro». Israel
que vivía en contacto con pueblos paganos, necesitaba ser advertido continuamente
de esta verdad para no caer en la idolatría. El Antiguo Testamento celebra la
grandeza de Yahvé, único Dios: él es el Creador de todo el universo, el Señor
absoluto; pero celebra también su condescendencia para con los hombres: es el
pastor que va en busca de sus criaturas para ayudarlas, defenderlas del mal y
atraerlas a sí. Israel lo ha experimentado ampliamente: Dios lo ha elegido
para pueblo suyo, lo ha sacado de la esclavitud egipcia con prodigios
admirables, le ha ofrecido su alianza, le ha concedido el privilegio de oír
su voz y gozar de su presencia. “Desde el día en que Dios creó al
hombre sobre la tierra, ¿hubo jamás palabra tan grande como ésta?, ¿se oyó
cosa semejante?” (ib 32). Sin embargo, el nuevo
pueblo de Dios —la Iglesia— goza de privilegios mayores aún,
fruto de la encarnación del Hijo de Dios y de su pasión, muerte y
resurrección. Con la venida de Cristo, Dios se revela al mundo en el misterio
de su vida íntima y de la perfección y fecundidad de su acto cognoscitivo y
amoroso, por el que es Padre que engendra al Verbo y es comunión de la que
procede el Espíritu Santo. Y la cosa más admirable es que Dios entra ya en
relaciones con los hombres no sólo como único Señor y Creador, sino también
como Trinidad: pues es Padre que los ama como a hijos en su único Hijo y en
la comunión del Espíritu Santo. Este privilegio no está reservado a un solo
pueblo, sino que se extiende a todos los hombres que aceptan el mensaje de
Cristo. En efecto, antes de subir al cielo, Jesús ordenó a sus apóstoles llevar
la Buena Noticia a todas las gentes y bautizarlas ‘en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Evangelio: Mt
28, 16-20). Todo hombre entra en relación con ¡a
Trinidad mediante el bautismo; por eso renace a una vida nueva: hecho hijo
del Padre que ha dispuesto su regeneración, hermano de Cristo que se la ha
merecido con la sangre de la Cruz, y templo del Espíritu Santo que [e infunde
el Espíritu de adopción. Ante Dios el bautizado no es sólo una criatura, sino
un hijo introducido a la intimidad de su vida trinitaria para que viva en
sociedad con las Personas divinas que moran en él. La segunda lectura (Rm 8, 14-17) subraya de
modo especial la acción del Espíritu Santo en esta filiación divina de los
creyentes: ‘Habéis recibido... un espíritu de hijos adoptivos, que nos
hace gritar: Abba! (Padre). Ese Espíritu y nuestro
espíritu dan un testimonio concorde que somos hijos
de Dios» (ib 15-16). El Espíritu Santo ha sido enviado a los hombres para que
los transforme interiormente y los convierta en hijos a imagen del Hijo. A él
se le atribuye esta regeneración íntima, verdadero renacer espiritual; él es
su autor y, al mismo tiempo, su testigo, que infundiendo en el creyente la
íntima convicción de ser hijo de Dios, lo anima a amarle e invocarle como a
Padre. Mas para que el Espíritu Santo pueda cumplir su obra, es necesario
dejarse dirigir por él a imitación de Cristo que en todas sus obras era
movido por el Espíritu Santo. «Los que se dejan llevar por el Espíritu de
Dios, esos son hijos de Dios» (ib 14). No hay modo más hermoso de honrar a la
Trinidad sacrosanta y atestiguarle amor, que vivir en plenitud sus dones y,
por ello, abrirse a la acción del Espíritu Santo, para comportarse como hijos
del Padre y hermanos de Cristo. Estos comentarios están tomados del Libro Intimidad Divina, Padre
Gabriel de SMM OCD, para la Fiesta de la Santísima Trinidad Ciclo B Bendiciones Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds Publicado en este link: LA SANTISIMA TRINIDAD Fuentes de
Inspiración: Sagrada Biblia de Jerusalén, Catecismo Catolico, P. Silvio
José Báez ocd. (2) (Debarim), Catenea
Aurea, San Juan de la Cruz, Beata Isabel de la
Trinidad y Teresa de Jesús Link Interesantes:
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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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