CUIDARSE DE LOS DEMONIOS, NO ESTÁN MUY LEJOS DE
NOSOTROS “Pienso
poner algunos remedios para algunas tentaciones menudas que pone el demonio….porque
las sutilezas del demonio son muchas” (Santa Teresa de Jesús, Prologo Camino
de Perfección) …… es gran daño el que el demonio puede hacer (Camino de
Perfección 4, 16) Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
EL DEMONIO Quien es el Demonio?.
La verdad es que muchas personas, especialmente los no creyentes, exponen que no existe el demonio, no
obstante para los practicantes, el demonio está presente en la vida del
hombre. Demonio, es uno de los tantos nombres con el cual conocemos a
“Lucifer”, “Satanás”, el “Maligno” y en general de los espíritus perversos,
ángeles caídos (expulsados del cielo), ángeles rebeldes, cuyo jefe es el
Diablo, como se desprende del Evangelio de Mateo: “Apartaos de mí, malditos,
al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. (Mt 25,41) "Si alguno dice que el diablo no fue
primero un ángel bueno hecho por Dios, y que su naturaleza no fue obra de
Dios, sino que dice que emergió de las tinieblas y que no tiene autor alguno
de sí, sino que él mismo es el principio y la sustancia del mal, como dijeron
Maniqueo y Prisciliano, sea anatema - censurado-”. (Concilio de Braga,
Portugal año 561; Denzinger –Teólogo católico alemán- 237). Hay que cuidarse mucho de aquellos que se
arrogan saber mucho de las escritura, el diablo también se las conoce de
memoria y hace demostraciones de su sabiduría para hacer caer a muchos.
Recordemos que el Diablo llevó a Jesús a Jerusalén, y le puso sobre el alero
del Templo, y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque
está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y, en sus
manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.” En palabra
de San Ambrosio, se expresa que “se transfigura a veces Satanás en ángel de
luz, y se sirve de las Sagradas Escrituras para preparar emboscadas a los
fieles”, por esa razón el Demonio dice: “porque está escrito”. Comenta luego
Orígenes (considerado un Padre de la Iglesia, destacado por su erudición y,
junto con San Agustín y Santo Tomás uno de los tres pilares de la teología
cristiana): “¿Cómo sabes tú, diablo, que eso está escrito? ¿Acaso leíste los
profetas y los divinos oráculos? Sí que los leíste, no para hacerte mejor con
su lectura, sino para matar con la simple letra a los que de la letra son
amigos. Sabes que no podrías engañar si hablaras de otro modo que esos libros
sagrados”. Por esa razón luego San Ambrosio nos recomienda: “Luego no te
dejes sorprender de los herejes, que pueden citar algunos testimonios de las
Escrituras; pues también el diablo se sirve de testimonios de las Escrituras,
no para enseñar, sino para engañar.” (Catena Aurea) 2.
LA MALDAD DEL
DEMONIO "Creemos que el diablo se hizo malo no
por naturaleza, sino por albedrío." (IV Concilio de Letrán, año 1215,
Denzinger 427). “El diablo…. es homicida desde el
principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando
dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre
de la mentira” (Jn 8,44-45) “Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás,
el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Angeles fueron
arrojados con él”. (Apocalipsis 12,9). Es aquél por medio del cual el pecado
y la muerte entraron en el mundo y, por cuya definitiva derrota, toda la
creación entera será "liberada del pecado y de la muerte".
"Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el
Engendrado de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que
somos de Dios y que el mundo entero yace en poder del Maligno" (1 Jn 5,
18-19): 3.
TODO FUE CREADO
POR DIOS, PERO EL NO HIZO DEMONIOS Todo lo que creo Dios estuvo bien: “Vio
Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien” (Génesis 1,31). Y los “ángeles de Dios”, (Génesis 28, 12), son
bueno. Esto es, Dios no creó demonios sino ángeles, que son espíritus puros,
dotados con gracias santificantes, muy hermosos y
capaces de bondad. Sin embargo, Dios entregó a todos los ángeles la libertad
para escoger entre el bien y el mal. Es así como Lucifer y sus seguidores,
por orgullo, pecaron, quisieron separarse de Dios y se llenaron de maldad, y
esta es una maldad causada por una opción libre de separarse de Dios. Es una
penuria, una ruina, una ausencia de Dios y una negación a hacer el bien. En el caso de los ángeles, fueron
creaciones buenas, y el demonio fue creado como todos los ángeles, pero luego
algunos se transformaron en demonios por su pecado, es decir, se degeneraron
sus poderes angelicales, los cuales usan
para el mal. Ciertamente, muchas cosas de Dios son un
misterio, y Él debe haber sabido que
algunos ángeles se rebelarían, sin embargo igual los creó. Con esto, nos
queda claro que Dios toma la libertad en todo cuanto hacemos como algo muy
serio, a pesar de la resultados. Entonces, el bien sufre las consecuencias de
convivir con el mal, y algunos sabios en este tema, alegan que si solamente
tuviéramos la posibilidad de hacer el bien, ya no seríamos verdaderamente
libres y no tendría mérito. Por eso dice el Evangelio: “Dejad que ambos crezcan
juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged
primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en
mi granero." (Mateo 13, 30) La morada de los demonios, es el infierno,
es decir en la morada de la
condenación, o la morada del mal, ellos utilizan sus conocimientos y su
capacidad para el mal, manejan su perversidad, en la libertad del hombre para
que se aleje de Dios. 4.
EL DEMONIO NO ES
UNA SUPERSTICIÓN COMO ALGUNOS, PARA SU DESGRACIA, PIENSAN El demonio no es una superstición como
algunos, para su desgracia, piensan. Los fariseos en algunas ocasiones
acusaron a Jesús de tenerlo: “Respondió la gente: Tienes un demonio”. (Juan
7,20).En otra ocasión: “Los judíos le respondieron: ¿No decimos, con razón, que
eres samaritano y que tienes un demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo un
demonio; sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí”. (Juan 8,
49). “Le dijeron los judíos: Ahora estamos seguros de que tienes un demonio.
(Juan 8, 52). Muchos de ellos decían: Tiene un demonio y está loco. ¿Por qué
le escucháis? Pero otros decían: “Esas palabras no son de un endemoniado.
¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?” (Juan 10, 20-21) Hay muchos textos bíblicos donde se habla
del demonio, y nuestra Iglesia ha hablado y enseñado sobre su existencia en
su magisterio ordinario, y es una verdad que debemos tomarla en serio, por
esa razón si alguien se empeña en desmentir su existencia, está negando o no
le está dando crédito a la revelación divina que nos alerta de este
grandísimo enemigo y sus modos de convencer y dañar a los hombres. Esto ha sucedido a través de toda la
Historia humana, donde el hombre de Dios, ha dado una dura batalla contra el
poder maligno que proviene de las tinieblas que, iniciada en los orígenes del
mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final, donde dirá: “Apartaos
de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. (Mateo 25,41) “Toda la vida humana, la individual y
colectiva, se presenta como una lucha, y por cierto dramática, entre el bien
y el mal, entre la luz y las tinieblas”. (Concilio Vat II, Gaudium et Spes N°
13) Mientras tanto Dios permite que vivamos en batalla espiritual en la cual
se revela la disposición de los corazones y nos da oportunidad de glorificar
a Dios siendo fieles en las pruebas. Ahora debemos decidir a qué reino vamos
a pertenecer, al de Cristo o al de Satanás. 5.
PEDIR PROTECCION
CONTRA EL DEMONIO En la última petición del Padrenuestro,
pedimos A Dios: “No nos dejes caer en
la tentación, y líbranos del mal”. El mal no viene solamente por la tentación
del demonio. En efecto, el maligno necesita algún grado de cooperación en los
que son tentados. Y por eso Cristo nos pide que oremos, para que no nazca en
nosotros ni la complicidad ni el deseo de ser tentados. En otras palabras, el
cristiano pide a Dios con la Iglesia que manifieste la victoria, ya
conquistada por Cristo, sobre el "Príncipe de este mundo", sobre
Satanás, el ángel que se opone personalmente a Dios y a Su plan de salvación.
Además, al pedir ser liberados del Maligno, oramos igualmente para ser
liberados de todos los males, presentes, pasados y futuros de los que él
demonio es autor o instigador. Esta
última petición a nuestro Padre está también contenida en la oración de
Jesús: "No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del
Maligno" (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno
individualmente, pero siempre quien ora es el "nosotros", en
comunión con toda la Iglesia y para la salvación de toda la familia humana.
La Oración del Señor no cesa de abrirnos a las dimensiones de la Economía de
la salvación. Nuestra interdependencia en el drama del pecado y de la muerte
se vuelve solidaridad en el Cuerpo de Cristo, en "comunión con los santos". Tenemos que considerar, que en esta
petición, el mal no es una abstracción, sino que designa una persona,
Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El "diablo", el
“demonio”, aquél que "se atraviesa" en el designio de Dios y su
obra de salvación cumplida en Cristo. Si perseveramos fieles a Jesús a través de
las pruebas y sufrimientos, el demonio no podrá atraparnos. 6.
JESUCRISTO VINO
PARA VENCER AL DEMONIO En efecto, Jesucristo vino para vencer al
demonio y liberarnos de su dominio que se extendía por todo el mundo sin que
pudiésemos por nuestra cuenta salvarnos. Jesucristo vence al demonio
definitivamente en la Cruz. La actividad del demonio en la tierra sin embargo
continuará hasta el fin de los tiempos. La parusía manifestará plenamente la
victoria del Señor con el establecimiento de su Reino y el absoluto
sometimiento de todos sus enemigos. "La muerte de Cristo y su resurrección
han encadenado al demonio. Todo aquél que es mordido por un perro encadenado,
no puede culpar a nadie más sino a sí mismo por haberse acercado a él."
San Agustín. La victoria sobre el "príncipe de este
mundo" (Jn 14, 30) se adquirió de una vez por todas en la hora en que
Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida. Es el juicio de
este mundo, y el príncipe de este mundo ha sido "echado abajo" (Jn
12, 31). "Él se lanza en persecución de la Mujer", pero no consigue
alcanzarla: la nueva Eva, "llena de gracia" del Espíritu Santo es
librada del pecado y de la corrupción de la muerte (Concepción inmaculada y
Asunción de la santísima Madre de Dios, María, siempre virgen).
"Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto
de sus hijos" (Ap 12, 17). Por eso, el Espíritu y la Iglesia oran:
"Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 17.20), ya que su Venida nos librará del
Maligno. El Señor que ha borrado nuestro pecado y
perdonado nuestras faltas también nos protege y nos guarda contra las
astucias del diablo que nos combate para que el enemigo, que tiene la
costumbre de engendrar la falta, no nos sorprenda. Quien confía en Dios, no
tema al demonio. "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros?" (Rm 8, 31). 7.
DIOS NOS DA EN
LA IGLESIA TODAS LAS ARMAS PARA VENCER AL DEMONIO. Tenemos en la Iglesia todos los medios para
alcanzar la gracia ganada por Jesucristo en la Cruz. Dios es todopoderoso y,
si estamos en comunión con El, no debemos temer al enemigo. Más bien debemos
temer el separarnos de Dios pues sin su gracia estaríamos perdidos. En todos los santos, modelo de heroísmo
entre los hombres, que lucharon con valentía contra el demonio pues los
sostenía la fe, son ejemplos que nos
demuestran cómo vivir en el poder de Jesucristo la vida nueva. El Papa Juan Pablo II, (17 feb. 2002, 1°
domingo de cuaresma), nos exhortó a la vigilancia “para reaccionar con prontitud
a todo ataque de la tentación”. Él nos habló de las armas del cristiano “para
afrontar el diario combate contra las sugerencias del mal: la oración, los
sacramentos, la penitencia, la escucha atenta de la Palabra de Dios, la
vigilancia y el ayuno”. Estos medios austeros, inspirados por el mismo
ejemplo de Cristo, siguen siendo indispensables hoy, pues “el demonio”,
"príncipe de este mundo", continúa todavía hoy con su acción de
embaucador, engañadora y tramposa con los hombres. Es así, como San Juan Pablo II, pidió en
ese entonces con entusiasmo en “el camino penitencial de la Cuaresma para
estar preparados a vencer toda seducción de Satanás y llegar a Pascua en la
alegría del espíritu”. Por tanto, oremos intensamente, en la
humildad de la fe la recapitulación de todos y de todo en Aquel que
"tiene las llaves de la Muerte y del Hades" (Ap 1, 18), Al que es
"el Dueño de todo, Aquel que es, que era y que ha de venir" (Ap 1,
8): Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y
protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de
nuestro Salvador Jesucristo. El
Señor nos cuide y nos Bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Publicado en este
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