La
muerte de santa Teresa según Diego de Yepes TERESA DE JESUS Y EL AMOR AL PROJIMO Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant 1.
EL AMOR POR DIOS Y POR EL
PRÓJIMO SON INSEPARABLES
Sorprende al
leer los libros que ha escrito Teresa, la amplia comprensión que tiene del
amor al prójimo.
Escribe en el libro Las Moradas; “Entendamos, hijas mías, que la perfección
verdadera es amor de Dios y del prójimo, y mientras con más perfección
guardáremos estos dos mandamientos, seremos más perfectas” (1M 2,17). Nuestro
Señor Jesucristo a los fariseos les responde: “Amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la
Ley y los Profetas.” Palabra del
Señor. (Mt 22,37-38)
Teresa a sus monjas; “Acá solas
estas dos que nos pide el Señor: amor de su Majestad y del prójimo, es en lo
que hemos de trabajar; guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y
así estaremos unidos con él.” (5M 3,7) No se puede amar a Dios sin amar al prójimo y no se puede amar al prójimo
sin amar a Dios. “Si
alguno dice: ‘‘amo a Dios'', y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues
quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve” (1 Jn 4, 20) El Papa Benedicto escribe en
la Encíclica Dios es Caridad, un buen comentario sobre este punto, diciendo
que el versículo de Juan se ha de interpretar más bien en el sentido de que
el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que cerrar
los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios. El evangelista, no
excluye el amor a Dios, como si eso no fuera una realidad, y lo que destaca
es la intrínseca relación entre amor a Dios y amor al prójimo. En efecto, No se
puede amar a Dios sin amar al prójimo y no se puede amar al prójimo sin amar
a Dios, es decir, ambos están
tan estrechamente entrelazados, por esa razón, la afirmación de amar a Dios
es una farsa si el hombre se cierra al prójimo y peor es si lo odia. Es así
como Teresa aconseja a sus monjas: “Todas han de ser amigas, todas se han de
amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar; y guárdense, por amor
de Dios, de estas particularidades, por santas que sean” (CE 6,2). A pesar de
que en la Biblia encontramos expresiones donde el amor al prójimos es
considerado como un fenómeno natural, “Todo viviente ama a su semejante, y
todo hombre a su prójimo.” (Eclo 13,15), Teresa comenta; “que si no es
naciendo de raíz del amor de Dios, que no llegaremos a tener con perfección
el del prójimo.” (5M 3,9) El encuentro íntimo de
amistad y amor con Dios que ha tenido Teresa, es un encuentro que le ha permitido a mirar otras personas,
es su caso muchas de sus hijas las monjas, no solo con sus ojos sino desde la
perspectiva de quien es su amigo íntimo, Jesucristo. Cabe destacar que para
Teresa, Jesús es el sustento que la sustenta, el encuentro con Cristo es el
asombro para dialogar entre iguales, como un amigo con los mismos intereses
tal como nos enseña San Juan es sus cartas: “Este es el mandamiento que hemos
recibido de él: que el que ame a Dios ame también a su hermano" (1Jn 4,20-21). Es así como Teresa
escribe; “Entendamos que la perfección verdadera es amor de Dios y del
prójimo, y cuando con mayor perfección guardemos estos mandamientos, seremos
más perfectas. (IM, 2-16) y Juan nos reitera: Más aún, el amor auténtico al
prójimo depende del amor a Dios: "En esto conocemos que amamos a los
hijos de Dios: en que amamos a Dios y guardamos sus mandamientos" (1Jn 5,2). Al ver a las personas con
los ojos de Cristo, puede Teresa entregar mucho más que cosas materiales,
puede ofrecer una mirada y un consejo de amor que es muy necesario para
aliviar las tensiones o dificultades de la vida normal de sus hijas. Escribe
Teresa; “Sé que no falta el amor y deseo en mí para ayudar en lo que yo
pudiere para que las almas de mis hermanas vayan muy adelante en el servicio
del Señor. Y este amor, junto con los años y experiencia que tengo de algunos
monasterios, podrá ser aproveche para atinar en cosas menudas más que los letrados,
que por tener otras ocupaciones más importantes y ser varones fuertes no
hacen tanto caso de cosas que en sí no parecen nada” (C Pról. 3) Aquí Teresa
nos revela esa interacción
entre amor a Dios y amor al prójimo, porque cuando como ella, se vive en un
contacto permanente con Dios, uno se hace sensible a Dios y a servir y
preocuparse por los demás. Sólo el servicio al prójimo, nos hace darnos
cuenta de lo que Dios hace por mí, de lo mucho que quiere darme y de lo mucho
que me ama. Ciertamente, amor a
Dios y amor al prójimo son inseparables, es decir es un único mandamiento,
que se sustentan en el amor que viene de Dios. Nos dice el evangelista;
“Nosotros amemos, porque él nos amó primero.” (1Jn 4,19) 2.
ATENDER Y PREOCUPARSE DEL
PROJIMO, HACE COMPRENDER LO QUE DIOS HACE POR MÍ Y CUANTO ME AMA.
Teresa ha comprendido
que Dios quiere que atendamos a su Hijo antes que a EL. Jesús le pregunta y
le responde a gente de su pueblo: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis
hermanos? Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: Estos son mi
madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre
celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.” (Mt 12, 47.50) Es
decir, Jesús nos ha hecho su hermano si cumplimos la voluntad de Dios y la
voluntad de Él es que nos amemos y no de palabras, si no que en los hechos,
como Jesús, que: “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó
hasta el extremo.” (Jn 13,1), es así como él nos ha dicho que: “Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Enseña Teresa; “Cuanto
a la primera, que es amaros mucho unas a otras, va muy mucho; porque no hay
cosa enojosa que no se pase con facilidad en los que se aman” (C 4,5) esto es
muy cierto, porque entre los que se aman no hay dificultad que no se pase con
facilidad, y más adelante agrega; “Porque estas amistades grandes pocas veces
van ordenadas a ayudarse a amar más a Dios, antes creo las hace comenzar el
demonio para comenzar bandos en las religiones; que cuando es para servir a
Su Majestad, luego se parece, que no va la voluntad con pasión, sino
procurando ayuda para vencer otras pasiones.” (C 4, 6). Es decir, cuando las
grandes amistades sirven para mejor entregarse a Dios pronto se ve, porque no
va la voluntad guiada por la pasión, sino que va buscando ayuda para vencer
otras pasiones. Reitera el Señor; “Que,
como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. (Jn
13,34), aquí todas han de ser amigas, todas se han de amar,
todas se han de querer, todas se han de ayudar; y guárdense de estas
particularidades, por amor del Señor” y sigue más adelante; “Amemos las
virtudes y lo bueno interior, y siempre con estudio traigamos cuidado de
apartarnos de hacer caso de esto exterior.” (C 4,7) No revela Jesús; “El
que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me
ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él. (Jn 14,21),
y más adelante nos precisa; “Como el Padre me amó, yo también os he amado a
vosotros; permaneced en mi amor.” (Jn 15,9) Y esto es lo que ha entendido
Teresa, que la voluntad de Dios es que nos amemos y que la única voluntad
verdadera es el amor de unos con otros, como lo pide Jesús: “Este es el
mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.” (Jn
15.12) Escribe Teresa; “Acá
solas estas dos que nos pide el Señor: amor de su Majestad y del prójimo, es
en lo que hemos de trabajar; guardándolas con perfección, hacemos su
voluntad, y así estaremos unidos con él.” (5M 3,7) Y el Señor nos dice;
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu mente. Este es el mayor y el primer
mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.” (Mt
22-39) Más adelante Teresa agrega: “que si no es naciendo de raíz del amor de
Dios, que no llegaremos a tener con perfección el del prójimo.” (5M 3,9) Teresa, se da cuenta
como buena teóloga, que si en su vida le falta el contacto con Dios, verá en
el prójimo un ser corriente sin lograr ver en él la imagen divina, por eso no
basta ser piadosa por cumplir con sus deberes religiosos, porque en ese caso se
deteriora la relación con Dios, es decir por buena que sea la relación con
los demás, no incluye el amor que se necesita y pide Dios. En otras palabras,
el servicio y la preocupación al prójimo con amor, me hace comprender lo que Dios hace por mí
y cuanto me ama. 3.
AMAR DIOS Y GUARDAR SUS
MANDAMIENTOS
En la
primera carta de San Juan, nos escribe que Dios-Amor, es fuente del amor.
Dios nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros
podemos relacionarnos también con el amor. Es así como “nosotros hemos conocido el amor que
Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el
amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16) Dios
no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos. Él
nos ama y nos hace ver y experimentar su amor. Por eso cuestiona
Teresa, que al interior de los monasterios hayan personas que se tratan a
diario, que viven en compañía, que conversan siempre entre las mismas en
muchas ocasiones durante el día, que ni siquiera hablan con personas
externas, creyendo que aman a Dios y él a ella, pues lo han dejado todo por
Su Majestad, no atesoren amor a sus hermanas. Ciertamente, si las hay, dice
que son persona bruta, es decir cerradas a entender, entonces se pregunta; “¿qué
gente hay tan bruta que tratándose siempre y estando en compañía y no
habiendo de tener otras conversaciones ni otros tratos ni recreaciones con
personas de fuera de casa, y creyendo nos ama Dios y ellas a él pues por Su
Majestad lo dejan todo, que no cobre amor? En especial, que la virtud siempre
convida a ser amada; y ésta, con el favor de Dios, espero en Su Majestad
siempre la habrá en las de esta casa. Así que en esto no hay que encomendar
mucho, a mi parecer. (C
4, 10). Nos dice el Señor en el Evangelio; “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás
a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que
os persigan,” (Mt 5,43 Teresa
parece responder; ¡Oh miseria humana! ¿Hasta cuándo, hijas, imitaremos en
algo este gran Dios? ¡Oh!, pues no se nos haga ya que hacemos nada en sufrir
injurias, sino que de muy buena gana pasemos por todo y amemos a quien nos
las hace, pues este gran Dios no nos ha dejado de amar a nosotras aunque le
hemos mucho ofendido, y así tiene muy gran razón en querer que todos perdonen
por agravios que les hagan.” (6M 10,4) A este propósito, Juan
se expresa así en su primera carta: "Si alguno dice que ama a Dios y
odia a su hermano, es un mentiroso. El que no ama a su hermano, al que ve, no
puede amar a Dios, al que no ve. Éste es el mandamiento que hemos recibido de
él: que el que ame a Dios ame también a su hermano" (1Jn 4,20-21). Teresa a sus hijas; “Entendamos
que la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo, y cuando con mayor
perfección guardemos estos mandamientos, seremos más perfectas.” (IM, 2-16) y
Juan nos reitera: Más aún, el amor auténtico al prójimo depende del amor a
Dios: "En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: en que amamos a
Dios y guardamos sus mandamientos" (1Jn 5,2). Escribe Teresa; “este
gran Dios no nos ha dejado de amar a nosotras aunque le hemos mucho ofendido,
y así tiene muy gran razón en querer que todos perdonen por agravios que les
hagan.” (6M 10,4) 4.
EL AMOR AL PRÓJIMO EN LA BIBLIA
Ciertamente en la
Biblia encontramos una amplia y significativa presentación del amor humano, es
así como en ella tenemos sobre todo la descripción del amor en su dimensión
religiosa. Por tanto, la Biblia nos da a entender no solamente el amor que
tiene por objeto a Dios, sino también el amor al prójimo tal como lo manda el
Señor en la Sagrada Escritura y como está fundamentado en su palabra. Por
otra parte, en la Biblia encontramos expresiones de generosidad, caridad,
altruismo, no obstante Teresa nos explica un amor al prójimo que nos
sorprende enormemente, fundamentada en
el amor del Hijo de Dios a todos los hombres. Y algunos preceptos
del amor al prójimo los tiene Teresa aprendido desde su familia, ella recuerda a su Padre: “Era mi padre un
hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos, y aun con
los criados; tanta, que jamás se pudo conseguir que tuviese esclavos, y les
tenía gran piedad” (V 1, 2). Un contenido similar conserva la exhortación a
amar a los esclavos juiciosos y a los siervos fieles lo leemos en el
Eclesiástico; “No maltrates al criado
que trabaja fielmente, ni al jornalero que pone su empeño” (Eclo 7,20), También
en otros relatos la motivación del amor al prójimo es ciertamente de carácter
sobrenatural, ya que esta actitud se presenta como un precepto del Señor: “No
te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu
prójimo como a ti mismo.” (Lv 19,18)
En realidad, desde los textos más
antiguos de la Sagrada Escritura la relación religiosa con Dios está íntimamente
vinculada al comportamiento con el prójimo. El decálogo une los deberes para
con el Señor y para con los hermanos; “No darás testimonio falso contra tu
prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu
prójimo, (Ex 20,1-17) “No
darás testimonio falso contra tu prójimo. No desearás la mujer de tu prójimo,
no codiciarás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno:
nada que sea de tu prójimo.” (Dt
5,6-21). Además, muchas veces
el amor al prójimo en la Biblia se fundamenta en la conducta de Dios: “Hay
que portarse con amor, porque el Señor ha amado a esas personas que hace
justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, a quien da pan y
vestido” (cf Dt 10,18s); “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y
odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por
los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque
si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?” (Mt 5,44s.) “Más
bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a
cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque
él es bueno con los ingratos y los perversos.” (Lc 6,35s); No se trata, por consiguiente, de una
simple solidaridad humana o de filantropía, ya que la razón del amor al
prójimo es de carácter histórico-salvífico o sobrenatural. Por tanto, en la
Sagrada Escritura el hecho natural e instintivo del amor ha sido elevado a la
esfera religiosa o sobrenatural e insertado en la alianza divina.” Pero, ¿Quién es el prójimo al que hay que amar? El primer problema a resolver, cuando se habla del amor al
"prójimo", concierne al significado de este término. La cuestión
dista mucho de resultar ociosa, ya que semejante pregunta se la dirigió
también a Jesús nada menos que un doctor de la ley (Lc 10,29). Para el AT, el prójimo es el israelita, muy
distinto del pagano y del forastero. En la tórah encontramos el famoso precepto divino de amar al prójimo
como así mismo, en paralelismo con la prohibición de vengarse contra los
hijos del pueblo israelita (Lv 19,18).
El prójimo, en realidad, indica al hebreo (Ex 2,13 Lv 19,15 Lv 19,17). En los evangelios,
cuando se habla del amor al prójimo, se cita a menudo el precepto de la ley
mosaica (Mt 19,19 Mt 22,39 Mc 12,31
Mc 12,33) y se presupone, al menos en el nivel del Jesús histórico,
que el prójimo es el israelita. Pero en la parábola del buen samaritano queda
superada esta posición, ya que en ella el prójimo indica con toda claridad a
un miembro de un pueblo enemigo (Lc
10,29-36). Jesús revolucionó el mandamiento de la ley mosaica que
ordenaba el amor al prójimo y permitía el odio al enemigo (Mt 5,43). En las cartas de los
apóstoles no pocas veces se apela a la Sagrada Escritura para inculcar el
amor al prójimo (Jc 2,8). En
este precepto del amor fraterno se ve el cumplimiento pleno de la ley (Ga 5,14 Rom 13,8ss). Teresa nos dice que “La
señal más cierta qué hay de que guardamos el amor a Dios, es guardar el amor
al prójimo. Porque si amamos a Dios no se puede saber, más el amor del
prójimo sí se puede conocer. Y estad ciertas que cuanto más crecidas y
maduras os viereis en el amor al prójimo, más lo estáis en el amor a Dios.
Porque es tan grande el que Su Majestad nos tiene, que en pago del que
tenemos al prójimo, hará que crezca el que tenemos a Su Majestad (El Señor) de
mil maneras. De esto yo no puedo dudar. Porque creo yo que, con lo malo que
es nuestro natural, si el amor a los hermanos no nace de la raíz del amor de
Dios, no llegaremos a tener con perfección el del prójimo” (V M 3, 7-9) 5.
AMOR AL PROJIMO ES AYUDARSE Y DEFENDERSE
UNOS CON OTROS, PREOCUPARSE PARA QUE TODOS SE SALVEN (Libro Vida)
Enseñando el amor a
sus semejantes cuando andan las cosas del servicio de Dios “flacas”, débiles,
Teresa dice que es necesario “hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante” es
decir defenderse unos a otros, por eso aconseja que es necesario “buscar
compañía para defenderse, hasta que ya estén fuertes” y esto sucede a veces que cuando uno
comienza a darse a Dios, hay muchos que murmuran. Teresa va escribiendo en el Libro Vida: “creer
que para aquellos con quien conversa le ayudará Dios, y crece la caridad con
ser comunicada “ (V 7-22) En efecto, es una virtud de humildad no fiarse de sí, sino creer que Dios
nos ayudará para animar y consolar y enseñar a aquellos con quienes trata, y
crece la caridad al comunicarse.. También nos enseña
Teresa; “Pues procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que
viéremos en los otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados” (V
13,10) Y si han de predicar: “Dejemos
si hubiesen de predicar o enseñar, que entonces bien es ayudarse de aquel
bien para ayudar a los pobres de poco saber, como yo, que es gran cosa la
caridad y este aprovechar almas siempre, yendo (haciéndolo) desnudamente por
Dios. “(V 15,8) El cuidarse unos a
otros, y preocuparse de los otros es un modo de ayudar a sanar heridas, y
sanar almas para el cielo. Teresa es generosa en reconocer de quien ha
recibido ayuda. Escribe ella; “fue todo para mayor bien mío, porque yo
conociese y tratase gente tan santa como la de la Compañía de Jesús.” Más adelante
agrega; “Esta vez quedé concertada con este caballero santo, para que alguna
vez me viniese a ver. Aquí se vio su gran humildad, querer tratar con persona
tan ruin como yo. Comenzóme a visitar y a animarme y decirme que no pensase
que en un día me había de apartar de todo, que poco a poco lo haría Dios……..”lo digo aquí, que fue toda mi salud saberme curar (toda mi
salvación estuvo en que aquel hombre me supo curar) y tener humildad y
caridad para estar conmigo, y sufrimiento (paciencia) de ver que no en todo
me enmendaba. Iba con discreción, poco a poco dando maneras para vencer el
demonio. Yo le comencé a tener tan grande amor, que no había para mí mayor
descanso que el día que le veía, aunque eran pocos. Cuando tardaba, luego me
fatigaba (entristecía) mucho, pareciéndome que por ser tan ruin no me veía. (V
23,10) Y amar al prójimo es procurar que ellos se salven, Teresa dice que gano grandes
impulsos para hacer eso; “los ímpetus grandes de aprovechar almas, que me
parece, cierto, a mí que, por librar una sola de tan gravísimos tormentos,
pasaría yo muchas muertes muy de buena gana” (se
refiera a luteranos en especial, porque eran ya por el bautismo miembros de
la Iglesia) (V 32, 26). El apóstol San Pablo,
gran trabajador por Cristo, siempre se le ve una gran preocupación para que
todos se salven, escribe; “Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro
Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento
pleno de la verdad.” (Tm 2,4), “lo mismo que yo, que me esfuerzo por agradar
a todos en todo, sin procurar mi propio interés, sino el de la mayoría, para
que se salven.” (1 Cor 10,33) ”Hermanos, el anhelo de mi corazón y mi oración
a Dios en favor de ellos es que se salven.” (Rom 10,1) Son muchas las formas de no amar al prójimo, como hablar mal del otro, o
hacer acepciones, (diferencias por cualquier motivo). Teresa declara; “no era
inclinada a murmurar, ni a decir mal de nadie, ni me parece podía querer mal
a nadie, ni era codiciosa, ni envidia jamás me acuerdo tener de manera que
fuese ofensa grave del Señor, y otras algunas cosas, que, aunque era tan
ruin, traía temor de Dios lo más continuo; (V 32,7) Santiago escribe; “Amarás a tu prójimo como a ti mismo,
obráis bien; pero si tenéis acepción de personas, cometéis pecado” (Sant 2,8) En el capítulo 34, del
libro Vida, relata Teresa cómo la
mandó ir su prelado para consuelo de una señora muy principal que
estaba muy afligida. Por tanto para Teresa, no solo había que preocuparse de
sus mojas y cercanos, sino que la caridad, que es amor al prójimo es con todos.
Relata Teresa de una: “señora muy afligida a causa de habérsele muerto su
marido…..pareciéndole que se consolaría conmigo…. Vi que era mujer y tan
sujeta a pasiones y flaquezas como yo……Fue el Señor servido (Quiso el Señor) que
aquella señora se consoló tanto, que conocida mejoría comenzó luego a tener y
cada día más se hallaba consolada….Era muy temerosa de Dios y tan buena, que
su mucha cristiandad suplió lo que a mí me faltaba. Tomó grande amor conmigo….
Porque esto tengo yo de unos años acá, (Desde
hace unos años) que no veo persona que mucho me
contente,
(cuando veo una persona) que
luego querría verla del todo dar a Dios, (que me gusta, deseo verla totalmente entregada a Dios) con
unas ansias que algunas veces no me puedo. (V 34, 3-7) 6.
AMOR ALPROJIMO, TODAS HAN DE SER
AMIGAS, TODAS SE HAN DE AMAR, TODAS SE HAN DE QUERER, TODAS SE HAN DE AYUDAR.
(Camino de Perfección)
Teresa, se ocupa de
enseñar en el Libro Camino de Perfección “que es amor del prójimo”, (Epígrafe
CE 6) y luego “Prosigue en este modo
de amor del prójimo”. (Epígrafe CE 9) Enseña el Apóstol San
pablo; “Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama
al prójimo, ha cumplido la ley. En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás,
no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta
fórmula: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al
prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud.” (Rom 13,8) Declara Teresa; “aquí
todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas
se han de ayudar; y guárdense de estas particularidades, por amor del Señor,
por santas que sean, que aun entre hermanos suele ser ponzoña y ningún
provecho en ello veo; y si son deudos, muy peor, ¡es pestilencia!
(Pestilencia indica la gravedad) (C 4,7) es un llamado a amar las virtudes y la bondad interior, y que
llevemos siempre examen cuidadoso para no hacer caso de lo exterior. Dice san
Pablo; ““Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien,
buscando su edificación;” (Rom 15,2) Es cosa extraña qué apasionado amor es éste, qué de lágrimas cuesta, qué
de penitencias y oración, qué cuidado de encomendar (rogar por el alma de
todos) a todos los que piensa le han
de aprovechar con Dios para que se le encomienden, qué deseo ordinario,
(constante de su santidad) un no traer contento si no le ve aprovechar” (tristeza si ve que no adelanta) Pues si le parece está mejorado y le ve que torna (vuelve) algo atrás, no
parece ha de tener placer en su vida; ni come ni duerme sino con este cuidado
(preocupación), siempre temerosa si alma que tanto quiere se ha de perder” (Vive siempre con el temor de que alma
que tanto quiere se pueda perder.) Es -como he dicho- (2) amor sin poco ni
mucho de interés propio. Todo lo que desea y quiere es ver rica aquella alma
de bienes del cielo. Esta es voluntad, y no estos quereres de por acá desastrados, aun no digo
los malos, que de ésos Dios nos libre” (C 7,1) Eesto merece el nombre de amor, no
estos amorcitos desordenados y falsos del mundo, de los cuales Dios nos
libre. “hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los
unos de los otros.” (Ef 4,25) Torno (Repito) otra
vez a decir, que se parece y va imitando este amor al que nos tuvo el buen
amador Jesús; y así aprovechan (por
eso hacen tanto bien los que así aman) tanto, porque no querrían ellos
sino abrazar todos los trabajos, y que los otros sin trabajar se aprovechasen
de ellos. Así ganan muy mucho los que tienen su amistad; (Ssiempre quisieran estar trabajando y
ganado para los que aman, pues les quieren enseñar más con obras que con
palabras) No les sufre el corazón tratar con ellos doblez, (no les permite ser falsos con ellos) porque
si les ven torcer el camino, (si
les ven alguna falta) luego se lo dicen, o algunas faltas. No pueden consigo
acabar otra cosa. Teresa quiere enseñar decir; “Cuando conozcáis alguna persona así,
hermanas, que la madre busque por todos los medios, que trate con vosotras.
Quered cuanto quisiereis a estas personas. Pocas hay, pero el Señor hace que
sean conocidas... y luego añade “Esta manera de amar es la que yo
querría tuviésemos nosotras. “(C
7, 4). Teresa advierte que es
bueno y necesario sentir ternura y manifestarla, y compadecerse de los
sufrimientos y enfermedades de las hermanas, aunque sean de poca importancia Es bueno y necesario algunas veces mostrar ternura en la voluntad, y aun
tenerla, y sentir algunos trabajos y enfermedades de las hermanas, aunque
sean pequeños (de las que otras se reirían) (C
7,5) y más adelante expresa que hay que proponerse también estar alegres: “Procurar
también holgaros con las hermanas cuando tienen recreación con necesidad de
ella y el rato que es de costumbre, aunque no sea a vuestro gusto, que yendo
con consideración todo es amor perfecto” (C 7,7) 7.
ES MAS FACIL VER LAS FALTAS DE
LOS DEMAS, ANTES QUE LAS NUESTRAS, ESO, NO ES AMOR AL PROJIMO (Camino de
Perfección)
Es más fácil ver
las faltas de los demás, antes que las nuestras, eso, no es amor al prójimo. ¿Tiene
derecho el hombre asumir la responsabilidad de Juzgar a su prójimo?; “Uno
solo es el legislador y juez, que puede salvar o perder. En cambio tú, ¿quién
eres para juzgar al prójimo? (Sant 4,12) Ciertamente, es muy fácil criticar,
juzgar y de esta forma llegar a despreciar a los demás o provocar el
desprecio y alejamiento de los amigos de quien se juzga. Se critica censurando
negativamente a las personas y sus actos, se juzga a las personas valorando
sus acciones o sus condiciones y se emite un
dictamen o sentencia sobre ellas pensando que se tiene autoridad para
ello, desde allí, el desprecio al criticado y juzgado es el paso siguiente.
Sin embargo juzgar, es un pecado grave, esto es Palabra de Señor, ya que el
mismo Jesucristo ha dicho: “¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano,
deja que saque la pajita que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga
que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces
podrás ver para sacar la pajita que hay en el ojo de tu hermano”. (Lc 6, 42) Entonces
no existe nada más grave, que juzgar o despreciar al prójimo.
Santa Teresa, también
se preocupa y enseña lo que ha aprendido de su buen Maestro sobre que no
debemos ni murmurar ni nos corresponde Juzgar al prójimo, y dice: “Pues decir
a un murmurador que es la voluntad de Dios querer tanto para sí como para su
prójimo, o para su prójimo como para sí, no lo puede poner a paciencia ni
basta razón para que lo entienda.” (CE 57,1) “Y viene otro daño de
aquí, que es juzgar a los otros que no van por aquel camino, sino con más
santidad (por aprovechar el prójimo) tratan sin esos encogimientos, luego nos
parecerán imperfectos. Si tienen alegría santa, nos parecerá disolución, en
especial si es como en vosotras, que no tenéis letras ni sabéis bien lo que
se puede hacer sin pecado. Es muy peligrosa cosa y un andar en tentación
continua y muy de mala digestión, porque es en perjuicio del prójimo; y
pensar que si no van todos por vuestro camino de encogimiento no van tan
bien, es malísimo.” (CE 71,6) “Es la voluntad de
Dios que tenga cuenta con moderar su plato, para que coman otros siquiera
pan, que mueren de hambre, sacará mil razones para no entender esto si no a
su propósito; pues decir a un murmurador que es la voluntad de Dios querer
tanto para su prójimo como para sí, no lo puede poner a paciencia ni basta
razón para que lo entienda; pues decir a un religioso que está mostrado a
libertad y a regalo, que ha de tener cuenta con que ha de dar ejemplo, y que
mire que ya no son solas palabras con las que ha de cumplir cuando dice esta
palabra” (CV 33,1) “Y viene otro daño de
aquí, que es juzgar a otros; cómo no van por vuestro camino, sino con más
santidad (por aprovechar el prójimo tratan con libertad y sin esos
encogimientos), luego os parecerán imperfectos. Si tienen alegría santa,
parecerá disolución, en especial en las que no tenemos letras, ni sabemos en
lo que se puede tratar sin pecado. Es muy peligrosa cosa y un andar en
tentación continuo y muy de mala digestión, porque es en perjuicio del
prójimo; y pensar que si no van todos por el modo que vos, encogidamente, no
van tan bien, es malísimo. Y hay otro daño, que en algunas cosas que habéis
de hablar y es razón habléis, por miedo de no exceder en algo no osaréis sino
por ventura decir bien de lo que sería muy bien abominaseis” (CV 41,6) “Os doy un mandamiento
nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os
améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois
discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.” Palabra del Señor
(Jn 13,34) Y enseña Teresa; “Mirad, hermanas, lo que nos importa amarnos unas
a otras y tener paz, que es la única condición que puso el Señor” (CE 64, 4). 8.
LA VOLUNTAD DE DIOS Y LO QUE
IMPORTA PARA ESTO EL AMOR AL PROJIMO (Libro Las Moradas)
En la quintas moradas,
capítulo 3, nos habla Teresa de otra manera de unión que puede alcanzar el
alma con el favor de Dios, y lo que importa para esto el amor del prójimo.
Aquí nos enseña que todo cristiano ha de ser para los otros. Porque no basta
recibir, todo lo que se recibe se debe irradiar, difundir, transmitir. Eso es
además voluntad de Dios. Teresa comprende bien este deseo de Dios, por eso
ella pone de relieve la importancia de la relación con los otros, es decir,
“amor al prójimo”. Entiende Teresa que
eligiendo hacer la Voluntad de Dios, el deseo de Dios revelado en su Palabra,
está aceptando que solo Dios puede proporcionarle la felicidad plena que
aspira para sí misma y para sus hermanas. Esto a ella le produce deleite. Teresa
comprende y por eso enseña que solo Dios puede conducir a las almas al cielo,
es decir a mejor destino y eterno. Ella entiende esta situación y manifiesta
en todo su confianza en Dios al reconocerlo como a un padre amoroso, a un
Dios que siempre quiere regalarnos, a un Hijo de Dios que quiere caminar de
la mano con nosotros, guiarnos, protegernos y llevarnos a la felicidad eterna.
Escribe Teresa en la quintas moradas; “Pues, ¿qué sería a su Majestad,
viéndose en tan gran ocasión para mostrar a su Padre cuán cumplidamente
cumplía el obedecerle, y con el amor del prójimo? ¡Oh, gran deleite, padecer
en hacer la voluntad de Dios! (5M 2,14) “Dice de otra manera de unión que
puede alcanzar el alma con el favor de Dios, y lo que importa para esto el
amor del prójimo.” (5M 3) Escribe Teresa, compartiendo en sus
letras todo lo que ha recibido de regalo de Dios, o guardándose nada para sí: ¿Qué pensáis, hijas, que es su
voluntad? “Que seamos del todo perfectas, que para ser unos con él y con el
Padre, como su Majestad le pidió, (“para que sean uno como nosotros somos
uno" Jn 17, 22) mirad qué nos falta para llegar a esto. Yo os digo que
lo estoy escribiendo con harta pena de verme tan lejos, y todo por mi culpa;
que no ha menester (no es necesario) el Señor hacernos grandes regalos para
esto, basta lo que nos ha dado en darnos a su Hijo que nos enseñase el
camino. No penséis que está la cosa en si se muere mi padre o hermano,
conformarme tanto con la voluntad de Dios que no lo sienta; y si hay trabajos
y enfermedades, sufrirlos con contento. Bueno es, y a las veces consiste en
discreción, porque no podemos más, y hacemos de la necesidad virtud. Cuántas
cosas de éstas hacían los filósofos, o aunque no sea de éstas, de otras, de
tener mucho saber. Acá solas estas dos que nos pide el Señor ("Amarás a
tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos”. Mc
12,31) amor de su Majestad y del prójimo, es en lo que hemos de trabajar guardándolas
con perfección, hacemos su voluntad, y así estaremos unidos con él. Más ¡qué
lejos estamos de hacer, como debemos a tan gran Dios, estas dos cosas, como
tengo dicho! Plega (Ruega) a su Majestad nos dé gracia para que merezcamos
llegar a este estado, que en nuestra mano está, si queremos.” (5M 3,7) “La más cierta señal que, a mi
parecer, hay de si guardamos estas dos cosas, es guardando bien la del amor
del prójimo; porque si amamos a Dios no se puede saber, aunque hay indicios
grandes para entender que le amamos; más el amor del prójimo, sí. (Si alguno
dice: « Amo a Dios », y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no
ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. 1 Jn 4,20) Y
estad ciertas que mientras más en éste os viereis aprovechadas, más lo estáis
en el amor de Dios; porque es tan grande el que su Majestad nos tiene que, en
pago del que tenemos al prójimo, hará que crezca el que tenemos a su Majestad
por mil maneras; en esto yo no puedo dudar. (5M 3,8) “Impórtanos mucho
andar con gran advertencia cómo andamos en esto, que, si es con mucha
perfección, todo lo tenemos hecho; porque creo yo que según es malo nuestro
natural, que si no es naciendo de raíz del amor de Dios, que no llegaremos a
tener con perfección el del prójimo. Pues tanto nos importa esto, hermanas,
procuremos irnos entendiendo en cosas aun menudas, y no haciendo caso de unas
muy grandes, que así por junto vienen en la oración, de parecer que haremos y
aconteceremos por los prójimos y por sola un alma que se salve; porque, si no
vienen después conformes las obras, no hay para qué creer que lo haremos. Así
digo de la humildad también y de todas las virtudes. Son grandes los ardides
del demonio, que por hacernos entender que tenemos una, no la teniendo, dará
mil vueltas al infierno. Y tiene razón, porque es muy dañoso, que nunca estas
virtudes fingidas vienen sin alguna vanagloria, como son de tal raíz, así
como las que da Dios están libres de ella ni de soberbia. (5M 3,9) “¡Oh hermanas, cómo se
ve claro adonde está de veras (donde esta de verdad) el amor del prójimo en
algunas de vosotras y en las que no está con esta perfección! Si entendieseis
lo que nos importa esta virtud no traeríais otro estudio.” (Interés, deseo) (5
M3, 10) “Que algunas luego les
parecerá que está todo hecho, creedme que no habéis llegado a unión, y pedid
a nuestro Señor que os dé con perfección este amor del prójimo, y dejad hacer
a su Majestad; que él os dará más que sepáis desear como vosotras os
esforcéis y procuréis en todo lo que pudiereis esto; y forzar vuestra
voluntad para que se haga en todo la de las hermanas, aunque perdáis de
vuestro derecho, y olvidar vuestro bien por el suyo, aunque más contradicción
os haga el natural; y procurar tomar trabajo por quitarle al prójimo, cuando
se ofreciere. No penséis que no ha de costar algo y que os lo habéis de
hallar hecho. Mirad lo que costó a nuestro Esposo el amor que nos tuvo, que
por librarnos de la muerte, la murió tan penosa como muerte de cruz.” (5M
3,12) 9.
PORQUE SI AMAMOS A DIOS NO SE
PUEDE SABER, MAS EL AMOR DEL PRÓJIMO SÍ SE PUEDE CONOCER. (Libro Las Moradas)
“Amar al prójimo como
a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.” Palabra del
Señor (Mc 12,31) Esto lo entiende bien Teresa, su conocimiento de las
enseñanzas del Señor, continúan en todas sus obras. Es así, como ella en su
obra las Moradas o Castillo Interior, que es un “tratado de vida espiritual”,
no deja de hablarnos de la necesidad y la importancia del amor al prójimo. Me
enseña en una conversación muy amistosa el padre Maximiliano Herráiz, que una
lectura atenta de las Moradas bastará para convencer a cualquiera. Y es una
gran verdad, es así como quiero destacar como si amamos a Dios no se puede
saber, más el amor al prójimo si se puede conocer” (V M 3, 7-9) Enseña la maestra; “Que
estará muy falta Si no es por falta de humildad y del amor del prójimo;
porque si esto no es, ¿cómo nos podemos dejar de holgar (alegrar) de que haga
Dios estas mercedes (gracias, regalos) a un hermano nuestro? pues no impide
para hacérnoslas a nosotras, (¿Acaso es obstáculo que las conceda a un
hermano para que nos las de a nosotros?) y de que Su
Majestad dé a entender sus grandezas, sea en quien fuere?” (I M 1, 3). Ciertamente,
cómo no alegrarnos de que manifieste sus grandezas sea a quien sea. “Y sigue Teresa
enseñando; “Entendamos, hijas mías, que la perfección verdadera es amor de
Dios y del prójimo, y mientras con más perfección guardáremos estos dos
mandamientos, seremos más perfectas. Toda nuestra Regla y Constituciones no
sirven de otra cosa sino de medios para guardar esto con más perfección.
Dejémonos de celos indiscretos, que nos pueden hacer mucho daño. Cada una se
mire a sí.” (I M 2, 17). Sigue Teresa; “Importa
(es necesario) tanto este amor de unas con otras, que nunca querría que se os
olvidase; porque de andar mirando en las otras unas naderías, que a las veces
(que quizá) no será imperfección, sino, como sabemos poco, (ignorancia) quizá
lo echaremos a la peor parte, puede el alma perder la paz y aun inquietar la
de las otras” (I M 2, 18). Ciertamente, aprender a
vivir como hermanos, es lo que embellece a la comunidad, que está habitada
por Dios. Teresa ha dicho; “Toda nuestra Regla y Constituciones no sirven de
otra cosa sino de medios para guardar esto con más perfección”, pero Teresa
entiende y por eso lo enseña, la importancia que tiene la atención al
hermano, por ejemplo, se da el caso que no hice mis oración de la horas por
ir a visitar a un hermano enfermo o que requiere de una importante ayuda. El
mismo Jesús nos lo aclara en la parábola del Buen Samaritano, donde
sacerdotes y levitas no atienden a un hombre caído, o por celo, o por su
origen o por tener que cumplir un compromiso; “¿Quién de estos tres te parece
que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?” Él dijo: “El que practicó
la misericordia con él.” Díjole Jesús: “Vete y haz
tú lo mismo.” Palabra del Señor (Lc 10, 36-37) Teresa es muy precisa
en la Palabra del Señor, (Lc 10, 36-37), por eso enfáticamente dice; “ Que
no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien
puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te
compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a tí;
y si fuere menester, lo ayunes, porque ella lo coma, no tanto por ella, como
porque sabes que tu Señor quiere aquello. Esta es la verdadera unión con su
voluntad, y que si vieres loar mucho a una persona te alegres más mucho que
si te loasen a tí. Esto, a la verdad, fácil es, que
si hay humildad, antes tendrá pena de verse loar. (Si vieres alabar mucho a
una persona, te alegres mucho más que si te alabasen a tí) Mas esta alegría
de que se entiendan las virtudes de las hermanas es gran cosa, y cuando
viéremos alguna falta en alguna, sentirla como si fuera en nosotras y
encubrirla. (V M 3, 11). Y sigue más adelante; “pedid
a nuestro Señor que os dé con perfección este amor del prójimo, y dejad hacer
a Su Majestad, (El Señor) que Él os dará más que sepáis desear, como vosotras
os esforcéis y procuréis en todo lo que pudiereis esto; y forzar vuestra
voluntad para que se haga en todo la de las hermanas, aunque perdáis de
vuestro derecho, y olvidar vuestro bien por el suyo, aunque más contradicción
os haga el natural; y procurar tomar trabajo por quitarle al prójimo, cuando
se ofreciere. (V M 3, 12). Continua Teresa, ya al
final de las Moradas; “Diréis que esto no es convertir, porque todas son
buenas. ¿Quién os mete en eso? Mientras fueren mejores, más agradables serán
sus alabanzas al Señor y más aprovechará su oración a los prójimos. (7M 4,15) Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Marzo de
2016 (Año de la Misericordia) Publicado
en mi web www.caminando-con-jesus.org
sección teresa de jesus Fuentes Bibliográficas y de
referencias Obras Completas, Edición
Maximiliano Herráiz G. Obras Completas, Editorial
Monte Carmelo Mi libro, Teresa de Jesús nos
habla de Dios, Editorial Monte Carmelo Mis apuntes de Clase en el
Cites, Universidad de la Mística, Avila, mis maestros:
Maximiliano Herráiz G, OCD, Francisco Javier Sancho F. OCD, Rómulo Cuartas L.
OCD, Jerzy Nawojwski OCD,
P. Antonio Mas A. Textos Bíblicos, Biblia de
Jerusalén |