TAMBIEN TERESA Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Disertación preparada para mis hermanos de la
Habana y Matanzas, Cuba Febrero 2017 Queridas hermanas y
hermanos En mi primer viaje a Cuba, vine para hablar de la vida de Teresa de
Jesús con motivo del V Centenario de su nacimiento, en mi segundo viaje vine
hablar de la Maestra de la Oración, y ahora en este tercer viaje quiero decir
que también Teresa es mujer en plenitud, superdotada de cualidades humanas. 1.
AÑOS DE REGATEO ENTRE
DIOS Y EL MUNDO, UNA VIDA SIMPLE Y CORRIENTE. Comenta Teresa; “Pasaba una vida trabajosísima”. Sufre en la oración, porque
no es fiel: “me llamaba Dios pero yo seguía el mundo”. “Intentaba concertar
estos dos contrarios tan enemigos uno de otro”. (V 7,17) Y no es que fuera
mala, era considerada por muy buena, pero Dios la quería mejor, y ella estaba
imposibilitando la realización de su llamamiento. Ella reconoce que “con regalos grandes castigabais, Señor, mis
delitos”. (Libro Vida, 7,19) A pesar de la desgana sigue acudiendo al
oratorio, haciendo esfuerzos sobrehumanos, más pendiente del reloj que de la
oración, “hartas veces no sé qué penitencia grave se me pusiera delante que
no la acometiera de mejor gana que recogerme a tener oración.” (V, 8,7) El Señor sostiene su perseverancia, y su
fidelidad de permanecer apoyada “en la columna de la oración” (V 8,2) pone a
prueba su “determinada determinación” de orar. Ya no estaba en su mano dejar
la oración, “porque me tenía en las suyas el que me quería para hacerme
mayores mercedes”. (V 7,17) Profesar como monja en un monasterio no es sinónimo de penetrar en el
misterio de Dios, dejarse quemar en su fuego y permanecer pacientemente en su
nube asomada al abismo. Lo primero se puede hacer desde una vida simple y
mediocre. Lo segundo exige una inmensa y dolorosa purificación, devoradora de
la mujer vieja. Teresa vivió como monja corriente casi veinte años. A punto
de cumplir los cuarenta años la va a tomar Dios por su cuenta, porque la
tiene elegida para maestra de la Iglesia de su tiempo, sacudida por el
vendaval de la polémica en torno a la oración, cuando además no se aprovecha
la energía de la mujer. Corriente antioracionista y antifeminista que Teresa
está llamada a corregir y a orientar, como maestra segura de oración y de
vida cristiana, de su tiempo y de todos los tiempos. 2.
GUERRA INTERIOR DE DUDAS,
TITUBEOS Y CONVERSIÓN. Y, como el mejor médico suele ser el que padeció la enfermedad que ha
de curar, la Providencia dispuso que Teresa aprendiera a orar sola, por no
haber tenido maestros, ella misma confiesa: “yo no hallé maestro, aunque lo
busqué, en veinte años”. (V 4,7) Tropezando, abandonando, recomenzando,
perseverando, saldrá maestra de oración. Veinte años de oración a secas,
dura, difícil, árida y seca, no obstante, cuando sacaba una gota de agua se
sentía feliz, para poder después, desde su experiencia, enseñar a sacar agua
del pozo para regar “el huerto, para que crezcan las plantas y lleguen a
echar flores que den de sí gran olor”. (V 11,6) Dios seguía acosando, pero ¡alerta!, que Su Majestad le está
preparando la emboscada. En esta guerra interior de dudas y titubeos, en este caer y
levantarse, a Dios ya le corre prisa, y dirige un ultimátum a Teresa: la
vista de la imagen de un pequeño “Cristo muy llagado” (V 9,1) la sobresaltó
de forma tal que decide, “con grandísimo derramamiento de lágrimas, no
levantarse de cabe sus plantas hasta que no hiciese
lo que le suplicaba: la fortaleciese ya de una vez para no ofenderle”.(V
9,1) La lectura de las Confesiones de
san Agustín hincarán más el arpón: “Cuando llegué a su conversión y leí cómo
oyó aquella voz en el huerto, parece que me la dio el Señor a mí. Estuve un
gran rato que toda me deshacía en lágrimas, con aflicción y fatiga.” (V
9,8) En síntesis, el capítulo nueve de la Vida, en que narra su conversión
definitiva, es considerado como el punto clave en la trayectoria vital de
Teresa. Ha rebasado ya el ecuador de su vida. Tiene treinta y nueve años. Le
quedan veintisiete de vida y muchas cosas por hacer. Los planes de Dios sobre
ella son de gran vuelo. Ya es hora de intervenir. Y va a intervenir. 3.
VIDA MÍSTICA HABITUAL Y
EL DESPOSORIO MÍSTICO. Las sospechas de quinta morada en la soledad de Castellanos de la
Cañada, un lugar cerca de Ávila, de hace quince años, a la lumbre de la
lectura del Tercer Abecedario, que nos ofrecen el principio de su carisma al
convertir al sacerdote de Becedas, se van a hacer habituales y la van a
instalar en creciente vida mística. Ante la gran cantidad de mercedes, Teresa acude a sus consejeros:
Francisco de Salcedo y Gaspar Daza. Escuchan sin entender; escapaba a sus
esquemas aquella monja tan desenvuelta y tan enriquecida de Dios, y
diagnostican los dos que su espíritu es diabólico. Terrible tortura para
teresa: no hace más que llorar. “Fue grande mi aflicción y lágrimas”. (V
23,12) La incompetencia y terquedad de aquellos obtusos e intransigentes
directores obligó a Teresa a someter su conciencia a unos y a otros y su caso
pasó de mano en mano injustamente discutido; lo que le ocasionó un martirio
atroz. Un poco y llegarán Diego de Cetina, que, aunque joven, la apacigua y
comprende, y Francisco de Borja y Juan de Prádanos, gloria a Dios, que
aciertan. A este último le cabe el mérito de que, bajo su dirección, alcance
Teresa el desposorio místico, que ella encuadra en su sexta morada: “Ya no
quiero que tengas conversación con hombres, sino con ángeles”. (V 24,5) La gracia que sana. En este momento ha comenzado una nueva vida para
Teresa. El Señor ha estado grande con ella. No olvidemos que la grandeza es
del Señor, que socorre la debilidad de Teresa. Se puede mirar el privilegio como mérito del privilegiado, y es todo
lo contrario; se privilegia la debilidad que necesita ser ayudada, restañada,
curada, para poder cumplir los designios del autor de los regalos. Dios la
quería más interior. Si su sicología y sus contradicciones interiores son un
obstáculo, Él la sanará y las armonizará. Es creada la mujer nueva. Paladinamente lo confiesa Teresa en el
capítulo veintitrés: “De aquí en adelante es otro libro nuevo, quiero decir
otra vida nueva. La de hasta aquí era mía, ésta es de Dios que vive en mí” (V
24,5) 4.
TERESA ESTRENA VIDA
NUEVA, EN UN TORRENTE DE CARISMAS 1562-1582 Tras los forcejeos de ella, sus vacilaciones, mediocridad e
impotencia, Dios se enseñorea de su timón, porque la necesita transfigurada,
transformada, recreada. Y en el crisol de la contemplación ha matado el
gusano y ha nacido la mariposa, “mariposica blanca, muy graciosa”, (VM 2,).
Lo que Teresa no ha podido conseguir en tantos años, lo ha logrado Dios con
su gracia en un instante. Siguen las gracias místicas esplendorosamente, dolorosamente,
eficazmente: visiones intelectuales de Cristo, “cabe mi Cristo y veía ser El,
el que me hablaba” (V 27,2) e
imaginarias como la transverberación: “veía un ángel cabe mí en forma
corporal..... veíale un
dardo de oro con fuego que metía en el corazón y me llegaba a las
entrañas...”; (V 29,13) y los arrobamientos en público, que la llenaban de
rubor y de bochorno. Estaba realmente humillada, acobardada, era tan excesivo
el tormento, que hubiera preferido que la enterraran viva. Se dice que llegó
a pensar irse a otro monasterio, quizá a Valencia, donde no la conocieran. 5.
SAN PEDRO DE ALCÁNTARA. Sólo alguien que conociera por experiencia los fenómenos tan extraños
en que venían envueltas las inmensas torrenteras de amor, podía intervenir
con eficacia para serenarla, garantizarla, devolverle la paz. Este santo
varón fue san Pedro de Alcántara. “Enseguida vi que me entendía por
experiencia, que era lo que yo necesitaba”. “Quedamos muy amigos”. (V 30,4) Es admirable la Providencia que acude en
ayuda de Teresa. ¿Cuántas personas que tienen experiencia en éxtasis habría
en España en aquellos tiempos? ¿Uno? Pues ese único llega a consolar a Teresa
en el momento necesario. Más adelante volverá para convencer al obispo de
Ávila de que apruebe su fundación. Su intervención fue necesaria y decisiva,
porque don Álvaro de Mendoza se había cerrado en banda: no quería admitir la
fundación. A pesar de haberle escrito fray Pedro, su decisión se mantuvo
inexpugnable. Pero el amor de fray Pedro era más fuerte que la terquedad del
Obispo y enfermo como estaba, se levantó de la cama, y quiso que le llevaran
cabalgando en un borriquillo a El Tiemblo, donde estaba el Obispo. Le
acompañaron Gonzalo de Aranda y Francisco de Salcedo «Los que de veras aman a
Dios todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo
lo bueno alaban, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y
defienden». La sangre y la vida darán por ayudar las obras de Dios. Es la
piedra de toque que expone si se busca a Dios o el prestigio propio y la
imagen que por nada del mundo se quiere arriesgar. 6.
LA VISIÓN DEL INFIERNO. Teresa ha experimentado el infierno. «Entendí que quería el Señor que
viese el lugar que los demonios allá me tenían aparejado... ” (V 32,1) “Quiso el Señor que verdaderamente yo
sintiese aquellos tormentos y amargura espiritual, como si los padeciera en
mi carne”. (V 32,3) Es el golpe definitivo
y fulminante de Dios. ¿Qué puede hacer Teresa por Dios, por los hombres, sus
hermanos, por la Iglesia? Nos lo relata en el capítulo treinta y dos de Libro
Vida. “De aquí gané la grandísima pena que me da de las muchas almas que se
condenan y los ímpetus grandes de ayudar a las almas, que, por librar una
sola de gravísimos tormentos, pasaría yo muchas muertes muy de buena gana”.
Como mujer de su tiempo antifeminista se encuentra limitadísima. Por lo menos
podrá convertirse ella, “guardar su regla con la mayor perfección”; “hacer
lo poquito que puede” para que, pues “el Señor tiene tantos enemigos y tan
pocos amigos, que esos sean buenos”. Y tras la conversación en su celda con
sus amigas, cuando salta al descuido en la conversación la idea de “si no
podrían ser monjas como las Descalzas y hacer un monasterio”, con el permiso
del Provincial y el del Papa, será fundadora. Se reformará ella y reformará
el Carmelo, que tendrá desde ahora un apellido: Teresiano. Tiene cuarenta y
cinco años. Toda su alma va a poner en el empeño, pues “Su Majestad le ha
mandado que lo procure con todas sus fuerzas”, aunque le esperan “grandes
desasosiegos y trabajos”. 7.
GENIAL COMUNICADORA. Teresa sabía hablar, era una gran comunicadora. También sabía
escribir. Aunque apenas conocía la gramática ni las reglas de sintaxis, ha
sido capaz de conseguir un estilo lleno de fuerza que, con imágenes
vigorosas, narración vivaz en los relatos y pinceladas coloristas, pone en
pie al lector. Ahí brilla su genio mejor. Esto en la forma, y en el fondo, la
interior introspección, resultado de su rica y poderosa personalidad y del
conocimiento de las reacciones psicológicas que asimiló en sus lecturas de
libros de caballerías. Pero Teresa no busca el arte por el arte. Jamás lo
hubiera pensado ella, ni hubiera escrito una sola página por hacer
literatura. Ella escribió para dar a conocer su espíritu a sus maestros y más
adelante, para participar a sus monjas las misericordias del Señor, el
misterio que vivió, como ella misma confiesa, para “engolosinar las
almas de un bien tan alto” (V 18,6). Fue más tarde cuando, sin pretenderlo, se abrió
el círculo de sus lectores. Les estudiosos aún tardarán en llegar. Entre sus
lectores, por recordar los más célebres del siglo XX, están Carlos de
Foucauld y Edith Stein, judía, filósofa y después deliberadamente no
cristiana, quien, tras haber devorado en una noche este libro de la Vida,
exclamó convencida: “Aquí está la verdad”. Santa Teresa tiene una inteligencia excepcional y una facilidad
extraordinaria para la conversación, y así escribe como si conversara. Pero
al igual que en la conversación no se exige un rigor lógico ni una línea
metódica ajustada, no se encuentra en las obras de Santa Teresa ni esa
dialéctica ni tal rigor indiscutible. Ella habla con desenvoltura tal como le
vienen las ideas y, cabalmente por eso, resulta arduo encuadrarlas y
clasificarlas. Su estilo vitalista y experiencial y concebido en términos
coloquiales tiene un encanto que, junto con el empleo de un castellano
popular, que no vulgar, adquiere una donosura singular, fascinante e
inimitable. Pero el genio de Santa Teresa es bravío y original, vegetación
crecida a su aire, y me he preguntado si cabría la posibilidad de someterlo a
un molde, dejándola expresarse con libertad condicionada, eligiendo unos
temas interesantes y fundamentales, que dieran soluciones a las zonas de los
interrogantes actuales. Creo que esto sería oportuno, seleccionando los temas
y limitándole el espacio de los mismos, para que dijera todo lo que ha dicho
en sus obras de ellos sin repetirse y sin divagar -"sin
divertirse"- como ella suele y se divierte reconociendo. 8.
LA GRACIA DEL ESTILO DE
TERESA EN SUS ESCRITOS Y CARTAS. Teresa de Jesús no ha fundado conventos para recluirse y recrearse a
solas con Dios burguesamente y aislada en su torre de marfil, sino para estar
más presente en el mundo, en las gentes, en los suyos, y en los extraños. Sus grandes obras doctrinales, que tanto esfuerzo le costaron, son
casi un grano de arena comparada con la multitud de cartas dirigidas a tantas
personas, con quienes une sus manos para salvar y extender la redención de la
sangre de su Señor a toda la tierra. Unida al yugo de la pluma permanece toda su vida de fundadora,
agotándose con el uso de aquellos medios elementales, plumas de ave, tinta y
papel de difícil escritura, correos lentos e inseguros. Su gran pena de no
poder llegar más lejos en la extensión de su amor por las almas, quedaba
paliada por el cauce de su correspondencia cordial y santa, prudente y sagaz,
con que mantenía el fuego sagrado entre sus amigos y en todas aquellas
personas que le ofrecieran siquiera, una leve rendija por donde pudiera
colarse su amor y compromiso. Cartas compartiendo el dolor, o la pobreza, o la preocupación de su
familia, siempre elevándoles a la santidad, su afán supremo. Para que crezca
la cristiandad en el corazón de la humanidad, para que esa cristiandad se
haga caridad. Teresa no queda encerrada en su pequeño horizonte, sino que, abismada
en Dios, trasciende el deseo de su corazón a todas las personas que entran en
su órbita. Cuando se lamenta a Dios de que quede encerrada en ella la riqueza
que está recibiendo, oye la voz: "Espera y verás grandes cosas". (F
1,8) Por eso ella siempre espera que el Señor encamine la solución de sus
ardientes deseos: "Hágalo Dios como puede y ve que es necesario".
(Cta, 325 al Padre Jerónimo Gracian) 9.
TERESA, MUJER EN
PLENITUD, SUPERDOTADA DE CUALIDADES HUMANAS. Se van a cruzar en su camino monjas y frailes, arrieros y alguaciles,
albañiles y señoras principales, caballeros y mercaderes, obispos y curas,
mesoneros y corregidores, teólogos y confesores, arrieros y duquesas,
príncipes, nuncios papales y hasta el mismo rey. Está bien preparada.
Fogueada por Dios, puede ya repartir sus frutos; dará la talla, cruzará
Castilla cabalgando a lomos de mula o en carreta, atravesará la nevada sierra
de Guadarrama en crueles invernadas, llegará hasta Andalucía y estará a punto
de perecer ahogada en el paso difícil de una torrentera burgalesa. Camina ya
dentro de la morada del Rey y su actividad es la de Dios. Teresa de Jesús ha ido desarrollando su inteligencia eminente y ha
madurado en su estilo y en todas sus capacidades humanas y cristianas.
Aquellas preceden a éstas, que han encontrado un buen soporte en las humanas.
Largo sería el análisis de unas y de otras: Junto con la capacidad para vivir
con las personas más dispares, incluso con su irascible cuñado Martín
Barrientos, posee veracidad y audacia y tiene un sentido profundo de la
justicia, incluso en las menudencias domésticas. Una vecina prestaba a las
monjas la sartén que no tenían. Cuando recibieron una limosna, cada una fue
indicando en qué gastarían el dinero, y la Madre intervino: “en la sartén, en
la sartén”, y mandó a sus monjas que la compraran, para no abusar de la
generosidad de la vecina. Sabe dudar y sabe preguntar: se pregunta a sí misma
y pregunta a quienes le pueden informar o dar seguridad. Dialogante por
idiosincrasia, es realista y discreta para conseguir sumar voluntades y no le
interesa para nada restar amistades ni desestimar o rechazar colaboraciones,
conocedora de lo que hay de bueno y de positivo en cada interlocutor que
tiene la suerte de cruzarse con ella en su camino. 10. TERESA CONOCE EL CORAZÓN HUMANO. Teresa conoce el corazón humano y tiene tacto para conducirlo, se
deduce tenía mucha consideración para examinar el talento de las personas. Y
a las dos vueltas que daba, calaba y tanteaba los quilates de valor que
tenían las mujeres que le venían a hablar para tomar el hábito. Teresa siente
un gran respeto por los demás, y adquirirá fama de no hablar mal de nadie:
con la madre Teresa tienen todas las espaldas bien guardadas. Es fiel
cumplidora de la palabra empeñada, posee entereza y es muy agradecida, “con
una sardina me sobornarán” solía decir. (Cta, 81) Pero sobre todo lo dicho,
es mujer de grandes ideales, lo que le daba un aire de gran señora que
compaginado con su porte de pobreza y humildad, la hará más singularmente
atractiva. Su dignidad y señorío la llevan a querer ocultar las necesidades
que pasa, sin pedir a nadie. Lo mismo que a no querer viajar como una
pordiosera “en unos borriquillos que las viera Dios y todo el mundo”. (Cta,
103) 11. SENSIBILÍSIMA E INTUITIVA. Su capacidad creativa, que es asombrosa, tiene, en parte su fuente en la
observación, pues desde niña ha sido como un esponja que ha asimilado todo lo
que en su entorno ha visto, ha oído o ha observado, ha hecho suyo todo lo positivo y ha
conseguido irradiarlo a su alrededor. Sensibilísima e intuitiva, como un
radar que es capaz de recoger incluso los imponderables que flotan en el
ambiente, y que no tienen explicación racional. Como contrapartida lógica,
consecuencia de la riqueza de información que capta su radar, posee un
temperamento hipersensible que la hace inestable, “otras veces me parece que
tengo mucho ánimo... y otro día viene que no me hallo con él para matar una
hormiga”. (C 38, 6) Pero ella ha
podido y ha sabido equilibrar esta inestabilidad con su gran talento, dominio
y sensatez. Si es difícil conjuntar voluntades para la acción, (juntos Doria
y Gracián, ¡qué proeza!) ella ha vencido esa dificultad con la gracia de
saber hacerse ayudar por todos, haciendo ver que necesitaba los servicios de
todos, y así sus obras se convertirán en obras de todos. Hoy diríamos que
sabía trabajar en equipo. 12. TERESA, MUJER DE SENTIMIENTOS. Y, como miembros del Cuerpo Místico, integran a Jesús. Jesús se deja
querer y se hace de querer. En cada hermano nuestro hay un Niño, que necesita
amor y dedicación. Una sonrisa le hace feliz; una pequeña atención puede
disipar una tristeza. Teresa no quiere hombres y mujeres espinosos, almas ocultas, personas
cerebrales, que tienen miedo de manifestar sus sentimientos porque creen,
equivocadamente, que eso les empequeñece, y les rebaja: "Cuanto más
santas más conversables con las hermanas". (C 41,7) Los que así piensan,
no tienen ni idea de que la grandeza consiste en la sencillez, y de que el
hombre integral no es sólo cerebro, sino también corazón, es decir
sensibilidad, afectos, emociones, sentimientos. Dice Jesús: "Tengo
compasión de esta gente". Jesús llora ante el sepulcro de Lázaro, se
deja perfumar por Magdalena, acaricia y bendice a los niños, y deja que se le
acerquen y rodeen, consuela a la viuda que lloraba a su hijo muerto:
"Mujer, no llores"... Hemos de aprender en la escuela de los
sentimientos de Jesús, porque somos prolongación de Jesús, no solo histórica,
sino principalmente, profunda e interior. "Tened los mismos sentimientos
de Cristo", nos dice San Pablo. La Iglesia, Esposa de Cristo, ha de
estudiar más los sentimientos de Cristo que sus ideas. Porque en la Iglesia,
huyendo del peligro de caer en el sentimentalismo, se cae, con muchísima
facilidad, en el racionalismo. Y la razón no conmueve. Y sólo desde la
conmoción podemos adoptar las grandes decisiones, y se consiguen las plenas
adhesiones. Muchas lanzas rompió el genio de Teresa que cambiaron el rumbo de la
historia, pero no es pequeña la que rompe en la manifestación de su afecto,
en una época espinosa de señorías, sus mercedes y sus reverencias, cuando
incluso a los más humildes le habla de usted. 13. TERESA DE JESÚS YA HA CUMPLIDO SU TAREA. Teresa hoy, con su estilo, sustancial y accidental, puede centrar la
atención a los hombres de acción para que no se pierdan en lo superficial,
pero con tintes de clarividencia , siempre de
ternura y con su disposición al sacrificio. ¿Por qué aparece tan preocupada
por la salud, sobre todo de los responsables, Gracián en primera línea, y
después las prioras, sino porque aquella vida que ella ha ideado inmolada y
sin descanso, les minaba las energías? Sacrificio cuyos frutos sabe que sólo
verá en el cielo, como fruto ímprobo de su trabajo. "No sienta que haya
padecimientos, pues el padecer trae tantas ganancias". Preguntó a Fray Juan de la Cruz una hermana tras escuchar sus versos
divinos: "Padre, ¿esas palabras se las ponía Dios, o las buscaba
usted?" -"Unas veces me las ponía Dios y otras las buscaba
yo". Teresa en sus textos no está siempre en trance místico: Busca, pregunta,
observa, razona. Y quien se decida a leer los libros de Teresa, no va a
perder el tiempo; son un tesoro maravilloso de sencillez, de buen humor, de
enfado y enojo naturales y espontáneos, corregidos por la paciencia, y con
una abundancia de matices que nos la hacen ver más palpitante que en sus
obras doctrinales grandes. Maestra de apóstoles, paciente y dolorosa ante su inactividad exterior
forzosa, siempre animada por la esperanza de que el Señor lo encaminará todo
bien. No se puede prescindir en el camino cristiano de Santa Teresa, como
tampoco de San Juan de la Cruz; si lo hacemos y porque lo hemos hecho más de
lo que se cree, nuestra teología se ha empobrecido y nuestra fe oscila sobre
arena movediza. Pienso que la mejor democracia es la que pone en manos del
pueblo lo mejor de la cultura y de la espiritualidad para elevarlo. No
tenemos derecho a quedarnos con la llave de la puerta, y menos a ponernos a
la tranca de estorbo, porque se nos ha dicho que empujemos para que entren,
no que dificultemos el paso: Dijo el señor al siervo: "Sal a los caminos
y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa." (Lc 14,23). Teresa de Jesús ya ha cumplido su tarea. El 4 de octubre de 1582, en
Alba de Tormes. "¡Oh Señor mío y Esposo mío—le
oyen suspirar sus monjas—, ya es llegada la hora deseada, tiempo es ya que
nos veamos. Señor mío, ya es tiempo de caminar!
..." fue fiel y está ahí, sirviendo a su Esposo y a la esposa de Cristo,
enamorada de los dos hasta morir de amor por ambos: “Al fin, Señor, soy hija
de la Iglesia”. Pedro Donoso
Brant Matanzas,
febrero de 2017 |