La Santa Madre Teresa
de Jesús, mujer enamorada de Cristo, a través de sus escritos, nos invita a
meditar en esta Semana Santa a un encuentro personal con la pasión y muerte
de Cristo.
A continuación,
le presento algunos comentarios y reflexiones que ella hace de la vida,
pasión y muerte de Cristo. Los textos están tomados de la fuente original
de los libros escritos por ella, no obstante, para una mejor comprensión,
en especial los hispanos parlantes de Latinoamérica, he actualizado algunos
términos, sin cambiar lo esencial y lo que Teresa de Jesús nos quiere
comunicar. Los textos evangélicos que están insertados, son de la Biblia de
Jerusalén y nos ayudan a comprender mejor a Teresa.
1.
Del Libro Vida (v)
En el Libro Vida
Teresa teológicamente nos hace los anuncios de las Misericordias de Dios,
de aprender a conocer a Dios, de engolosinarnos de Dios, es decir contagiar
a los demás de quien es verdaderamente Dios, de la defensa de la oración y
de la amistad que debemos tener con Cristo. Nadie puede seguir a Cristo si
no tiene amistad con él y hay que determinarse de seguirlo hasta la misma
Cruz.
Escribe Santa
Teresa de Jesús:
Teresa, nos habla
que se hallaba muy bien en la oración del Huerto (V 9, 4). “Pasó Jesús con
sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en
el que entraron él y sus discípulos”. (Jn 18,1) Y dice a los
discípulos: “Sentaos aquí, mientras voy allá a orar”. (Mt, 26,36). Es así
como ella escribe: “Porque pensar y reflexionar en lo que el Señor pasó por
nosotros nos mueve a compasión y es sabrosa esta pena y las lágrimas que de
aquí proceden” (V 12, 1).
También recuerda
Teresa: “Me sucedió que, estando un día en el oratorio, vi una imagen que
se había buscado para una fiesta que se hacía en casa, y la habían traído
para guardarla allí. Era de (Cristo)
muy llagado, y tan devota, que cuando la miré, toda me turbé de
verle tal, porque representaba muy bien lo que sufrió por nosotros” (V 9, 1).
Más adelante
comenta: “Pues volviendo a lo que decía de pensar en la Columna,
(Imagen de Cristo muy llagado) es bueno discurrir un rato y pensar en las
penas que allí tuvo y en el amor con que las pasó. Más que no se canse en
andar a buscar esto, sino que esté allí con El, callado el entendimiento” (el
intelecto) (V 13, 22).
En el capítulo
22, a través de la pluma de la Santa, ella se refiere a Jesús mismo y a
todo su misterio, a su aventura evangélica; sus palabras, sentimientos y
acciones; su Pasión, su Cuerpo glorioso y resucitado. A su presencia
eucarística, escribe Teresa; "compañero nuestro en el Santísimo
Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un momento de
nosotros".
También escribe;
“Y veo yo claro y he visto después, que para agradar a Dios y para que nos
conceda grandes obsequios, quiere que sea por manos de esta Humanidad
sacratísima, en quien dijo Su Majestad (Dios) que se deleita2 (V 22, 6). “Y
una voz que salía de los cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me
complazco”. (Mt 3, 17)
Escribe la Santa;
“Cuando en medio de nuestras ocupaciones y en las persecuciones y
sufrimientos y sequedades no se puede tener tanto sosiego, es muy buen
amigo (Cristo), porque le miramos hombre, y le vemos con flaquezas y
padecimientos, y nos hace compañía.”
Si uno se
acostumbra, con mucha facilidad se lo encuentra al lado; aunque llegarán
momentos o temporadas, en que el alma ni gozará de contemplación ni podrá
ponerse junto a EL. En estos casos vale lo que he dicho: no buscar
consuelos espirituales, sino abrazarse con la cruz, venga lo que viniere.
Es una gran cosa. Desierto quedó el Señor de todos los consuelos; en los
sufrimientos le dejaron solo” (V 22,10) Dice el Evangelio que el Señor
comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice sus amigos: Mi alma
está triste hasta el punto de morir; quédense aquí y velen conmigo y luego
viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos.” (Mt 26,
37.40)
Otras
reflexiones:
“Me dijo que cada
día hiciese la oración sobre un misterio de la Pasión, y que le sacase
jugo, y que sólo meditara en la Humanidad de Cristo” (V 23, 17).
“Que siempre
comenzase la oración meditando un misterio de la Pasión” (V 24, 3).
“Casi siempre se
me representaba el Señor Resucitado, incluso cuando se me aparecía en la
Hostia, menos algunas veces, cuando estaba en tribulación, que me mostraba
las llagas para fortalecerme; algunas veces, pocas, en la cruz y en el
huerto y la corona de espinas; y algunas veces en momentos de necesidades
mías y de otras personas, también llevando la cruz, mas siempre con la
carne glorificada” (V 29, 4).
“Cuando iba a la
oración y miraba a en la cruz, tan pobre y desnudo, no podía soportar
ser rica y le rogaba con lágrimas que me hiciera pobre como Él” (V 53, 3).
“Se me apareció
como otras veces y me comenzó a enseñar la llaga de la mano izquierda,
mientras con la otra sacaba un clavo grande que en ella tenía metido. Al
sacar el clavo, sacaba también la carne. Se notaba que le producía un gran
dolor, que me lastimaba mucho; y me dijo que no dudara de que quien había
sufrido aquello por mí, mejor haría lo que le pidiera” (V 39, 1).
2.
Del Libro camino de perfeccion (C)
Camino de
Perfección, es el segundo libro de Teresa, es un verdadero manual de vida
Teresiana, e imprescindible para adentrase en el estilo de la oración
Teresiana. Es una obra más doctrinal. Aquí trata con buena profundidad la
oración como camino de perfección, de comunión con Dios, nos presenta la
vida religiosa en términos de profunda amistad con Cristo.
Son muchos las
reflexiones que podría señalar, no obstante, dejo solo algunas para el caso
de este artículo.
Escribe Teresa:
“¡Oh, Señor mío,
cuántas veces te hacemos pelear a brazo partido con el demonio! ¿No bastaba
que te dejes llevar en sus brazos cuando te llevó al pináculo para
enseñarnos a vencerle? (El Diablo llevo a Jesús a una altura le mostró en
un instante todos los reinos de la tierra, Cfr. Lucas 4,5); Mas, ¡qué
sería, hijas,(sus monjas) ver aquel Sol al lado de las tinieblas, y qué
miedo tendría aquel desventurado, sin saber por qué!, pues no permitió Dios
que conociese el misterio, y cómo merecía por tal atrevimiento que creara
Dios un infierno nuevo para él. Bendita sea tanta piedad y misericordia.
Qué vergüenza
habíamos de tener los cristianos de hacer luchar a Jesús cada día, como he
dicho, a brazo partido con tan sucia bestia. Fué muy necesario, Señor, que
tuvieses los brazos tan fuertes, mas ¿cómo no se quedaron (los brazos)
desfallecidos de tantos tormentos como sufriste en la cruz?” (C 16, 7).
“Si estáis con
sufrimientos o triste, miradle camino del huerto”. (Comenzó, Cristo a
sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: Mi alma está triste hasta el
punto de morir Mt 26, 37-38) ¡qué aflicción tan grande llevaba en su alma!;
pues siendo la misma paciencia, la manifiesta y se queja de ella.
Mírenle cargado con la cruz, que ni siquiera
respirar le dejaban. Y les mirará El con unos ojos tan hermosos y piadosos,
llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores para consolar los nuestros,
solamente porque vamos a consolaros con Él y porque volvemos la cabeza para
mirarle” (C 26, 5).
“Pues, si cuando
iba por el mundo sólo con tocar sus vestidos curaba a los enfermos, (Si
logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré, Marcos 5, 28) ¿por
qué hemos de dudar que hará milagros estando tan dentro de nosotros?” (C
34, 8).
“Me parece que
tiene razón el buen Jesús al pedir esto para Sí, porque ya sabemos cuán
cansado estaba de esta vida, cuando dijo en la última Cena a sus Apóstoles:
"¡Cuánto he deseado cenar con vosotros esta Pascua!" que era la
última de su vida. ("Con ansia he deseado comer esta Pascua con
ustedes antes de padecer; porque les digo que ya no la comeré más hasta que
halle su cumplimiento en el Reino de Dios”, Lc 22, 15). De lo cual se
deduce cuán cansado debía de estar ya de vivir, y hoy no se cansan los que
tienen cien años, porque siempre tienen deseo de vivir más. En verdad, no
pasamos la vida tan mal ni con tantos trabajos, como Su Majestad (El
Señor) la pasó, ni tan pobremente.
¿Qué fue su vida más que una continua muerte, teniendo siempre delante de
los ojos la que le habían de dar tan cruel?” (C 42, 1).
3.
Del Libro meditacion de los cantares (MC)
Teresa escribe meditaciones sobre algunas
palabras de los Cantares. Es un escrito de lo que Dios le ha dado a entender.
Es gozo y conmoción de su oración, que escribe para el círculo más cercano
que ella tiene, sus hermanas.
Teresa medita y reflexiona
apasionadamente:
“Pensando en la sagrada Pasión, pensamos
muchas más cosas de fatigas y tormentos que allí debía de padecer el Señor,
de las que los evangelistas escriben.” (MC 1, 8).
“Me parece a mí que habla con tercera
persona. Y es la misma, que da a entender que en hay dos naturalezas,
una divina y otra humana.” (MC 1, 10).
“Acuérdense de cómo dejó el mundo a
nuestro Señor, y qué ensalzado lo había tenido el día de Ramos” (MC 2,13)
(Los que iban delante y los que le seguían, gritaban; ¡Hosanna! ¡Bendito el
que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro
padre David! ¡Hosanna en las alturas!, Mc 11,9)
“Mirad que dice el buen Jesús en la
oración del Huerto: "La carne es flaca", (Velen y oren, para que
no caigan en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es
débil”, Mt 26, 41) y acordaos de aquel tan admirable y lastimoso sudor. (Su
sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra, Lc 22,44).
Pues si aquella carne divina y sin pecado, dice Su Majestad (El Señor) que
es flaca, ¿cómo queremos que sea la nuestra tan fuerte, que no sienta la
persecución que le puede venir y los trabajos? Nuestro buen Jesús muestra
la flaqueza de su Humanidad antes de los sufrimientos y en el seno de ellos
tuvo gran fortaleza, que no sólo no se quejaba, sino que no hizo ni un
gesto en el semblante que demostrara que padecía con flaqueza. Cuando iba
al Huerto, dijo: "Triste está mi alma hasta la muerte"; (Mi alma
está triste hasta el punto de morir; quédense aquí y velen conmigo, Mt
26,38) y estando en la cruz, que era ya estar pasando la muerte, no se
quejaba. Cuando en la oración del Huerto, fue a despertar a los Apóstoles.
(Viene entonces donde los discípulos y les dice: Ahora ya podéis dormir y
descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de pecadores, Mateo 26,46). Pues con más razón se hubiera
quejado a su Madre, cuando estaba al pie de la cruz, y no dormía, y padecía
en su alma y estaba muriendo dura muerte. Pues siempre nos consuela más
quejarnos a los que sabemos que sienten nuestros trabajos y nos aman” (MC
3, 8-9).
“Y que vea y goce el fruto que sacó Jesús
nuestro Señor de su Pasión, regando este árbol con su sangre con tan
admirable amor” (MC 5, 7).
4.
Del Libro castillo interior o las moradas (M)
Cuando Teresa de
Jesús, escribe las Moradas, ya tiene una especial madurez espiritual, por tanto
me parece que ella nos entrega en este libro, una manera de interpretar el
Evangelio de Jesucristo, de hablar espiritualmente y contemplativamente de
Cristo como una historia de seguimiento y progresivo acercamiento a su
Persona desde lo más profundo del ser humano.
Por tanto, la
novedad y la particularidad teresiana de Las Moradas, se puede leer desde
el punto del Evangelio de Nuestro Señor
Jesucristo y sus discípulos, como también desde el punto de vista de
la experiencia de Teresa de Jesús, la que se transforma en una invitación a
vivirla en los tiempos de hoy, como personas que desean una eficaz relación
personal entre Cristo y yo.
Algunas
reflexiones de la pasión, escritas por Teresa en este Libro:
“Pues si nunca le
miramos ni consideramos lo que le debemos y la muerte que pasó por
nosotros, no sé cómo le podemos conocer ni hacer obras en su servicio.
Porque la fe sin obras (Así también la fe, si no tiene obras, está
realmente muerta, Santiago 2,17) y sin estar entroncadas en los méritos de
Jesús, bien nuestro, ¿qué valor puede tener ni quién nos despertará a amar
a este Señor?” (2M 1, 12).
“El tormento que sufre y ha sufrido
cierta alma que conozco, de ver ofender a nuestro Señor, tan insufrible que
mucho más quisiera morir que sufrirlo, y pensando que si un alma con tan
poquísima caridad comparada con la de -que se puede decir ninguna en
su comparación-, sentía este tormento tan insoportable, ¿cuál sería el
sentimiento de nuestro Señor Jesús y qué vida debía de pasar, pues tenía
todas las cosas presentes y estaba siempre viendo las grandes ofensas que
se hacían a su Padre?
Sin duda yo creo
que fueron unos dolores mucho mayores que los de su sacratísima Pasión;
porque entonces ya veía el fin de estos dolores y con eso, y con el
contento de ver nuestro remedio con su muerte y de demostrar el amor que
tenía a su Padre padeciendo tanto por El, se le atenuarían los dolores.
Igual que les ocurre en esta vida a los que con las fuerzas del amor hacen
grandes penitencias que casi no las sienten y aún quisieran hacer más y más
y todo les parece poco.” (5M 2,14).
“Mirad lo que le costó a nuestro Esposo
el amor que nos tuvo que, por librarnos de la muerte, la murió tan penosa
como muerte de cruz” (“Porque tanto amó
Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna”, Juan 3, 16) (V Moradas 3, 12).
“Le dijo el mismo Crucificado
consolándola, que Él le daba todos los dolores y trabajos que había sufrido
en su Pasión, (“Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir
mucho”, Mc 8, 31) que los considerase propios para ofrecerlos al Padre” (6
Moradas 5, 6).
“Comenzamos en la
oración del Huerto, y no para el entendimiento hasta que está puesto en la
cruz; o tomamos un misterio de la Pasión, por ejemplo el prendimiento,
(“Aquel a quien yo dé un beso, ése es; préndanlo”, Mateo 26, 48) y vamos
considerando en este misterio por menudo, las cosas que hay que pensar en
él y que sentir; así en la traición de Judas con la huida de los Apóstoles
(“Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron”, Mt 26,56) y todo
lo demás. Y es admirable y meritoria oración.” (6 M 7, 10).
“Ni es posible que el alma que tanto ha
recibido de Dios, olvide las muestras de amor tan preciosas, porque son
vivas centellas para encenderla más en el que tiene a nuestro Señor, sino
que no se entiende, porque entiende el alma estos misterios más plenamente,
y es que se los representa el entendimiento y se graban en la memoria, de
manera que sólo de ver al Señor caído con aquel espantoso sudor en el
Huerto, (“Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en
tierra”, Lucas 22, 44) le basta no sólo para una hora, sino para muchos
días, mirando con una sencilla mirada quién es y cuán ingratos hemos sido a
tan gran pena; luego acude la voluntad, aunque no sienta ternura, a desear
servir en algo tan gran merced y a desear padecer algo por quien tanto
padeció, y a otros afectos semejantes, en los que ocupa la memoria y el
entendimiento:” (6M 7, 11).
“Pues créanme y no se ensimismen (abstraerse)
tanto, como ya he dicho en otra parte, que es larga la vida y hay en ella
muchos trabajos y tenemos necesidad de mirar a nuestro modelo cómo lo
pasó, y aun a sus apóstoles y santos, para llevarlo con perfección.” (6M 7,
13).
“Cuando nuestro Señor quiere regalar más
a esta alma le manifiesta claramente su sacratísima Humanidad de la manera
que quiere, o como cuando vivió en el mundo, o después de Resucitado; y
aunque es con tanta rapidez que lo podríamos comparar a la de un relámpago,
queda tan esculpida en la imaginación esta imagen gloriosísima, que tengo
por imposible olvidarla hasta que la vea donde sin fin la pueda gozar.” (6
M 9, 3).
“Poned los ojos en el Crucificado, y se
les hará todo poco. Si Su Majestad (el Señor) nos mostró el amor con tan
espantables obras y tormentos, ¿cómo quieren contentarle con sólo
palabras?” (7 M 4, 9).
“Que aunque no fuera más que ver a su
Maestro tan aborrecido, era intolerable sufrimiento. Pues los muchos que
después sufrió en la muerte del Señor, tengo para mí que, el no haber
recibido martirio, fue por haberlo sufrido viendo morir al Señor.” (7 M 4,
15).
5.
Libro Cuentas de Conciencia (CC)
Las Cuentas de Conciencia, forman una
unidad cronológica y espiritual. Cuando ella lo escribe, está en las sextas
moradas (6M) donde las abundantes gracias místicas de iluminación y
purificación producen un amor apasionado, liberador y una radical necesidad
de discernimiento. (P. Maximiliano Herráiz G)
Escribe Teresa:
“Mucho me sirve, mas gran cosa es
seguirme desnudo de todo como yo me puse en la cruz.” (CC 56ª).
“El día de Ramos, acabando de comulgar,
quedé con gran suspensión, de manera que aún no podía pasar la Forma
(Hostia) y, teniéndola en la boca, verdaderamente me pareció cuando volví
un poco en mí, que toda la boca se me había llenado de sangre; y me parecía
que también el rostro y toda yo estaba cubierta de ella, como si
entonces acabara de derramarla el Señor. Me parece que estaba caliente, y
era excesiva la suavidad que entonces sentía, y me dijo el Señor:
"Hija, yo quiero que mi sangre te aproveche, y no tengas miedo de que
te falte mi misericordia; Yo la derramé con muchos dolores, y tú la gozas
con gran deleite, como ves; bien te pago el convite que me hacías este
día" (CC 12ª, 1).
“Estate allí,
acallado el entendimiento, mira que te mira, acompáñale y habla y pide y
regálate con Él”. (Vida 13,22),
Bendiciones
Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant
Publicado
en este link de mi página:
http://www.caminando-con-jesus.org/TERESA/SANTA-TERESA-DE-JESUS.htm
Fuentes Bibliográficas y de
referencias
Obras Completas, Edición Maximiliano
Herráiz G. OCD
Mi libro, Teresa de Jesús nos habla de
Dios, Editorial Monte Carmelo
Mis apuntes de Clase en el Cites,
Universidad de la Mística, Ávila, mis maestros: Maximiliano Herráiz G, OCD,
Francisco Javier Sancho F. OCD, Rómulo Cuartas L. OCD, Jerzy
Nawojwski OCD, P. Antonio Mas A.
Textos Bíblicos, Biblia de Jerusalén
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