SANTA TERESA DE ÁVILA, FUNDADORA, (24 DE AGOSTO DE 1562) Convento San José, Avila Carmelitas Descalzas Hoy, 24 de agosto de 2020, la
Reforma Teresiana cumple 458 años. CRÓNICA DE LA PRIMERA FUNDACIÓN: SAN
JOSÉ DE ÁVILA FUNDADO POR SANTA TERESA DE JESUS 1. FUNDACION Amanecía el 24 de agosto de 1562.
Los rayos de sol teñían de claridad el cielo azul intenso de Ávila mientras
el eco lejano de una campana rota, rasgaba el silencio de la mañana, ante la
mirada atónita de las gentes que allí se acercaban al escuchar la vieja
campana. En una pobre iglesia escondida entre casas del antiguo barrio de San
Roque, tenía lugar el suceso más transcendental de toda la Historia del
Carmelo. Detrás de una tupida reja de
madera, vestidas de burdo sayal de lana, descalzas y tocadas con velos de
lienzo blanco, estaban cuatro doncellas pobres. Y con ellas, la Madre Teresa
de Jesús, con sus 47 años de edad. “Fue para mí como estar en la gloria”
(Vida 36, 6), diría ella más tarde embriagada de gozo y de nostalgia. Llegó
el Maestro Gaspar Daza. Celebró la Santa Misa con aquel misal que Doña
Guiomar había comprado, junto con unas campanillas, en los días precedentes.
Un altar sencillo con sus velas de cera encendidas. Y todo bajo la mirada del
artesano de Nazaret, San José. La Madre comulgó con más fervor
que nunca, igual que sus novicias, como se acostumbraba en la Orden los días
de la toma del hábito y de la Profesión. Y no pudo evitar mirar a sus hijas
con lágrimas en los ojos: Úrsula de los Santos, Antonia del Espíritu Santo,
María de la Cruz y María de San José. Ataviadas con sus capas blancas,
parecían un nido de palomas; mejor, un coro de ángeles que Dios había puesto
en sus manos para comenzar con ellas algo que…. Todavía no había podido
imaginar. Acabada la Eucaristía, Daza reservó el Santísimo Sacramento en el
Sagrario. Y desde entonces, Nunca a través de los cuatro siglos y medio
faltaría la alabanza divina a los pies del Amor de los amores en San José de
Ávila. “Pues todo concertado, fue el
Señor servido que, día de San Bartolomé, tomaron hábito algunas, y puso el
Santísimo Sacramento, y con toda autoridad y fuerza quedó hecho nuestro
monasterio del gloriosísimo padre nuestro san José… y hecha una obra que
tenía entendido era para servicio del Señor y honra del hábito de su gloriosa
Madre, que éstas eran mis ansias” (Vida 36, 5-6). Daza se sentía impactado
por un no sé qué, que como no podía disimular su emoción y su ternura… el
aíre cálido de aquella mañana de verano, mezclado con el olor del incienso y
la fragancia de las flores, se respiraba un aroma especial, aroma que no se
parecía a nada conocido, era la alegría de unos corazones alegres, empapados
de la sencillez de Dios. Doña Inés y Doña Ana de Tapia –
dos primas de la Madre Teresa- religiosas del convento de La Encarnación,
Juan de Ovalle y Juana de Ahumada, que presenciaron el acto, no salían de su
asombro. No sabían si reír o llorar de tan emocionados como estaban. Aquello
todo tan humilde, tan sencillo, tan autentico… Hubieran dado lo que fuera por
detener el tiempo… La diminuta iglesia, con sus rejas y el altar con sus
manteles blancos preparados con tanta ilusión por la Madre Teresa… Los
ornamentos y vasos sagrados, sencillos pero dignísimos… Las miradas inocentes
y luminosas de las novicias con sus manos cruzadas sobre el pecho bajo el escapulario
de la Virgen… Pero, fue sobre todo, la figura maternal de la Fundadora, su
alegría contagiosa, su fervor angélico, sus detalles de caridad para con
todos, su condición suavísima y apacible que en todo sabía poner su toque de
gracia y de oportunidad… De verdad que fue grande aquel día, como estar en la
misma Gloria. Una vez cerradas las puertas del
Sagrario, la Madre Teresa con sus cuatro novicias se quedaron en el pequeño
coro largo rato, en acción de gracias, de rodillas ante la reja que comunica con
la iglesia, los ojos bajos y recogidos. Una iglesia más donde fuese adorado
el Sacramento del Altar. Ahora… La Madre Teresa de Jesús hubiera sido incapaz
de sospechar la transcendencia histórica de la aventura que acababa de
empezar en San José. 2. NUEVAS FUNDACIONES Y a la fundación del convento de
San José, seguirían 18 fundaciones más: Medina del Campo (1567), Malagón
(1568), Valladolid (1568) Durelo (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569),
Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas (1575), Sevilla
(1575), Caravaca de la Cruz (1576), Villanueva de la Jara (1580), Palencia
(1580), Soria (1581), Granada (1582) y Burgos (1582). Y "Como aquella primera vez
el 24 de agosto de 1562, hoy vuelve a repicar la campanita rota o primitiva
que compró la Santa a precio de saldo por el agujero con que salió de la
fundición y cuyo peculiar tañido inauguró el Carmelo Descalzo el amanecer del
24 de agosto de 1562. Hoy, esa campana anuncia los 457 años de la
consagración del convento de San José y el inicio de una gran historia que
sigue viva..." 457 años de vida al servicio de la Iglesia y desde la
Iglesia al mundo entero. Teresa
de Jesús (1515-1582) es la fuente de inspiración, de orientación y Madre
Fundadora del Carmelo Teresiano, ella tiene mucho que decirle al mundo y a la
Iglesia, porque de almas como Teresa estamos todos necesitados. Teresa,
escribe, recibe muchas gracias y entiende que es gracia. Pero además recibe
la gracia de poder comunicar a los demás.
En el prólogo de Libro Vida, escribe Teresa: “Quisiera yo que, como me
han mandado (sus "confesores" y consejeros espirituales) y dado larga
licencia para que escriba el modo de oración y las mercedes que el Señor me
ha hecho”, no obstante, me parece importante exponer, (como me lo han hecho
descubrir mis maestros), que Teresa no solo escribe para enseñar, no solo
para adoctrinar, sino como lo dice ella misma: “sabe su Majestad (El Señor)
que, después de obedecer, es mi intención “engolosinar” las almas de un bien
tan alto” (V 18,6) Ese engolosinar, es animar, cautivar, embelesar. Al menos,
tomémosla como Maestra, que iremos bien servidos, pues Dios quiso hacer de
Teresa un testigo de Jesús resucitado, como hizo a Juan, a Pedro y a los
apóstoles. Esta elección la convirtió en mujer nueva, capacitada para
testificar con su vida lo que había visto y oído. Las enseñanzas de Teresa y el mensaje que aportó a la Iglesia de su
tiempo fue, principalmente, el de la imperiosa necesidad de orar, como camino
para amar y como dialogo de amistad
con Dios, como nos ha enseñado ella, a quien sabemos mucho nos ama. El Señor bendiga al Carmelo Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Agosto 2020 Fuentes
Bibliográficas y de referencias |
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