EL MAESTRO JESUS Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado |
Aparición a los apóstoles, Lc 24:36-43 (Mc 16:14; Jn 20:19-23). 36
Mientras esto hablaban, se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz sea
con vosotros. 37 Aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. 38 El
les dijo: ¿Por qué os turbáis y por qué suben a vuestro corazón esos
pensamientos? 39 Ved mis manos y mis pies, que yo soy. Palpadme y ved, que el
espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. 40 Diciendo esto,
les mostró las manos y los pies. 41 No creyendo aún ellos, en fuerza del gozo
y de la admiración, les dijo: ¿Tenéis aquí algo que comer? 42 Le dieron un
trozo de pez asado, 43 y, tomándolo, comió delante de ellos. 44 Les dijo:
Esto es lo que yo os decía estando aún con vosotros: que era preciso que se
cumpliera todo lo que está escrito en COMENTARIO "La paz esté
con ustedes" Lc 24, 35-48 Jesús ya ha
resucitado, así se manifiesta a los discípulos, y los saluda con una palabra
que será habitual luego en El, "La paz esté con ustedes". Los
corazones de sus discípulos, están inquietos y alegres, llenos de gozo, Jesús
esta en presencia de ellos, pero se resistían a creer. En este relato, san
Lucas, destaca el aspecto apologético del mismo, es decir, con este escrito,
defiende y alaba la censura que hace Jesús a los discípulos porque no
creyeron a los que se les había aparecido. En efecto, ellos creen ver un
espíritu; pero El les demuestra que no lo es, mostrándoles y haciéndoles
palpar sus manos y sus pies; los espíritus diciéndoles; ¿Por qué están
turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo
mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo
tengo. Y ante la duda aún de ellos, por fuerza del gozo y de la admiración,
les da otra prueba. Pidió algo de comer, y ante ellos comió un trozo de
pecado asado. Resucitado Jesús,
se apareció varias veces a los discípulos. Se apareció a los once cuando
estaban reunidos, para que todos fuesen testigos, y refiriesen a todo el
mundo lo que habían visto y oído. Al decir once, se designa a todo el colegio
apostólico antes de que Matías ocupase el lugar de Judas. Y después de la
ascensión ellos debían de predicar el Evangelio a gentes que debían creer sin
haber visto a Jesús. Antes de partir,
increpó también el Señor a sus discípulos cuando iba a dejarlos
corporalmente, para que sus palabras quedasen impresas más profundamente en
sus corazones. Jesús Reprueba la incredulidad, para que la reemplace la fe;
reprueba la dureza del corazón de piedra, para que le reemplace otro de carne
lleno de caridad. En la segunda parte
del relato, sin conexión necesaria con el anterior, y en forma corporal,
quiere responder, en su fondo, a las conversaciones de Cristo con los
apóstoles; "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía” En su
exposición hay una síntesis del kérigma (palabra griega que significa
predicar, proclamar, llevar el evangelio): el cumplimiento, “Es necesario que
se cumpla todo lo que está escrito de mí en Jesús, nos destaca
como en las escrituras se ha anunciado, en tres partes, La frase de
abrirles la inteligencia para que entendiesen las Escrituras, podría tener
dos sentidos: o que Cristo les concede un carisma para que ellos penetren
este sentido de las Escrituras, a diferencia de los de Emaús, recordemos que
él abiertamente se las explicaba, o que se trate de una frase
fundamentalmente equivalente a la de los de Emaús, aunque la redacción
literaria sea algo distinta, pues aquí mismo dice san Lucas que después de
abrirles la inteligencia, que es hacer comprender, les dijo que Así estaba
escrito, el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer
día, Es decir, explicación hecha por él mismo. Probablemente este segundo
sentido sea preferible. Se les capacitó
para que tuviesen una visión nueva — la auténtica — del Antiguo Testamento.
Que se predicase en su nombre, del Cristo muerto y resucitado, la penitencia
para la remisión de los pecados. En su Nombre debía predicarse a todas las
naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de
todo esto. Esta penitencia es cambiar el modo de ser, y de ver en El, con su
mesianismo de cruz y de resurrección, al único Salvador que Dios puso para la
salvación. En los Hechos de los Apóstoles dirá San Pedro ante el Sanedrín:
“En ningún otro (Cristo) hay salud, pues ningún otro nombre (semitismo por
persona) nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual
podamos ser salvos” (Act 4:12). Con la conversión a este Mesías y a su
doctrina, se tiene la remisión de los pecados. Esta predicación de
Cristo Mesías y la salvación, unido a la fe, que depende y tiene una estrecha
relación a su fe, es para todas las naciones. Es el universalismo de la fe
(Mt 28:19.20). Pero en el plan de Dios será irradiada esta Buena Nueva
comenzando por Jerusalén (Act 1:8). Era todavía la bendición del Mesías al
pueblo que lo crucificó, y como gran beneficio, al tiempo que pasaba el
privilegio de Israel a las gentes. El mismo San Pablo reconocerá estas
primacías privilegiadas de Israel. Dice Jesús, Ustedes
son testigos de todo esto. En efecto, los apóstoles serán los testigos de
toda esta verdad y enseñanza. La enseñanza es una cierta orden como dice san
Mateo, de que se predique a todas las gentes la salvación en su nombre. Jesús
dio y nos da la orden de predicar el Evangelio a todas las gentes. Se observa
ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles. Este es el gran
mandato, es decir la gran misión que nos dio el Señor, que debemos hacer con
fidelidad en todos los tiempos y en todas las circunstancias. Es así como Jesús,
envía a sus apóstoles, por todo el mundo, a predicar a todas las gentes de
todas las naciones, para que la predicación apostólica, que antes fue
rechazada por la soberbia de los judíos, venga en nuestro auxilio. Cuando
Jesús dice a todas las naciones, esta diciendo a los creyentes e incrédulos.
El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Porque no
basta creer, porque el que cree y no está bautizado todavía, no ha alcanzado
aún la salvación, sino imperfectamente. Una bella enseñanza de Jesús, donde quiera que vayamos, debemos de llevar la paz, ofrecer la paz, la paz del Señor. Sin embargo no podemos hacerlo si no tenemos paz, si no vivimos en paz y si no vivimos la paz. Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant Octubre de 2005 |