Caminando
con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant |
OREMOS A GLORIA AL
PADRE Gloria al Padre, y al Hijo y al
Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora
y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. SÍMBOLO
NICENO-CONSTANTINOPOLITANO Creo en un solo Dios, Padre
todopoderoso, Creador de cielo y tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor,
Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no
creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; que
por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra
del Espíritu Santo se encarnó de María, Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y
el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en SÍMBOLO DE LOS
APÓSTOLES Creo en Dios, Padre
todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único
Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue
crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día
resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la diestra
de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; GLORIA A DIOS Gloria a
Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te
alabamos, te
bendecimos, te
adoramos, te
glorificamos, te damos gracias. Señor Dios,
Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor Hijo
único, Jesucristo, Señor Dios,
Cordero de Dios, Hijo del
Padre: tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad
de nosotros; tú que
quitas el pecado del mundo, atiende
nuestra súplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad
de nosotros: porque sólo
tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo con el
Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén. ORACIÓN DE ¡Oh Dios mío, trinidad
adorable, ayúdame a olvidarme por entero para establecerme en ti! ¡Oh mi Cristo amado,
crucificado por amor! Siento mi impotencia y te pido que me revistas de ti
mismo, que identifiques mi alma con todos lo movimientos de tu alma; que me
sustituyas, para que mi vida no sea más que una irradiación de tu propia
vida. Ven a mí como adorador, como reparador y como salvador... ¡Oh fuego consumidor, Espíritu
de amor! Ven a mí, para que se haga en mi alma una como encarnación del
Verbo; que yo sea para él una humanidad sobreañadida en la que él renueve
todo su misterio. Y tú, ¡oh Padre!, inclínate
sobre tu criatura; no veas en ella más que a tu amado en el que has puesto
todas tus complacencias. ¡Oh mis tres, mi todo, mi
dicha, soledad infinita, inmensidad en que me pierdo! Me entrego a vos como
una presa; sepultaos en mi para que yo me sepulte en
vos, en espera de ir a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras
grandezas. ORACIÓN DE SANTA
CATALINA DE SIENA ¡Oh Trinidad eterna! Tú eres un
mar sin fondo en el que, cuanto más me hundo, más te encuentro; y cuanto más
te encuentro, más te busco todavía. De ti jamás se puede decir: ¡basta! El
alma que se sacia en tus profundidades, te desea sin cesar, porque siempre
está hambrienta de ti, Trinidad eterna; siempre está deseosa de ver tu luz en
tu luz. Como el ciervo suspira por el agua viva de las fuentes, así mi alma
ansía salir de la prisión tenebrosa del cuerpo, para verte de verdad... ¿Podrás darme algo más que
darte a ti mismo? Tú eres el fuego que siempre arde, sin consumirse jamás. Tú
eres el fuego que consume en sí todo amor propio del alma; tú eres la luz por
encima de toda luz... Tú eres el vestido que cubre
toda desnudez, el alimento que alegra con su dulzura a todos los que tienen
hambre. ¡Pues tú eres dulce, sin nada de amargor! ¡Revísteme, Trinidad eterna,
revísteme de ti misma para que pase esta vida mortal en la verdadera
obediencia y en la luz de la fe santísima, con la que tú has embriagado a mi
alma! ORACIÓN DE SAN
FRANCISCO DE ASÍS Tú eres santo, Señor Dios
único, que haces maravillas. Tú eres fuerte, tú eres grande,
tú eres altísimo. Tú eres rey omnipotente, tú
eres Padre santo, Rey del cielo y de la tierra. Tú eres trino y uno, Señor
Dios, todo bien. Tú eres el bien, todo bien,
sumo bien, Señor Dios, vivo y verdadero. Tú eres caridad y amor, tú eres
sabiduría. Tú eres humildad, tú eres
paciencia, tú eres seguridad. Tú eres quietud, tú eres gozo y
alegría. Tú eres justicia y templanza. Tú eres todas nuestras riquezas
a satisfacción. Tú eres hermosura, tú eres
mansedumbre. Tú eres protector, tú eres
custodio y defensor. Tú eres fortaleza, tú eres
refrigerio. Tú eres esperanza nuestra, tú
eres fe nuestra. Tú eres la gran dulzura
nuestra. Tú eres la vida eterna nuestra,
grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso salvador. ORACIÓN MAS
ANTIGUA EN LENGUA CASTELLANA Con la ayuda de Nuestro Dueño
Cristo, Dueño Salvador el cual Dueño está en la gloria y Dueño que tiene el
mando con el Padre, con el Espíritu Santo en los siglos de los siglos. Háganos Dios omnipotente hacer
tal servicio que delante de su faz gozosos seamos.
Amén. ORACIÓN DE
ROMANO GUARDINI En Cristo se nos ha abierto la
hondura de la vida escondida de Dios. Su naturaleza, palabra y obra tan
llenas de la realidad de lo sagrado. Pero de ella brotan figuras vivas: el
Padre, en su omnipotencia y bondad; el Hijo, en su verdad y amor redentor, y
entre ellos, el desprendido, el creador, el Espíritu. Es un misterio que supera todo
sentido; y hay gran peligro de escandalizarse de él. Pero yo no quiero un
Dios que se ajuste a las medidas de mi pensamiento y esté formado a mi
imagen. Quiero el auténtico, aunque sé que desborda mi intelectual capacidad.
Por eso, ¡oh Dios vivo!, creo en tu misterio, y Cristo, que no puede mentir,
es su fiador. Cuando anhelo la intimidad de
la compañía, tengo que ir a los demás hombres; y por más honda que sea la
ligazón y más hondo que sea el amor, seguimos, sin embargo, separados. Pero
tú encuentras tu propio «tú» en ti mismo. En tu misma hondura desarrollas el
diálogo eterno. En tu misma riqueza tiene lugar el perpetuo regalo y
recepción del amor. Creo, ¡oh Dios!, en tu vida una
y trina. Por ti creo en ella, pues ese misterio cobija tu verdad. En cuanto
se abandona, tu imagen se desvanece en el mundo. Pero también, ¡oh Dios!,
creo en ella por nosotros, porque la paz de tu eterna vida tiene que llegar a
ser nuestra patria. Nosotros somos tus hijos, ¡oh Padre!; tus hermanos y
hermanas, Hijo de Dios, Jesucristo, y tú, Espíritu Santo, eres
nuestro amigo y maestro. ORACIÓN A 1. Bendito seas, Padre, que en
tu infinito amor nos has dado a tu Unigénito Hijo, hecho carne por obra del
Espíritu Santo en el seno purísimo de Él se ha hecho nuestro
compañero de viaje y ha dado nuevo significado a la historia, que es un
camino hecho juntos, en el trabajo y en el sufrimiento, en la fidelidad y en
el amor, hacia aquellos cielos nuevos y hacia aquella tierra nueva, en la que
Tú, vencida la muerte, serás todo en todos. ¡Alabanza y gloria a Ti,
Trinidad Santísima, único y sumo Dios! 2. Haz, Padre, que por tu
gracia el Año jubilar sea un tiempo de conversión profunda y de alegre
retorno a Ti; concédenos que sea un tiempo de reconciliación entre los
hombres y de redescubierta concordia entre las naciones; tiempo en el que las
lanzas se truequen en hoces, y al fragor de las armas sucedan cantos de paz.
Concédenos, Padre, vivir el Año jubilar dóciles a la voz del Espíritu, fieles
en el seguimiento de Cristo, asiduos en la escucha de ¡Alabanza y gloria a Ti,
Trinidad Santísima, único y sumo Dios! 3. Sostén, Padre, con la fuerza
del Espíritu, el empeño de ¡Alabanza y gloria a Ti,
Trinidad Santísima, único y sumo Dios! 4. Haz, Padre, que los
discípulos de tu Hijo, purificada la memoria y reconocidas las propias
culpas, sean una sola cosa, de suerte que el mundo crea. Otorga que se dilate
el diálogo entre los seguidores de las grandes religiones, de suerte que
todos los hombres descubran la alegría de ser tus hijos. Haz que a la voz suplicante de
María, Madre de las gentes, se unan las voces orantes de los apóstoles y de
los mártires cristianos, de los justos de todo pueblo y de todo tiempo, para
que el Año Santo sea para todos y para ¡Alabanza y gloria a Ti,
Trinidad Santísima, único y sumo Dios! 5. ¡A Ti, Padre omnipotente,
origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el Viviente, Señor del tiempo y
de la historia, en el Espíritu que santifica el universo, la alabanza, el
honor, la gloria, hoy y en los siglos sin fin. Amén! (De Juan Pablo II, para el
Jubileo 2000) ACTOS DE FE,
ESPERANZA Y CARIDAD Dios mío, creo firmemente
cuanto tú, verdad infalible, has revelado y la santa Iglesia nos propone para
creer. Y expresamente creo en ti, único verdadero Dios, en tres personas
iguales y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y en tu Hijo, encarnado y
muerto por nosotros, Jesucristo, el cual dará a cada uno, según sus méritos,
el premio o la pena eterna. Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor,
aumenta mi fe. Dios mío, espero de tu bondad,
por tus promesas y por los méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida
eterna y las gracias necesarias para merecerla con las buenas obras que debo
y quiero hacer. Señor, no quede yo confundido eternamente. Dios mío, te amo con todo mi
corazón, sobre todas las cosas, a ti, bien infinito y mi eterna felicidad; y
por amor tuyo amo a mi prójimo como a mí mismo y perdono las ofensas
recibidas. Señor, haz que yo te ame cada día más. OBSEQUIOS Y
ORECIMIENTOS A 1. 0h beatísima Trinidad!, os doy palabra de procurar con todo esfuerzo y empeño
salvar mi alma, ya que la creasteis a vuestra imagen y semejanza y para el
cielo. Y también por amor vuestro procuraré salvar las almas de mis prójimos. 2. Para salvar mi alma y daros
gloria y alabanza, sé que he de guardar la divina ley. Os doy palabra de
guardarla como la niña de mis ojos, y también procuraré que los demás la
guarden. 3. Aquí, en la tierra, me
ejercitaré en alabaros, y espero que después lo haré con más perfección en el
cielo; y por esto, con frecuencia rezaré el Trisagio y el verso: Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Y también procuraré que los demás os
alaben. Amén. V. Bendigamos al Padre y al
Hijo con el Espíritu Santo. R. Alabémosle y ensalcémosle en
todos los siglos. Omnipotente y sempiterno Dios,
que concediste a tus siervos el conocer la gloria de tu eterna Trinidad en la
confesión de la verdadera fe y el adorar ORACIÓN DE
ADORACIÓN A Adoración al Padre
eterno. Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria. Oración. Os adoro, oh Padre
eterno, con toda la corte celestial, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas
gracias en nombre de la santísima Virgen, vuestra Hija muy amada, por todos
los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquel poder
con que la enaltecisteis en su gloriosa Asunción á los cielos. Adoración al eterno
Hijo. Padrenuestro, Avemaría y
Gloria. Oración: Os adoro, oh eterno
Hijo, con toda la corte celestial por mi Dios, Señor y Redentor, y os rindo
gracias infinitas en nombre de la santísima Virgen, vuestra muy amada Madre,
por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por
aquella suma sabiduría con que la ilustrasteis en su gloriosa Asunción al
cielo. Adoración al Espíritu
Santo. Padre nuestro, Avemaría y
Gloria. Oración. Os adoro, Espíritu
Santo paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias con toda la
corte celestial en nombre de la santísima Virgen, vuestra amántísima
Esposa por todos los dones y privilegios con que la adornasteis,
especialmente por aquella perfectísima y divina caridad con que inflamasteis
su santísimo y purísimo corazón en el acto de su gloriosísima
Asunción al cielo; y humildemente os suplico en nombre de vuestra inmaculada
Esposa, me otorguéis la gracia de perdonarme todos los gravísimos pecados que
he cometido desde el primer instante en que pude pecar; hasta el presente, de
los cuales me duelo infinitamente, con propósito de morir antes que volver
mas a ofender a vuestra divina Majestad; y por los altísimos méritos y
eficacísima proteccion de vuestra amantísima Esposa
os suplico me concedais á mí y a N. el preciosísimo
don de vuestra gracia y divino amor, otorgándome aquellas luces y
particulares auxilios con los cuales vuestra eterna Providencia ha
predeterminado salvarme, y conducirme a sí. Oración a Os reconozco y os venero, oh Virgen santísima, Reina de los cielos, Señora y Patrona del universo, como a Hija del eterno Padre, Madre de su dilectísimo Hijo, y Esposa amantísima del Espíritu Santo; y postrado a los pies de vuestra gran Majestad con la mayor humildad os suplico por aquella divina caridad; de que fuisteis sumamente llena en vuestra Asunción al cielo, que me hagáis la singular gracia y misericordia de ponerme bajo vuestra segurísima y fidelísima protección, y de recibirme en el número de aquellos felicísimos y afortunados siervos que lleváis esculpidos en vuestro virginal pecho. Dignaos, oh Madre y Señora mía clementísima, aceptar mi miserable corazón, mi memoria, mi voluntad, y demás potencias y sentidos míos interiores y exteriores; aceptad mis ojos, mis oídos, mi boca, mis manos y mis pies, regidlos conforme al beneplácito de vuestro Hijo, a fin de que con todos sus movimientos tenga intención de tributaros gloria infinita. Y por aquella sabiduría con que os iluminó vuestro amantísimo Hijo, os ruego y suplico me alcancéis luz y claridad para conocerme bien a mí mismo, mi nada, y particularmente mis pecados, para odiarlos y detestarlos siempre, y alcanzadme además luz para conocer las asechanzas del enemigo infernal y sus combates ocultos y manifiestos. Especialmente, piadosísima Madre mía, os suplico la gracia… ((mencionar). |
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