Caminando con Jesús Pedro Sergio Antonio Donoso Brant “Pater Noster” Padre
Nuestro, (Mt. 6:5-15) Documento
de estudios SAN MATEO Sagrada Biblia Texto de Mt 6:5-15 Modo cristiano de hacer oración, el “Pater noster,” (Lc 11:24). 5 Y
cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar de pie en las
sinagogas y en los cantones de las plazas, para ser vistos de los hombres; en
verdad os digo que ya recibieron su recompensa. 6 Tú, cuando ores, entra en
tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu
Padre, que ve en lo escondido, te lo dará. 7 Y orando, no seáis habladores
como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho hablar. 8 No os
asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis
necesidad antes que se las pidáis. 9 Así, pues, habéis de orar vosotros:
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, 10 venga a
nosotros tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra. l El pan nuestro de cada día dánosle hoy, 12 y perdónanos
nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, '3 y no
nos pongas en tentación, mas líbranos del mal.14 Porque, si vosotros
perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre
celestial. 5 Pero, si no perdonáis a los hombres las faltas suyas, tampoco vuestro
Padre os perdonará vuestros pecados. Jesús censura y expone cuál ha de ser
el espíritu cristiano de sus discípulos en la oración. Todo judío piadoso varón había de
orar tres veces al día, sobre las nueve de la mañana, mediodía y sobre las
tres de la tarde; prescripción ya muy anterior a la época neotestamentaria.
Generalmente se oraba de pie, pero también era frecuente orar de rodillas. Se
solía orar tendidos los brazos al cielo, e incluso vueltas las palmas de las
manos, como esperando el don que esperaba recibirse 9. Mas para el fariseo — ”hipócrita” — también la oración era motivo para su
vanidad. Les gustaba orar ostentosamente en las “sinagogas,” en el templo —
también estaba permitida la oración en cualquier lugar puro — y en los
ángulos de las plazas, probablemente para no ser interrumpidos en su
exhibicionista oración por los transeúntes y bestias de carga. JesuJesús los describe diciendo el modo con que oran, con
una palabra () que se la puede traducir por “estando de pie.” Traducción
legítima, pero que pudiera estar fuera de contexto. Porque lo que se censura
no es la posición, máxime cuando generalmente se oraba de pie — ”cuando os pusiereis en pie () para orar.” (Mc 11:25) —,
sino el modo exhibicionista con que oraban. Por eso se podría traducir esa
palabra, mejor que por la “de pie,” por la de pose 10. Con ello ya recibieron
su recompensa al ser vistos por los hombres, por quienes lo hicieron. Pero se señala también en forma
positiva esta actitud cristiana de orar. En contraste con el fariseísmo, el
cristiano entrará en su “habitación y, cerrada la puerta, ora a tu Padre.,
que ve en lo secreto (y) te dará.” Se proponía el perfil bajo como actitud en
la oración. Se propuso traducir v, “habitación,”
por granero, rincón o bodega, valor que filológicamente puede tener (Mt
24:26), puesto que las casas de las gentes pobres palestinas sólo tenían una
habitación, en donde se desarrollaba, a vista de todos, la vida familiar, y
así en ella habían de ser vistos n. Pero el pensamiento de Jesús no va a
estas sutiles precisiones. Se censura la oración
público-exhibicionista farisaica, y el contraste se presenta en el retiro
privado del hogar. Mucho menos se trata de censurar la oración pública — no
es éste su objetivo —, que Jesús mismo recomendó en otras ocasiones (Mt
18:19.20; 11:25; Jn 11:41; 12:28). Se busca a Dios, que está en todas partes,
no la exhibición. Como lo que únicamente aquí se
considera es el espíritu que, debe informar la oración, se dice
sapiencialmente que el Padre “dará” lo que se pide. Por eso ha de suponerse
la conveniencia de lo pedido y las condiciones requeridas para que se
conceda, y que Jesús expone en otros pasajes (Mt 15:21-28; Mc 7:24-30; Lc
11:5-13). Si la oración cristiana exige como
una condición la sinceridad y sencillez, se expone la censura de otro
aspecto, practicado por los gentiles, que piensan que “serán escuchados por
su mucho hablar.” El texto pone una palabra con significado discutido, , aunque el sentido es claro. Se la hace derivar de battalogeo (códices Alef, B,
versiones siro-sinaítícas y siro-palestinense) o battologéo
(códice D, versiones latinas, coptas, siro-curetoniana
y Peshitta). Si se deriva de la primera, su
significado sería decir cosas vanas, del arameo battaltha';
en el segundo caso significaría, originariamente, tartamudeo y, en sentido
derivado, el farfulleo de decir muchas cosas, aquí
inútiles 12. Si el sentido etimológico es
discutible, el contexto hace ver claramente su valor fundamental: la
“charlatanería” en la oración, sea diciendo cosas vanas o inútiles, sea
pretendiendo recitar unas fórmulas largas o calculadas, como si ellas
tuviesen una eficacia mágica ante Dios. Se decía por algunos rabinos: “Quien
multiplica las plegarias será escuchado” 13. Los sacerdotes de Baal aparecen
con ciertas prácticas interminables patológicas en la oración (1 Re 18:26ss).
Igualmente aparecen listas de epítetos en los himnos babilónicos y fórmulas
de encantamiento en los papiros mágicos de la edad helenística. Los dioses
romanos tenían sus carmina, en los que no se omitía
detalle y en los que se ponían todos los títulos y requisitos preventivos
para que no fallase la petición. Era una magia o una “mecanización” de la
piedad. Séneca habla de aquellas oraciones “que fatigaban a los dioses” 14
(cf. Eclo 7:14; 2 Mac 1:23-30). En el Eclesiastés se dice: “Sean pocas tus
palabras” (5:1). Y el Eclesiástico previene contra “la repetición de las
palabras” (7:14). Pero después de la cautividad, el judaismo,
en general, gustaba de prolijas oraciones y, en especial, acumular en ellas
títulos a los nombres divinos (cf. 2 Mac 1:23-29). Ejemplo clásico judío es
la oración Shemone Esré. No es ésta la actitud cristiana en la
oración, pues “vuestro Padre conoce las cosas de que tenéis necesidad antes
de que se las pidáis.” Pero no se excluye la minuciosidad, que no se estima
como requisito semimágico, cuando es la sinceridad del corazón. Porque la
oración no es locuacidad, sino el corazón volcado en Dios. No pretende Jesús con esta enseñanza
condenar la oración larga. No es éste el propósito de su enseñanza. La
censura va contra la mecanización formulista o semimágica de la oración. Ni va contra la extensión de la
oración. El mismo, en Getsemaní, dio ejemplo de oración larga, al permanecer
en la misma “una hora” de oración (Mt 26:39.42.44, par.), lo mismo que al
pasarse, en ocasiones, la noche en oración. Mt 6:9-13 El “Pater noster,” (Lc 11:25-26). El “Pater noster” está encuadrado lógicamente en este lugar que Mt
asigna a la oración y censura defectos en ella: da el modelo de la misma.
Pero no es su lugar literario primitivo, pues rompe la estructura de una
estilística estereotipada — limosna, oración, ayuno — en la que
manifiestamente está incrustado. Cronológicamente está adelantada por Mt,
para ponerla en el sermón del Monte. Mc tiene una alusión a esta oración (Mc
11:25.26) en un contexto después de la entrada mesiánica de Jesús en
Jerusalén. En el monte de los Olivos se conmemoró, en la basílica Eleona, la oración del Pater,
pero no tiene verdadero fundamento histórico 15. La razón más decisiva es
que, según Lc (11:1), Jesús enseña esta oración a los apóstoles a petición de
éstos, como el Bautista enseñaba a orar a sus discípulos. Esto hace suponer
una época ya más tardía, no en el comienzo mismo de la vida pública de Jesús. Lc trae esta oración en forma más
breve. Esto ha hecho plantear el problema de la unidad o duplicidad literaria
original de fórmulas. Unos piensan que la fórmula original sea la de Lc I6 y
que Mt sea una ampliación. Otros piensan que se justifica mejor la omisión
por Lc de algunos pasajes de Mt que no viceversa. Los manuscritos de Qumrán
han hecho ver que los copistas palestinenses del
principio de la era cristiana tenían tendencia a suprimir más que a añadir
17. También se piensa en la posible formulación diversa, según una
tradición-fuente, de lo que habría sido la idea o formulación orientadora
fundamental dada por Jesús. De ahí las variantes literarias. Sin embargo, no
es fácil suponer dependencia de Mt de Lc ni viceversa. Las divergencias son
demasiado importantes para suponer esto. Pero el problema sería saber si
Jesús dio una simple orientación sobre la forma de la oración cristiana, o si
dio una fórmula inmutable. Si Jesús hubiese dado una fórmula fija, ¿no se
hubiese conservado íntegra? ¿O acaso es el núcleo lo que aparece en Mt-Lc? Y
puesto que Jesús recitó una oración, ¿no es lo más lógico pensar que ésta es
fundamentalmente — núcleo — la transmitida? ¿Por qué cambiar el núcleo de lo
que Jesús habría dado? Sería más fácil suponer adiciones a ese núcleo
primitivo que no un cambio sustancial en esta fórmula de oración de Jesús. Desde el punto de vista de la
estructuración literaria, esta oración encuentra diversos elementos de la
misma, más o menos afines, en la literatura judía. Pero la originalidad de la
oración dominical radica en dos razones: a) En que sólo ella estructura de una
manera orgánica elementos que sólo se hallan en la literatura judía dispersos
y sin la menor relación entre sí. b) En que estas expresiones tienen
vinculado un sentido nuevo y trascendente. El Pater noster consta de tres partes bien marcadas: a) Introducción: “Captado benevolentiae” (v.9b). b) Tres deseos o peticiones relativas
a la gloria de Dios (v.9c-10). c) Tres (o cuatro) peticiones
relativas a los hombres (v.ll-13). San Agustín es el que ha distinguido
en el Pater noster una
“Introducción” o “captado benevolentiae” (“benevolentia concilianda, ”benevolentia conciliari”), como él la llama en su obra De sermone Domini in monte, y “siete peticiones” 18. Sin embargo, la
sentencia hoy ordinaria es que consta de seis peticiones, ya que las dos
últimas no son más que doble aspecto de una misma. Lo que también puede
decirse de las tres primeras, que, conceptualmente, son una misma: por lo que
el Pater vendría a tener realmente cuatro
peticiones. Introducción:
“Captatio benevolentiae”
(v.9, Lc 11:2). Toda oración, máxime de petición,
debe comenzar dirigiendo a Dios alguna alabanza que le haga grato al que ora.
Esta oración, estructurada en el medio ambiente judío, refleja, en esta
introducción, la estructura ambiental de otras oraciones judías. Sin embargo,
la característica de esta introducción del Pater es
la sobriedad y densidad que encierra. No obstante, también otras oraciones
rabínicas comienzan con un paralelo con ésta, aunque luego en el desarrollo
no sean tan sobrias. Así se lee: “Padre nuestro, que estás en los
cielos, hacednos misericordia por amor de vuestro gran nombre, que es
invocado sobre nosotros, y cumplid en nuestro favor, ¡oh Yahvé, nuestro Dios!
lo que está escrito. En esos días, yo os conduciré.” 19. Pero en esta paralela “captado benevolentiae,” lo de Pater
lleva un contenido totalmente nuevo y trascendente. En el A.T., Dios aparece
llamado varias veces Padre. Unas es Padre del pueblo elegido; otras se le
llama Padre de cada uno de los israelitas, que son sus hijos sobre todo
después del destierro babilónico; otras es el ser humano “justo,” que aparece
como hijo de Dios; otras se lo dice de David y los suyos. Esta denominación,
no frecuente en el A.T., vino a encontrar su auge en Jesús, en cambio, cuando habla de
“su” Padre, lo hace dirigiéndose a El con una vinculación única. Dios es el
Padre de Jesús, su Hijo unigénito. Pero aquí, en esta oración,
poniéndose en lugar de los que han de recitarla, no dice “mi Padre,” sino
“Padre nuestro,” y cuyo determinativo último omite Lc, acaso por prestarse en
su medio a una interpretación de estrecho nacionalismo o por preferencias de
una oración que primitivamente comenzaba por sólo “Padre” (Gal 4:6; Rom 8:15;
Ef 3:14; Mc 14:36; Lc 22:42). Mc lo usa una sola vez (Mc 11:25 =
“vuestro”). El “nuestro” es característico de Mt, que lo usa 20 veces en su
evangelio 21. ¿Cuál es el intento de la expresión “Padre nuestro”? ¿Tiene
aquí el verdadero sentido de paternidad y filiación divina de los cristianos?
21 El concepto de “Reino” orienta a
esto. En los sinópticos se describe éste en su aspecto exterior, social; en
San Juan tiene el sentido de “vida eterna.” Y en éste había de ingresarse y
establecérselo mediante el bautismo (Mt 28:11), que confiere la gracia — vida
— al “nacer del agua y del Espíritu Santo” (Jn 3:5). Es así como un día se
podrá ingresar en la fase celeste del mismo. “Venid, benditos de mi Padre,
poseed el Reino que os está preparado desde el principio del mundo” (Mt
25:4). Por eso, pidiéndose en el Pater el establecimiento del reino y siendo cristianos
los usuarios del mismo, y siendo hijos de Dios por participación de la
gracia, sería por lo menos improbable que se diese a esta expresión un
sentido metafórico, cuando en ella se incluía un sentido tan real 22, sobre
todo a la hora de la composición del Evangelio. Por último se sitúa a Dios “en los
cielos.” Lc omite esto; es propio de Mt, que retransmite seguramente la
fórmula aramaica primitiva. Que Dios está en todas partes, está abiertamente
enseñado en Este concepto y esta
”localización” de Dios en los cielos estaba ya en la voz popular, ya
en el siglo I por obra de la literatura rabínica. Al hablar de Dios como
“Padre” se le hacía seguir de esta determinación: “que estás en los cielos”
24. Peticiones relativas
a la gloria de Dios (v.9c-10). Primera petición. —
“Santificado sea tu nombre” (v.9c; Lc 11:2). La primera petición es común a Mt y
Lc. El texto griego usa por “santificar” un verbo (ζ) que, como los
terminados en - azo, es causativo, indica una
cierta santificación. Esta es una de las expresiones del Pater
que está formulada con una acusada terminología del A.T. y también con las
fórmulas rabínicas de la piedad judía. El “Nombre,” de Dios, es un
circunloquio que está por su persona. Es efecto del respeto y escrúpulo judío
para no pronunciar el nombre divino. Para ello buscaron otras fórmulas que
indirectamente lo representasen. Y una de ellas es precisamente la palabra
“nombre” (Dt 12:4v). Estando así unido Dios a su pueblo,
este “nombre” puede ser profanado, sea porque el pueblo obra contra la ley de
Yahvé, desobedeciéndole (Jer 34:16), entregándose a idolatrías (Lev 19:21) o
de otras maneras. Pero también hay otra forma por la cual puede ser profanado
este nombre, y es que, ligado a este pueblo, participa en alguna manera de la
suerte del mismo. Humillado o vejado éste, queda también humillado o vejado
el “nombre” de Yahvé, que está en él. No castigo a mi pueblo “por mí, por mí
lo hago, puesto que, de lo contrario, sería profanado (mi nombre)” (Is
48:9.11; Ez 20:9, etc.). En contraposición a esta profanación
de su “nombre” está el que éste puede ser “santificado.” Naturalmente, no se
refiere a ninguna santificación esencial de Dios, sino a una “santificación”
extrínseca. Y ésta aparece en el A.T. en un doble sentido: 1) El pueblo escogido es el que
“santifica” el nombre de Yahvé, sea alabándole, al contemplar sus
intervenciones maravillosas (Is 29:23), sea guardando los mandamientos (Lev
22:31-32), sea fiándose totalmente de El (Núm 20:20), de su providencia, etc. 2) Dios mismo es el que “santifica”
su “nombre,” pero correlativamente a esto, Dios ejerce una acción sobre su
pueblo. Un pasaje de Ezequiel expresa muy precisamente este aspecto. Israel
ha sido desterrado a Babilonia y allí no se comporta como conviene y
“profana” el “nombre” de Yahvé. Pero éste anuncia la “santificación” del
mismo al renovar al pueblo en virtud y aparecer así El lleno de grandeza y
majestad (Ez 36:20v). En la evolución del pensamiento judío
sobre la “santificación” del nombre de Dios hay un progreso o concreción en
la literatura postexílica. A la vuelta del destierro babilónico
y después de pasado un suficiente lapso de tiempo, los judíos vueltos de la
cautividad se convencieron de que las profecías de los profetas de la
cautividad no iban a tener un cumplimiento inmediato. Mas siendo palabra de
Dios, habían de cumplirse. De ahí que proyectasen su cumplimiento para los
tiempos escatológicos. Más aún, se concretó que esta plena “santificación”
del nombre de Dios estaba reservada al Mesías. Esto es precisamente lo que se
ve en las preces rabínicas, que se recitaban en los mismos días de Jesús. De lo expuesto se ve cuál sea el
sentido de esta petición. Se pueden distinguir en ella varios aspectos. El concepto profético-rabínico
general sobre la “santificación” del “nombre” de Dios se refiere a una gran
intervención de Dios en el mundo para realizar esta gran obra. Así se lee:
“Santificado sea su gran nombre.” “Glorificado y santificado sea el nombre
del Señor, que debe renovar el mundo.” “Si vosotros santificáis mi nombre, yo
también santificare mi nombre por vuestro medio.” 25 Esta gran intervención de Dios es
concretamente su obra mesiánica. En ella se “santifica” por excelencia el
“nombre” de Dios. Como esta oración se inserta en los
evangelios, con el reino ya establecido — en su momento histórico se pedía
por el establecimiento del reino a venir —, ello no obstante, esta oración
tiene una perspectiva recitativa indefinida; su valor en labios ya cristianos
pide la constante actualización y difusión del mismo geográfico-temporal, y
su mayor penetración en las almas. Es su “adaptación” plenaria. Conforme a los textos citados en esta
petición se incluye la acción de una doble conjunción en la realización y
actualización de esta obra: Dios y el ser humano. Cada uno, desde su puesto,
contribuye a la santificación “del Nombre” de Dios. Filológicamente “la forma
imperativo aoristo pasivo () expresa la idea de una acción que sólo Dios
puede realizar.” 26 Segunda petición. — ”Venga tu
reino” (v.l0a = Lc 11:2c). La segunda petición
aparece igualmente en Mt-Lc. Ya el concepto de este “reino,”
aunque su naturaleza exacta permaneciese velada, estaba expresado en el A.T.
Israel tiene una concepción de su estructura social, teocrática. Yahvé
“reina” en su pueblo. Era una concepción análoga a la de los otros pueblos
del Oriente bíblico. Pero en la historia de Israel, este concepto del reinado
de Dios en su pueblo vino a cobrar una nueva perspectiva. El concepto de este
grandioso e ideal reinado, que anunciaron los profetas, al verse, sobre todo
al regreso de Sin embargo, la descripción profética
de este reinado no llevaba excesivas precisiones sobre su carácter
“espiritual.” De ahí el lento proceso sobre su espiritualización, lo mismo
que el haber dado lugar a malas interpretaciones, incluidos, antes de
Pentecostés, los mismos discípulos (Lc 24:21; Act 1:6). Esta es la línea de
concepción que va del A.T. a la literatura rabínica. Pero es el . . el que ha de dar el
sentido exacto de esta petición. El Evangelio no es otra cosa que el
establecimiento del reino esperado. El preludio lo tiene el Bautista: “Arrepentios, porque el reino de los cielos llegó o se
acerca” (Mt 3:2). Pero en el . . hay
dos grupos de textos sobre el tiempo en que se establecerá este reino: unos
lo ponen como un hecho ya presente: “el reino de Dios está en medio de
vosotros” (Lc 17:20.21; 11:20); otros como una realidad futura (Mt 4:17;
10:7; Lc 22.18; Mc 9:1; 11:10). “Esta divergencia tiene una armonización
perfecta en la persona de JesuJesús. En diversos
pasajes evangélicos se identifica el reino con la persona misma de JesuJesús. En la entrada mesiánica en Jerusalén las
multitudes le aclaman con un paralelismo, en el relato de Mc, manifiestamente
sinónimo: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino
que viene de David, nuestro padre!” (Mc 11:9.10). Otros pasajes, en cambio,
aunque vienen a identificar el reinado con la persona o la presencia de la
misma en determinados acontecimientos, le dan una proyección más distante por
buscar, en realidad, una Epifanía que haga ver la realidad del reino
instaurado, aunque no sea ella el momento mismo constitutivo.” Hay algunos. que no morirán hasta que hayan visto al Hijo del hombre
viniendo en su reino (Mt 16:28; Mc 9:1; Mt c.24, par.; Mt 26:64, par.). “Ya esta identificación autoriza para
que por el hecho de la presencia de Jesús en el mundo se dé por aparecido
también el Reino de Dios. Con todo, si se tienen en cuenta todos los textos,
hay que decir que esa aparición no es más que en esperanza, pues la venida
terrestre de JesuJesús no era todavía un
advenimiento regio y triunfal, y por eso el reino de Dios, encarnado en la
persona de Jesús y ligado a su suerte, esperaba la glorificación de JesuJesús para revelarse 28. Esto es lo que significan
multitud de textos” 29. Acaso también se pudiera pensar en una interpretación
de textos a la hora del kerygma o de la composición
del Evangelio, respetando unas “fuentes” el sentido histórico y otras
expresando ya, ante los hechos, su realización. ¿Cuál es, pues, aquí el sentido de
esta petición del Pater noster?
Su valoración es analógica a la de la petición anterior. En su momento
histórico se pedía por esa futura “santificación mesiánica del nombre de
Dios.” Solamente algún autor propone la posibilidad de que tenga un sentido
“escatológico” final. Se pediría en ella que el Reino llegase a su plena
consumación (cf. 1 Cor 15:28). Se tendría por fondo la inminencia de la
parusía. Pero ya se está ”desescatologizando”
en Mt-Lc esta tensión primitiva. Al pedirse la plena realización del reino,
se pediría implícitamente por el “advenimiento” progresivo del mismo — en
extensión geográfica y penetración espiritual — en la fase presente. Es la
interpretación de la mayor parte de los Padres latinos 30. Los Padres griegos
le dan el valor, en su consignación evangélica, de una mayor progresión de
actualización en extensión y en los espíritus. Esta última es preferible. 1) En la “escatológica” causa
extrañeza que se pida exclusivamente por el fin de lo que ha de ser un
establecimiento gradual. Aunque no puede perderse de vista el “marana tha,” sin embargo, ya se
indicó, Mt-Lc “desescatologizan” la tensión
primitiva parusíaca. 2) El concepto de reino, aunque
enriquecido y precisado por Jesús, es el reino anunciado en el A.T. y
esperado en los días de Jesús 31. Según la concepción de entonces, se admitía
el reinado de Dios sobre el mundo, pero lo que sobre todo se esperaba y pedía
era, conforme a los profetas, la universalidad del mismo. Es el sentido de
“adaptación” que tiene por su inserción en los evangelios, con el reino ya
establecido. Es un desenvolvimiento de contenido implícito en el concepto del
reino. Literariamente la formulación acusa
más directamente, como es lógico en esta mentalidad, la acción de Dios (cf.
petición siguiente de Mt; cf. Lc 12:32; Is 6:44; 3:16) en el establecimiento
de su reino, que el apoyo del ser humano (Mt 3:2, par.; 7:13; Is 3:16-21 passim). Tercera petición. — ”Hágase tu
voluntad, como en el cielo, así sobre la tierra” (v.10:6). Petición exclusiva de Mt. Su ausencia
en Lc — no dejaría de extrañar la pérdida original de esta petición en los
apóstoles y la tradición — hace sospechar que no sea primitiva, sino una
“adición” de Mt31. El “hágase tu voluntad” procedería de Getsemaní, y la
expresión “cielo-tierra” sería de él, ya que es expresión suya favorita (Mt
5:18.34; 11:25; 16:19; 18:18.19; 23:9, etc.). Se añadiría a esto que el Pater ya comenzaba por esta expresión, lo que atraería la
de Getsemaní. Con esta adición se lograría literariamente el número siete,
número bíblico y característico de Mt, como se ha indicado en la
introducción. Así estructurada, podía resultar más práctica en el uso
litúrgico 32. Mas no dejaría de extrañar que una fórmula de Jesús hubiese
sido alterada así por Mt. Según algunos, podría ser la fórmula usada en la
liturgia y pasada al evangelio de Mt. La misma formulación en sí de un querer
abstracto no deja de extrañar. Sólo el contexto puede venir a concretarlo.
¿Acaso la liturgia agrupó a la oración primitiva de Jesús otras peticiones
por oportunidad pastoral? Los elementos que intervienen en esta
petición son varios. La “voluntad de Dios,” cuya realización aquí se pide,
tiene un doble sentido en el . . 1) Los seres humanos en cuanto
realizan los preceptos y el plan de Dios (Mt 21:28-31, etc.). 2) Es Dios quien determina el plan
que se ha de cumplir como tal. Si los seres humanos entran en él como
beneficiarios o ejecutores, esa voluntad tiene un valor previo, inflexible e
independiente (Ef 1:6.10.12; Is 17:1.2; 1 Tes 4:3,
etc.). En Mt el término usado aquí () sólo
sale cinco veces (8:13; 9:29; 15:28; 26:42). En todos estos casos el
verbo indica un hecho, no en cuanto
dura, sino en cuanto sobreviene. Es además, el sentido ordinario de este
verbo en Mt (Mt 1:22; 21:4; 26:56; cf. 24:6; 5:18; 18:19). También Mt usa
otras veces el verbo “hacer” () para indicar la voluntad de Dios en cuanto es
realizada por el ser humano (Mt 7:21).
Se puede añadir que el sentido moral o “etizante”
es enfoque general en la catequesis de Mt (Mt 7:21; 12:50; 18:14; etc.) El
profetismo habló de cómo en los días mesiánicos los hombres obedecerán a
Yahvé (Is 61:3). Y en las oraciones judías, como en Sin embargo, la tercera petición, con
su imperativo aoristo pasivo (/), se dirige a Dios-Padre, sujeto de la
petición. “La forma imperativo aoristo pasivo expresa la idea de una acción
que sólo Dios puede realizar” (Bonnard). Este cumplirse la voluntad de Dios
“como en el cielo, así sobre la tierra,” aparte de la razón filológica dicha,
podría tener dos interpretaciones: 1) Que los seres humanos cumplan la
voluntad de Dios en la tierra, con la prontitud y exactitud con que la
cumplen los ángeles en el cielo, conforme se lee en 2) En la literatura apocalíptica se
desarrolla con insistencia un tema capital en la misma. El plano terrestre es
el plano en el que se desenvuelve temporalmente la historia. Incluso parece
como si en ocasiones fuese contrario a la sabiduría divina. Pero luego se
considera el plano celeste, que explica perfectamente todo lo que sucede en
el terrestre, pues cuanto sucede en éste estaba escrito de antemano en las
“tabletas celestes.” Así, v.gr., diversos pasajes
del libro de los Jubileos y del de Henoc 33. En este sentido se lee en Conforme a cualquiera de estos
sentidos podría interpretarse esta petición del Pater,
pero parece mucho más probable la última: a) por su razón de analogía
filológica, antes indicada; b) por su formulación absoluta,
máxime comparada con otros pasajes en los que el contexto hace ver que esa
voluntad divina se entiende en cuanto ejecutada por los hombres; c) porque las determinaciones
trascendentales dependen definitivamente de la voluntad de Dios, como es en
este caso. Pues la forma absoluta de esta voluntad divina ha de ser sobre
algo concreto. Y encuadrada en el contexto de las dos anteriores, ha de ser
la gran voluntad divina en el establecimiento del reino. Si originariamente
tuvo otro contexto, en éste parece ha de interpretársela de la instauración
del reino mesiánico 33. Si es insertado por el evangelista o su “fuente,” se
pide, como en las otras, con el reino establecido, su extensión y
penetración: su valor moral, tan propio de la “etización”
de Mt. Peticiones
relativas a los hombres (v. 11-13). Cuarta petición. — ”El pan
nuestro de cada día dánosle hoy” (v.11; Lc 11:3). Esta petición es común a Mt y Lc.
¿Qué significa la forma griega , que, ordinariamente
se traduce por “cotidiano”? El sentido de ella depende de la etimología que
se le asigne. El adjetivo , que La etimología es correcta. Pero en
este c.6 de Mt, dice Jesús: “No os inquietéis, pues, por el mañana.” (Mt
6:34). Parecería, pues, una deshomogeneidad, por lo
menos literaria, entre esta etimología y este pasaje. 2) Otra versión es: para la
“subsistencia” de la vida. Así ya en Orígenes se la deriva de = sustancia, esencia, vida — ”super-substantialem”
(Mt) —. Debrünner ha probado que en la lengua
vulgar podía no ser eliminada la yota del epí 37. Es la interpretación de Esta interpretación es
filológicamente legítima, y se hace ver que así como perioúsios
significa más de lo necesario, epioúsios significa
estrictamente lo necesario 40. 3) El “pan del día presente,” el pan
“cotidiano.” Se lo deriva de 4I.
Sería, elípticamente, equivalente a
(), es decir, el pan para el (día) presente 42. Es la traducción que
de Lc da Se ha hecho notar cómo Lc tiende ha “desescatologizar” los esquemas en que frecuentemente se
da el mensaje cristiano. Lo mismo que en esta versión de Mt ya no se acusa la
tensión parusíaca de las primeras generaciones tan
fuertemente, Lucas parece darle una situación más “ética,” de cotidiana vida
cristiana 42. Este “pan” del que aquí se habla es
metafórico, está por un alimento. Pero cabe ante él una doble posición:
¿material o espiritual? Varios Padres lo interpretaron “espiritualmente,” y
hasta, concretamente, de Se piensa en la posibilidad de que,
originariamente, esta petición hubiese pedido un “alimento” — ayuda de Dios —
para vencer — nutrirse — en esta lucha escatológica entre Jesús y Satán. O
incluso participar en el “banquete escatológico.” No sería sino una
repetición de las anteriores. Aparte que queda excluida aquí por el “hoy” de
Mt y el “cada día” de Lc. Estaría entonces esta petición en línea con las
anteriores 47. Pero en su forma actual es metáfora
por el alimento corporal de “cada día” (Lc). La expresión es tan específica
que, sin una matización en contrario (Prov 9:5),
sólo se la puede interpretar del alimento diario, también don de Dios. Por
qué haya de pedirse el pan de cada día, es por la dependencia que el ser
humano tiene en todo de Dios. Y la literatura rabínica lo ilustraba con una
parábola para indicar el gozo de Dios Padre al recibir la venida cotidiana
del hombre, su hijo 48. Quinta petición. — ”Y perdónanos
nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (v.12 = Lc
11:4). Petición común a Mt-Lc, con alguna
variante. Mt usa por “pecador” la palabra
“deudas” ( ), mientras que Lc, en el
primer hemistiquio, por “deudas” pone “pecados” (), aunque en el segundo
vuelve a usar “deudas”: a todo el que debe” (). El “a todo” es característico
de Le: destacar el aspecto de totalidad (Lc 18:22; 6:30; 5:11-28 comparado
con los correspondientes paralelos). En el griego clásico ¿
se usaba ordinariamente para indicar “deudas” en sentido propio.
Probablemente esto es lo que hace a Lc cambiarlo en el primer hemistiquio,
para no desorientar a sus lectores con deudas pecuniarias 49. Llama varias
veces a los pecados “deudas” (Lc 7:41; Mt 18:23-25). Lo mismo aparece en Se pide que nos perdone “como ( xat) nosotros perdonamos.” No
se pide un perdón de igualdad, sentido que puede tener (Mt 20:14), lo que
aquí es imposible, sino que Dios nos perdone puesto que también nosotros
perdonamos; valor que tiene la expresión en otros pasajes (Mt 18:33). El
perdón de Dios sobrepasa siempre al de la criatura. Hay una diferencia redaccional
consistente en que Mt pone “perdonamos” () en aoristo, mientras Lc lo pone en
presente (). Lo primero parecería sugerir que se exige primero nuestro perdón
para que Dios perdone. Se piensa en posibles matices intencionales. Pero
ambos tiempos pueden ser simples traducciones de un participio presente
arameo, que pudo ser vertido en dos tiempos distintos sin especiales intentos
teológicos. Que el hombre haya de pedir perdón,
perdonando él, no es más que el hombre tiene que amar a Dios, lo que es
imitarle. Y el amor a Dios exige amarle como El es y con lo que El determina.
Y la norma de la perfección cristiana la expuso El: “Amad a vuestros
enemigos.” “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc
6:35-36; Mt 5:48; Prov 28:1-5). Esta necesidad del
perdón fue ilustrada por Jesús con la parábola del siervo inmisericorde (Mt
18:21-35). Después de las últimas peticiones, Mt
añade un “embolismo” en forma positivo-negativa, reforzando esta petición,
enunciada en forma “sapiencial.” Sexta y séptima petición. — ”Y
no nos pongas en tentación” (v.13 = Lc 11:4c), mas líbranos de mal.” La primera parte es común a Mt-Lc,
pero la segunda falta en Lc. Acaso por no estar en su “fuente,” o por
considerarla ya incluida en el hemistiquio primero. Esta era ya la opinión de
San Agustín 51 y Orígenes 52. También pudo haber sido añadida por Mt, a causa
de sus preferencias estructurales por el número siete 53. El “no nos lleves a la tentación”
(introduzcas = ^]) tiene una forma chocante. Literalmente es que Dios no nos
“introduzca.” ¿Dios puede introducirnos en la tentación? Para suavizar esto
se buscaron traducciones que la suavizasen. San Agustín decía: “Muchos,
cuando rezan, dicen: 'No permitas que seamos puestos en tentación.” 54 Y San
Hilario testifica que se leía en algunos códices: “No nos abandones a una
tentación que no podamos soportar.” 55 Sin embargo, la traducción literal es
“no nos introduzcas.” El verbo griego usado es un aoristo subjuntivo de = llevar a, inducir. F. Delitzsch
le pone por substráete hebraico tebi'enu, del verbo
bullevar, lo que supone la misma forma 56. La razón
de esta frase chocante es un semitismo. Todo lo que de alguna manera se puede
aplicar a Dios, frecuentemente, se lo aplican sin más; no distinguen a este
propósito querer permitir, no impedir, consecuencias a seguirse, etc. (Ex
4:31v). Como es el caso de la tentación. Además, ésta aparece en a) Tentación mala o pecado. Un grupo
de textos la presenta como pecado, o mejor, hacen ver el peligro fulminante a
que conducen ciertas tentaciones (Eclo 26:41). Tal es el caso de Getsemaní.
Jesús manda orar para “no entrar en tentación” (Mt 26:41). Esta no era que su
prendimiento no sucediese, sino que ellos tuviesen la fortaleza necesaria
para no escandalizarse al ver al Mesías prendido. b) Tentación “experimento.” Otro
grupo de textos presenta la tentación, no como algo malo o peligroso, sino
como ocasión de méritos y experimentación de la virtud. Clásico el caso de
Abraham: “Dios lo tentó (o probó = nissah).” Y de
la prueba salió victorioso y obtuvo la promesa de una descendencia numerosa
(Gen 22:1.16v). De ella dice el Eclesiástico: “En la tentación fue hallado
fiel” (Eclo 44:21). O como se dice a Tobías: “Porque eras acepto a Dios, fue
necesario que la tentación te probara” (Tob
12:13.14). En este sentido llama JesuJesús
“tentaciones” (Lc 22:28) a sus tribulaciones y a las que compartieron con El
sus apóstoles. c) Sentido “escatológico” de la
tentación. También se propone un tercer aspecto posible en la tentación: su
aspecto “escatológico.” Con la venida de Jesús al mundo se inaugura este gran
período y con él la gran lucha entre Jesús y Satán (Jn 12:31; 16:15; 13:3;
6:70-71; 8:39-44; 1 Pe 5:8). La tentación, en este caso, sería la proveniente
de Satanás, en esta hora “escatológica,” para boicotear o procurar destruir
el reino del Mesías. Muchas veces, cuando Mt habla de “tentación” () (4,Iss; 16:1; 19:3; 22:18.35;
26:41), habla de una prueba diabólica, que procede del exterior. En los escritos talmúdicos aparece
con el sentido amplio de prueba, preferentemente con este sentido 57. Jesús,
en esta petición, probablemente se atuvo a esta formulación en curso.
Igualmente se atuvo a la formulación semita de atribuir a Dios como causa lo
que sólo permite. “Nadie diga en la tentación: 'Soy tentado por Dios', porque
Dios no tienta a nadie” (Sant 1:13.14). Tratando de precisar más, se puede
decir: 1) Si esta “petición” formó,
primitivamente, un todo homogéneo, entonces se pediría a Dios que no
permitiese, en esta lucha “escatológica,” estar en el bando de Satán. Lo que
tendría más probabilidad si en el segundo hemistiquio se leyese: “Líbranos
del Maligno.” Fundamentalmente, la idea no cambiaba; era la perspectiva tan
sólo 58 (Mt c.24). 2) Si primitivamente la “petición” se
tomó en sentido “moral” individual, entonces no se pide que libre de toda
tentación, ya que ésta está en el plan de la economía de Dios sobre el mundo.
Sí se puede pedir que libre de tentaciones especialmente graves y, en todo
caso, que dé el auxilio para superarlas (1 Cor 10:13). En la segunda parte del hemistiquio,
aspecto positivo, se pide que nos libre
, que puede ser forma neutra, y se vertería por ser librados “del mal”
en general59, o masculino, y se referiría al “Maligno,” Satán (Mt 13:19.39;
cf. Mc 4:15; Jn 17:15; cf. 1 Jn 5:18.19; 1 Tes 2:3)
60. Era la traducción ya de Tertuliano: “Erue nos a
Maligno.” 61 Ambas traducciones son posibles. Incluso en el Talmud se
encuentran pasajes en los que se permutan, indistintamente, ambos términos
62. El verbo “líbranos” () significa
tanto “preservar” de caer en un mal como “librar” de un mal ya realizado. El
sentido aquí es de “prevenir” 62. La expresión final “Amen” de DOCUMENTOS DE ESTUDIOS DE LOS
EVANGELIOS DE PEDRO SERGIO ANTONIO DONOSO BRANT FUENTES BIBLIOGRAFICAS Evangelios. Por Manuel de Tuya, O. P. — Para Usos Internos y Didácticos
Solamente — Adaptacion Pedagogica: Dr. Carlos Etchevarne,
Bach. Teol. |