En que trata del cuarto grado de
oración. * Comienza a declarar por excelente manera la
1. El Señor me enseñe palabras cómo se pueda decir
algo de la cuarta agua (2). Bien es menester su favor, aun más que para la
pasada; porque en ella (3) aún siente el alma no está muerta del todo, que así
lo podemos decir, pues lo está al mundo; mas, como dije (4), tiene sentido para
entender que está en él y sentir su soledad, y aprovéchase de lo exterior para
dar a entender lo que siente, siquiera por señas.
En toda la oración y modos de ella que queda dicho,
alguna cosa trabaja el hortelano; aunque en estas postreras va el trabajo
acompañado de tanta gloria y consuelo del alma, que jamás querría salir de él,
y así no se siente por trabajo, sino por gloria.
Acá (5) no hay sentir, sino gozar sin entender lo que
se goza. Entiéndese que se goza un bien, adonde juntos se encierran todos los
bienes, mas no se comprende este bien. Ocúpanse todos los sentidos en este
gozo, de manera que no queda ninguno desocupado para poder (6) en otra cosa,
exterior ni interiormente.
Antes dábaseles licencia para que, como digo, hagan
algunas muestras del gran gozo que sienten; acá el alma goza más sin
comparación, y puédese dar a entender muy menos, porque no queda poder en el
cuerpo, ni el alma le tiene para poder comunicar aquel gozo. En aquel tiempo
todo le sería gran embarazo y tormento y estorbo de su descanso; y digo que si
es unión de todas las potencias, que, aunque quiera estando en ello digo no
puede, y si puede, ya no es unión (7).
2. El cómo es ésta que llaman unión (8) y lo que es,
yo no lo sé dar a entender. En la mística teología se declara, que yo los
vocablos no sabré nombrarlos, ni sé entender qué es mente, ni qué diferencia
tenga del alma o espíritu tampoco; (9) todo me parece una cosa, bien que el
alma alguna vez sale de sí misma, a manera de un fuego que está ardiendo y hecho
llama, y algunas veces crece este fuego con ímpetu; esta llama sube muy arriba
del fuego, mas no por eso es cosa diferente, sino la misma llama que está en el
fuego.
Esto vuestras mercedes lo entenderán que yo no lo sé
más decir con sus letras (10). Lo que yo pretendo declarar es qué siente el
alma cuando está en esta divina unión.
3. Lo que es unión ya se está entendido, que es dos
cosas divisas hacerse una. ¡Oh Señor mío, qué bueno sois! ¡Bendito seáis para
siempre! ¡Alaben os, Dios mío, todas las cosas, que así nos amasteis, de manera
que con verdad podamos hablar de esta comunicación que aun en este destierro
tenéis con las almas!; y aun con las que son buenas es gran largueza y
magnanimidad. En fin, vuestra, Señor mío, que dais como quien sois. ¡Oh
largueza infinita, cuán magníficas son vuestras obras! (11) Espanta a quien no
tiene ocupado el entendimiento en cosas de la tierra, que no tenga ninguno para
entender verdades. Pues que hagáis a almas que tanto os han ofendido mercedes
tan soberanas, cierto, a mí me acaba el entendimiento (12), y cuando llego a
pensar en esto, no puedo ir adelante. ¿Dónde ha de ir que no sea tornar atrás?
Pues daros gracias por tan grandes mercedes, no sabe cómo. Con decir disparates
me remedio algunas veces.
4. Acaéceme muchas, cuando acabo de recibir estas
mercedes o me las comienza Dios a hacer (que estando en ellas ya he dicho que
no hay poder hacer nada), decir: "Señor, mirad lo que hacéis, no olvidéis
tan presto tan grandes males míos; ya que para perdonarme lo hayáis olvidado,
para poner tasa en las mercedes os suplico se os acuerde. No pongáis, Criador
mío, tan precioso licor en vaso tan quebrado (13), pues habéis ya visto de
otras veces que le torno a derramar. No pongáis tesoro semejante adonde aún no
está como ha de estar perdida del todo la codicia de consolaciones de la vida,
que lo gastará mal gastado. ¿Cómo dais la fuerza de esta ciudad y llaves de la
fortaleza de ella a tan cobarde alcaide, que al primer combate de los enemigos
los deja entrar dentro? No sea tanto el amor, oh Rey eterno, que pongáis en
aventura joyas tan preciosas. Parece, Señor mío, se da ocasión para que se
tengan en poco, pues las ponéis en poder de cosa tan ruin, tan baja, tan flaca
y miserable, y de tan poco tomo, que ya que trabaje por no las perder con
vuestro favor (y no es menester pequeño, según yo soy), no puede dar con ellas
a ganar a nadie; en fin, mujer, y no buena, sino ruin. Parece que no sólo se
esconden los talentos, sino que se entierran (14), en ponerlos en tierra tan astrosa.
No soléis Vos hacer, Señor, semejantes grandezas y mercedes a un alma, sino
para que aproveche a muchas. Ya sabéis, Dios mío, que de toda voluntad y
corazón os lo suplico y he suplicado algunas veces, y tengo por bien de perder
el mayor bien que se posee en la tierra, por que las hagáis Vos a quien con
este bien más aproveche, porque crezca vuestra gloria" (15).
5. Estas y otras cosas me ha acaecido decir muchas
veces. Veía después mi necedad y poca humildad. Porque bien sabe el Señor lo
que conviene, y que no había fuerzas en mi alma para salvarse, si Su Majestad
con tantas mercedes no se las pusiera.
6. También pretendo decir las gracias y efectos que
quedan en el alma (16), y qué es lo que puede de suyo hacer, o si es parte para
llegar a tan gran estado.
7. Acaece venir este levantamiento de espíritu o
juntamiento con el amor celestial: que, a mi entender, es diferente la unión
del levantamiento en esta misma unión (17). A quien no lo hubiere probado lo
postrero (18), parecerle ha que no; y a mi parecer, que con ser todo uno, obra
el Señor de diferente manera; y en el crecimiento del desasir de las criaturas,
más mucho en el vuelo del espíritu. Yo he visto claro ser particular merced,
aunque, como digo, sea todo uno o lo parezca; mas un fuego pequeño también es
fuego como un grande, y ya se ve la diferencia que hay de lo uno a lo otro: en
un fuego pequeño, primero que un hierro pequeño se hace ascua, pasa mucho
espacio; mas si el fuego es grande, aunque sea mayor el hierro, en muy poquito
pierde del todo su ser, al parecer (19). Así me parece es en estas dos maneras
de mercedes del Señor, y sé que quien hubiere llegado a arrobamientos lo
entenderá bien. Si no lo ha probado, parecerle ha desatino, y ya puede ser;
porque querer una como yo hablar en una cosa tal y dar a entender algo de lo
que parece imposible aun haber palabras con que lo comenzar (20), no es mucho
que desatine.
8. Mas creo esto del Señor (que sabe Su Majestad que,
después de obedecer, es mi intención engolosinar las almas de un bien tan alto)
que me ha en ello de ayudar. No diré cosa que no la haya experimentado mucho
(21). Y es así que cuando comencé esta postrera agua a escribir, que me parecía
imposible saber tratar cosa más que hablar en griego, que así es ello
dificultoso. Con esto, lo dejé y fui a comulgar. ¡Bendito sea el Señor que así
favorece a los ignorantes! ¡Oh virtud de obedecer, que todo lo puedes!: aclaró
Dios mi entendimiento, unas veces con palabras y otras poniéndome delante cómo
lo había de decir, que, como hizo en la oración pasada (22), Su Majestad parece
quiere decir lo que yo no puedo ni sé.
Esto que digo es entera verdad, y así lo que fuere
bueno es suya la doctrina; lo malo, está claro es del piélago de los males, que
soy yo. Y así, digo que si hubiere personas que hayan llegado a las cosas de
oración que el Señor ha hecho merced a esta miserable que debe haber muchas y
quisiesen tratar estas cosas conmigo, pareciéndoles descaminadas, que ayudara
el Señor a su sierva para que saliera con su verdad adelante.
9. Ahora, hablando de esta agua que viene del cielo
para con su abundancia henchir y hartar todo este huerto de agua, si nunca
dejara, cuando lo hubiera menester, de darlo el Señor, ya se ve qué descanso
tuviera el hortelano. Y a no haber invierno, sino ser siempre el tiempo
templado, nunca faltaran flores y frutas; ya se ve qué deleite tuviera; mas
mientras vivimos es imposible: siempre ha de haber cuidado de cuando faltare la
una agua procurar la otra (23). Esta del cielo viene muchas veces cuando más
descuidado está el hortelano. Verdad es que a los principios casi siempre es
después de larga oración mental, que de un grado en otro viene el Señor a tomar
esta avecita y ponerla en el nido para que descanse (24). Como la ha visto
volar mucho rato, procurando con el entendimiento y voluntad y con todas sus
fuerzas buscar a Dios y contentarle, quiérela dar el premio aun en esta vida.
¡Y qué gran premio!, que basta un momento para quedar pagados todos los
trabajos que en ella puede haber.
10. Estando así el alma buscando a Dios, siente con
un deleite grandísimo y suave casi desfallecer toda con una manera de desmayo
que le va faltando el huelgo (25) y todas las fuerzas corporales, de manera
que, si no es con mucha pena, no puede aun menear las manos; los ojos se le
cierran sin quererlos cerrar, o si los tiene abiertos, no ve casi nada; ni, si
lee, acierta a decir letra, ni casi atina a conocerla bien; ve que hay letra,
mas, como el entendimiento no ayuda, no la sabe leer aunque quiera; oye, mas no
entiende lo que oye. Así que de los sentidos no se aprovecha nada, si no es
para no la acabar de dejar a su placer; y así antes la dañan. Hablar es por
demás, que no atina a formar palabra, ni hay fuerza, ya que atinase, para
poderla pronunciar; porque toda la fuerza exterior se pierde y se aumenta en
las del alma para mejor poder gozar de su gloria. El deleite exterior que se
siente es grande y muy conocido (26).
11. Esta oración no hace daño, por larga que sea. Al
menos a mí nunca me le hizo, ni me acuerdo hacerme el Señor ninguna vez esta
merced, por mala que estuviese, que sintiese mal, antes quedaba con gran
mejoría. Mas ¿qué mal puede hacer tan gran bien? Es cosa tan conocida las
operaciones exteriores, que no se puede dudar que hubo gran ocasión, pues así
quitó las fuerzas con tanto deleite para dejarlas mayores.
12. Verdad es que a los principios pasa en tan breve
tiempo al menos a mí así me acaecía, que en estas señales exteriores ni en la
falta de los sentidos no se da tanto a entender cuando pasa con brevedad. Mas
bien se entiende en la sobra (27) de las mercedes que ha sido grande la
claridad del sol que ha estado allí, pues así la ha derretido. Y nótese esto,
que a mi parecer por largo que sea el espacio de estar el alma en esta
suspensión de todas las potencias, es bien breve: cuando estuviese media hora,
es muy mucho; yo nunca, a mi parecer, estuve tanto. Verdad es que se puede mal
sentir lo que se está, pues no se siente; mas digo que de una vez es muy poco
espacio sin tornar alguna potencia en sí. La voluntad es la que mantiene la
tela (28), mas las otras dos potencias presto tornan a importunar. Como la
voluntad está queda, tórnalas a suspender y están otro poco y tornan a vivir.
13. En esto se puede pasar algunas horas de oración y
se pasan. Porque, comenzadas las dos potencias a emborrachar y gustar de aquel
vino divino, con facilidad se tornan a perder de sí para estar muy más ganadas
(29), y acompañan a la voluntad y se gozan todas tres. Mas este estar perdidas
del todo y sin ninguna imaginación en nada que a mi entender también se pierde
del todo digo que es breve espacio; aunque no tan del todo tornan en sí que no
pueden estar algunas horas como desatinadas, tornando de poco en poco a
cogerlas Dios consigo.
14. Ahora vengamos a lo interior de lo que el alma
aquí siente. ¡Dígalo quien lo sabe, que no se puede entender, cuánto más decir!
Estaba yo pensando cuando quise escribir esto,
acabando de comulgar y de estar en esta misma oración que escribo, qué hacía el
alma en aquel tiempo. Díjome el Señor estas palabras: Deshácese toda, hija,
para ponerse más en Mí. Ya no es ella la que vive, sino Yo (30). Como no puede
comprender lo que entiende, es no entender entendiendo.
Quien lo hubiere probado entenderá algo de esto,
porque no se puede decir más claro, por ser tan oscuro lo que allí pasa. Sólo
podré decir que se representa estar junto con Dios, y queda una certidumbre que
en ninguna manera se puede dejar de creer. Aquí faltan todas las potencias y se
suspenden de manera que en ninguna manera como he dicho (31) se entiende que
obran. Si estaba pensando en un paso (32), así se pierde de la memoria como si
nunca la hubiera habido de él. Si lee, en lo que leía no hay acuerdo, ni parar.
Si rezar, tampoco (33). Así que a esta mariposilla importuna de la memoria aquí
se le queman las alas: (34) ya no puede más bullir. La voluntad debe estar bien
ocupada en amar, mas no entiende cómo ama. El entendimiento, si entiende, no se
entiende cómo entiende; al menos no puede comprender nada de lo que entiende. A
mí no me parece que entiende, porque como digo no se entiende. ¡Yo no acabo de
entender esto!
15. Acaecióme a mí una ignorancia al principio, que
no sabía que estaba Dios en todas las cosas. Y como me parecía estar tan
presente, parecíame imposible. Dejar de creer (35) que estaba allí no podía,
por parecerme casi claro había entendido estar allí su misma presencia. Los que
no tenían letras me decían que estaba sólo por gracia. Yo no lo podía creer;
porque, como digo, parecíame estar presente, y así andaba con pena. Un gran
letrado de la Orden del glorioso Santo Domingo (36) me quitó de esta duda, que
me dijo estar presente, y cómo se comunicaba con nosotros, que me consoló harto.
Es de notar y entender que siempre esta agua del
cielo, este grandísimo favor del Señor, deja el alma con grandísimas ganancias,
como ahora diré.
NOTAS CAPÍTULO 18
Del cuarto grado de oración
("cuarta agua", n. 1) tratará en los cc. 18-21. Vuelve a apoyarse en
el símil del huerto, el hortelano y el agua: "la cuarta agua" es
lluvia del cielo (11, 7), que temáticamente corresponde a la oración o estado
místico de "éxtasis" (nn. 10-14), aunque ese término sólo comparezca
más adelante (c. 20, 1.28; 21, 12; 28, 9; 29, 14). - Más ampliamente
desarrollará el tema en las Moradas quintas, sextas y séptimas, y en los cc.
5-7 de Conceptos.
1 Uno de los censores -probablemente
el P. Báñez- tachó en el autógrafo las palabras por excelente manera y léase
con advertencia, porque se declara por muy delicado modo y tiene cosas mucho de
notar, tal vez molestado por el autoelogio que contienen. Fray Luis no llegó a
tanto, pero todavía accedió a omitir el último miembro ("porque...
notar", p. 198). Sin embargo las expresiones tachadas constituyen un
hermoso ejemplo de la ingenuidad con que la Autora extendía el título de los
capítulos de sus libros. Compárese con los epígrafes de los cc. 14, 16, 19, 20,
21, 22, 55, etc. y casi todos los de las Moradas.
2 Es menester su favor: recurso a
una actitud profundamente religiosa, al entrar en lo hondo del tema místico.
Compárese con un gesto similar en el lugar paralelo de las Moradas V 1, 1.
Tiene intención mistagógica: no tratar el tema místico de forma doctrinaria
sino vivencial.
3 En ella: en la pasada, o tercera
agua.
4 Como dije: en el c. 16, 3 (cf. c.
17, nota 11).
5 Acá: en esta "cuarta
agua". Igual paralelismo entre 3ª y 4ª agua, se establecerá más abajo:
"antes" (3ª agua), "acá" (4ª agua).
6 Para poder ocuparse.
7 No puede (ocuparse), y si puede
ocuparse o comunicarlo...
8 Esta que llaman unión: la Santa se
remite a la nomenclatura en uso, leída por ella misma en los libros de Osuna,
Laredo, Bernabé de Palma. Cf. c. 14, 1: "oración que llaman de
quietud"; y 20, 1: "vuelo que llaman de espíritu... y también se
llama éxtasis".
9 Sobre la "diferencia entre
alma y espíritu", cf. Moradas 7, 1, título y M. 7, 2, 9-11.
10 En buen orden: "esto
vuestras mercedes lo entenderán con sus letras, que yo no lo sé decir
mejor". Así fray Luis (p. 200). - Alude a los "letrados"
destinatarios del libro.
11 Reminiscencia de los salmos 91,
6; 103, 24.
13 Vaso tan quebrado: reminiscencia
probable de la imagen paulina de Cor 4, 7.
14 Talentos... se entierran: alusión
a la parábola de los talentos en Mt 25, 81. - Se han sucedido tres imágenes
bíblicas: el vaso quebrado, el rey y el fortín, los talentos. - Tierra tan
astrosa: imagen de su propia alma. "Astrosa" tiene el doble sentido
de "desaseada" y de "infausta" por alusión a los
"astros". Cobarruvias la define como "desastrado... que no tiene
ningún astro que le favoreciese, y vive toda su vida miserable, abatido y sin
que nadie en vida ni en muerte haga caso dél".
15 Repetirá esa idea de dar lo mejor
de sí misma: c. 21, 2: dárselo a "los que mandan" o a "los
reyes".
17 Pasaje de puntuación difícil. - En
cuanto al léxico usado por la Santa, nótese que "levantamiento de
espíritu", "juntamiento con Dios", "vuelo de
espíritu", "arrobamiento", "suspensión" (cf. n. 12),
"elevamiento y arrebatamiento" (cf. c. 20 1), son términos análogos,
que en el "lenguaje de espíritu" de la Santa equivalen a
"éxtasis" (cf. 20, 1), aunque con leves diferencias, que ella explica
en la Rel. 5, 7-10, y en M. 6, c. 4. - Nótese además, que la expresión
"este levantamiento" equivale a "el levantamiento siguiente, que
diré ahora" (véase el "esto" con que comienza el n. 8 y el c.
17, 5). Con todo, enseguida la Santa se distrae con una larga digresión, de
suerte que hasta el n. 10 no describirá "este levantamiento" que
ahora iba a decir.
18 Había escrito: "a quien no
lo hubiere probado todo". Corrigió: "a quien no lo hubiere probado lo
postrero". Fray Luis completó la corrección, omitiendo el "lo"
(p. 203). - En la frase siguiente: "que con ser", el "que"
es redundante: ya fray Luis lo omitió (p. 203).
19 Al parecer: lo añadió la Santa
entre líneas para atenuar la afirmación que precede.
20 Palabras con que comenzar a
decirlo: alusión a lo inefable de la experiencia mística.
21 Es uno de los criterios
literarios, al escribir de tema espiritual. Cf. Camino, pról. 3.
22 En la oración pasada: en la
"cuarta agua"; c. 16, 2. En los dos casos se afirma la relación entre
"experiencia eucarística" y expresión literaria.
23 Cuando faltare un agua, procurar
la otra: cuando falte la oración mística, recurrir a la "oración
mental" (primera agua).
24 Vuelve la comparación de "la
avecica" (símbolo del alma). La había introducido en el c. 13, 2.
25 Huelgo: respiro. - Comienza aquí
la descripción del éxtasis (nn. 10-14).
26 Muy conocido: notorio y
perceptible. Como en el n. siguiente: "cosa tan conocida". En la
misma acepción ha usado el adverbio "conocidamente" (por ej.: 1, 7;
17, 8) con la connotación de perceptible y experimentado.
27 La sobra de mercedes: abundancia
de gracias.
28 Mantener la tela: decíase del
principal sostenedor en las justas y torneos. Con esta metáfora expresa la
Santa el papel prioritario de la voluntad en esta oración. Ella es la que se
mantiene en acción, mientras "las otras potencias" momentáneamente
desfallecen.
29 Perderse y ganarse (=
recuperarse) las potencias; o bien estar perdidas y tornar en sí, es "el
lenguaje de espíritu" ya utilizado en el c. 14, 2 (ver nota 5) y 16, 1,
para indicar que las potencias entran en el éxtasis o salen de él.
30 Cf. el texto paulino en Gal. 2,
20.
31 Lo ha dicho en los nn. 10-13. Cf.
n. 1.
32 Pensando en un paso: en un pasaje
evangélico o de la vida de Jesús.
33 Más bien: si reza, tampoco.
(Probable lapsus de pluma).
34 La mariposilla, imagen del alma,
o de la imaginación y memoria, ya fue introducida en el c. 17, 6.
35 Creerlo, había escrito, y borró
"lo".
36 Fr. Vicente Barrón anota Gracián
en su ejemplar. De él ha hablado en el c. 7, 16 s. Del mismo episodio hablará
en Moradas 5, 1, 10, utilizando la fórmula de la teología tradicional:
"estar en todas las cosas por presencia y potencia y esencia", como
en la Rel. 54.
Prosigue en la misma materia.
Comienza a declarar los efectos que hace en el alma este
1. Queda el alma de esta oración y unión con
grandísima ternura, de manera que se querría deshacer, no de pena, sino de unas
lágrimas gozosas. Hállase bañada de ellas sin sentirlo ni saber cuándo ni cómo
las lloró; mas dale gran deleite ver aplacado aquel ímpetu del fuego con agua
que le hace más crecer (1).
Parece esto algarabía (2), y pasa así. Acaecídome ha
algunas veces en este término de oración estar tan fuera de mí, que no sabía si
era sueño o si pasaba en verdad la gloria que había sentido; y de verme llena
de agua que sin pena destilaba con tanto ímpetu y presteza que parece lo echaba
de sí aquella nube del cielo, veía que no había sino sueño. Esto era a los
principios, que pasaba con brevedad.
2. Queda el ánima animosa, que si en aquel punto la
hiciesen pedazos por Dios, le sería gran consuelo. Allí son las promesas y
determinaciones heroicas, la viveza de los deseos, el comenzar (3) a aborrecer
el mundo, el ver muy claro su vanidad, esto muy más aprovechada y altamente que
en las oraciones pasadas, y la humildad más crecida; porque ve claro que para
aquella excesiva merced y grandiosa no hubo diligencia suya, ni fue parte (4)
para traerla ni para tenerla. Vese claro indignísima, porque en pieza adonde
entra mucho sol no hay telaraña escondida: ve su miseria. Va tan fuera la
vanagloria, que no le parece la podría tener, porque ya es por vista de ojos lo
poco o ninguna cosa que puede (5), que allí no hubo casi consentimiento, sino
que parece, aunque no quiso, le cerraron la puerta a todos los sentidos para
que más pudiese gozar del Señor. Quédase sola con El, ¿qué ha de hacer sino
amarle? Ni ve ni oye, si no fuese a fuerza de brazos: poco hay que la
agradecer. Su vida pasada se le representa después y la gran misericordia de
Dios, con gran verdad y sin haber menester andar a caza el entendimiento (6),
que allí ve guisado lo que ha de comer y entender. De sí ve que merece el
infierno y que le castigan con gloria. Deshácese en alabanzas de Dios, y yo me
querría deshacer ahora. ¡Bendito seáis, Señor mío, que así hacéis de pecina (7)
tan sucia como yo, agua tan clara que sea para vuestra mesa! ¡Seáis alabado, oh
regalo de los ángeles, que así queréis levantar un gusano tan vil!
3. Queda algún tiempo este aprovechamiento en el
alma: puede ya, con entender claro que no es suya la fruta, comenzar a repartir
de ella, y no le hace falta a sí (8). Comienza a dar muestras de alma que
guarda tesoros del cielo, y a tener deseo de repartirlos con otros, y suplicar
a Dios no sea ella sola la rica. Comienza a aprovechar a los prójimos casi sin
entenderlo ni hacer nada de sí; ellos lo entienden, porque ya las flores tienen
tan crecido el olor, que les hace desear llegarse a ellas. Entienden que tiene
virtudes y ven la fruta que es codiciosa. Querríanle ayudar a comer.
Si esta tierra está muy cavada con trabajos y
persecuciones y murmuraciones y enfermedades que pocos deben llegar aquí sin
esto y si está mullida con ir muy desasida de propio interés, el agua se embebe
tanto, que casi nunca se seca; mas si es tierra que aun se está en la tierra y
con tantas espinas como yo al principio estaba, y aun no quitada de las
ocasiones ni tan agradecida como merece tan gran merced, tórnase la tierra a
secar.
Y si el hortelano se descuida y el Señor por sola su
bondad no torna a querer llover, dad por perdida la huerta, que así me acaeció a
mí algunas veces; que, cierto, yo me espanto y, si no hubiera pasado por mí, no
lo pudiera creer.
Escríbolo para consuelo de almas flacas, como la mía,
que nunca desesperen ni dejen de confiar en la grandeza de Dios. Aunque después
de tan encumbradas, como es llegarlas el Señor aquí, caigan, no desmayen, si no
se quieren perder del todo; que lágrimas todo lo ganan: un agua trae otra (9).
4. Una de las cosas por que me animé siendo la que
soy a obedecer en escribir esto y dar cuenta de mi ruin vida y de las mercedes
que me ha hecho el Señor, con no servirle sino ofenderle, ha sido ésta. Que
cierto, yo quisiera aquí tener gran autoridad para que se me creyera esto. Al
Señor suplico Su Majestad la dé. Digo que no desmaye nadie de los que han
comenzado a tener oración, con decir: "si torno a ser malo, es peor ir
adelante con el ejercicio de ella". Yo lo creo, si se deja la oración y no
se enmienda del mal; mas, si no la deja, crea que la sacará a puerto de luz.
Hízome en esto gran batería (10) el demonio, y pasé tanto en parecerme poca
humildad tenerla, siendo tan ruin, que, como ya he dicho (11), la dejé año y
medio al menos un año, que del medio no me acuerdo bien Y no fuera más, ni fue,
que meterme yo misma sin haber menester demonios que me hiciesen ir al infierno.
¡Oh, válgame Dios, qué ceguedad tan grande! ¡Y qué bien acierta el demonio para
su propósito en cargar aquí la mano! Sabe el traidor que alma que tenga con
perseverancia oración la tiene perdida y que todas las caídas que la hace dar
la ayudan, por la bondad de Dios, a dar después mayor salto en lo que es su
servicio: ¡algo le va en ello!
5. ¡Oh Jesús mío! ¡Qué es ver un alma que ha llegado
aquí, caída en un pecado, cuando Vos por vuestra misericordia la tornáis a dar
la mano y la levantáis! ¡Cómo conoce la multitud de vuestras grandezas y
misericordias y su miseria! Aquí es el deshacerse de veras y conocer vuestras
grandezas; aquí el no osar alzar los ojos; aquí es el levantarlos para conocer
lo que os debe; aquí se hace devota de la Reina del Cielo para que os aplaque;
aquí invoca los Santos que cayeron después de haberlos Vos llamado (12), para
que la ayuden; aquí es el parecer que todo le viene ancho lo que le dais,
porque ve no merece la tierra que pisa; el acudir a los Sacramentos; la fe viva
que aquí le queda de ver la virtud que Dios en ellos puso; el alabaros porque
dejasteis tal medicina y ungüento para nuestras llagas, que no las sobresanan,
sino que del todo las quitan (13). Espántanse de esto. Y ¿quién, Señor de mi
alma, no se ha de espantar de misericordia tan grande y merced tan crecida a
traición tan fea y abominable? Que no sé cómo no se me parte el corazón, cuando
esto escribo; porque soy ruin.
6. Con estas lagrimillas que aquí lloro, dadas de Vos
agua de tan mal pozo en lo que es de mi parte parece que os hago pago de tantas
traiciones, siempre haciendo males y procurando deshacer las mercedes que Vos
me habéis hecho. Ponedlas Vos, Señor mío, valor; aclarad agua tan turbia,
siquiera porque no dé a alguno tentación en echar juicios, como me la ha dado a
mí, pensando por qué, Señor, dejáis unas personas muy santas, que siempre os
han servido y trabajado, criadas en religión y siéndolo, y no como yo que no
tenía más del nombre (14), y ver claro que no las hacéis las mercedes que a mí.
Bien veía yo, Bien mío, que les guardáis Vos el premio para dársele junto, y
que mi flaqueza ha menester esto. Ya ellos, como fuertes, os sirven sin ello y
los tratáis como a gente esforzada y no interesal (15).
7. Mas con todo, sabéis Vos, mi Señor, que clamaba
muchas veces delante de Vos, disculpando a las personas que me murmuraban,
porque me parecía les sobraba razón. Esto era ya, Señor, después que me teníais
por vuestra bondad para que tanto no os ofendiese, y yo estaba ya desviándome
de todo lo que me parecía os podía enojar; que en haciendo yo esto,
comenzasteis, Señor, a abrir vuestros tesoros para vuestra sierva. No parece
esperabais otra cosa sino que hubiese voluntad y aparejo en mí para recibirlos,
según con brevedad comenzasteis a no sólo darlos, sino a querer entendiesen me
los dabais.
8. Esto entendido, comenzó a tenerse buena opinión de
la que todas aún no tenían bien entendido cuán mala era, aunque mucho se
traslucía. Comenzó la murmuración y persecución de golpe y, a mi parecer, con
mucha causa; y así no tomaba con nadie enemistad, sino suplicábaos a Vos
miraseis la razón que tenían. Decían que me quería hacer santa y que inventaba
novedades no habiendo llegado entonces con gran parte (16) aun a cumplir toda
mi Regla, ni a las muy buenas y santas monjas que en casa (17) había (ni creo
llegaré, si Dios por su bondad no lo hace todo de su parte), sino antes lo era
yo para quitar lo bueno y poner costumbres que no lo eran; al menos hacía lo
que podía para ponerlas, y en el mal podía mucho. Así que sin culpa suya me
culpaban. No digo eran sólo monjas, sino otras personas; descubríanme verdades,
porque lo permitíais Vos.
9. Una vez rezando las Horas, como yo algunas tenía
esta tentación, llegué al verso que dice: Justus es, Domine, y tus juicios;
(18) comencé a pensar cuán gran verdad era, que en esto no tenía el demonio
fuerza jamás para tentarme de manera que yo dudase tenéis Vos, mi Señor, todos
los bienes, ni en ninguna cosa de la fe, antes me parecía mientras más sin
camino natural iban, más firme la tenía, y me daba devoción grande: en ser
todopoderoso quedaban conclusas (19) en mí todas las grandezas que hicierais
Vos, y en esto como digo jamás tenía duda. Pues pensando cómo con justicia
permitíais a muchas que había como tengo dicho (20) muy vuestras siervas, y que
no tenían los regalos y mercedes que me hacíais a mí, siendo la que era,
respondísteisme, Señor: Sírveme tú a Mí, y no te metas en eso. Fue la primera
palabra que entendí hablarme Vos, y así me espantó mucho.
Porque después declararé esta manera de entender
(21), con otras cosas, no lo digo aquí, que es salir del propósito, y creo
harto he salido: casi no sé lo que me he dicho. No puede ser menos, mi hijo
(22), sino que ha vuestra merced de sufrir estos intervalos; porque cuando veo
lo que Dios me ha sufrido y me veo en este estado, no es mucho pierda el tino
de lo que digo y he de decir. Plega al Señor que siempre sean esos mis
desatinos y que no permita ya Su Majestad tenga yo poder para ser contra El un
punto, antes en éste que estoy me consuma (23).
10. Basta ya para ver sus grandes misericordias, no
una sino muchas veces que ha perdonado tanta ingratitud. A San Pedro una vez
que lo fue (24), a mí muchas; que con razón me tentaba el demonio no
pretendiese amistad estrecha con quien trataba enemistad tan pública. ¡Qué
ceguedad tan grande la mía! ¿Adónde pensaba, Señor mío, hallar remedio sino en
Vos? ¡Qué disparate huir de la luz para andar siempre tropezando! ¡Qué humildad
tan soberbia inventaba en mí el demonio: apartarme de estar arrimada a la
columna y báculo que me ha de sustentar para no dar tan gran caída! (25) Ahora
me santiguo y no me parece que he pasado peligro tan peligroso como esta
invención que el demonio me enseñaba por vía de humildad. Poníame en el
pensamiento que cómo cosa tan ruin y habiendo recibido tantas mercedes, había
de llegarme a la oración; que me bastaba rezar lo que debía, como todas; mas
que aun pues esto (26) no hacía bien, cómo quería hacer más; que era poco
acatamiento y tener en poco las mercedes de Dios.
Bien era pensar y entender esto; mas ponerlo por obra
fue el grandísimo mal. Bendito seáis Vos, Señor, que así me remediasteis.
11. Principio de la tentación que hacía a Judas me
parece ésta, sino que no osaba el traidor tan al descubierto; mas él viniera de
poco en poco a dar conmigo adonde dio con él (27). Miren esto, por amor de
Dios, todos los que tratan oración. Sepan que el tiempo que estuve sin ella era
mucho más perdida mi vida; mírese qué buen remedio me daba el demonio y qué
donosa humildad; un desasosiego en mí grande. Mas ¿cómo había de sosegar mi
alma? Apartábase la cuitada de su sosiego; tenía presentes las mercedes y
favores; veía los contentos de acá ser asco. Cómo pudo pasar, me espanto. Era
con esperanza que nunca yo pensaba (28) (a lo que ahora me acuerdo, porque debe
haber esto más de veinte y un años), dejaba de estar determinada de tornar a la
oración; mas esperaba a estar muy limpia de pecados. ¡Oh, qué mal encaminada
iba en esta esperanza! Hasta el día del juicio me la libraba (29) el demonio,
para de allí llevarme al infierno.
12. Pues teniendo oración y lección (30) que era ver
verdades y el ruin camino que llevaba e importunando al Señor con lágrimas
muchas veces, era tan ruin que no me podía valer, apartada de esto, puesta en
pasatiempos con muchas ocasiones y pocas ayudas y osaré decir ninguna sino para
ayudarme a caer, ¿qué esperaba sino lo dicho?
Creo tiene mucho delante de Dios un fraile de Santo
Domingo (31), gran letrado, que él me despertó de este sueño; él me hizo, como
creo he dicho, comulgar de quince a quince días; y del mal, no tanto (32).
Comencé a tornar en mí, aunque no dejaba de hacer ofensas al Señor; mas como no
había perdido el camino, aunque poco a poco, cayendo y levantando, iba por él;
y el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es
otra cosa perder el camino sino dejar la oración. ¡Dios nos libre, por quien El
es!
13. Queda de aquí entendido y nótese mucho, por amor del
Señor que aunque un alma llegue a hacerla Dios tan grandes mercedes en la
oración, que no se fíe de sí, pues puede caer, ni se ponga en ocasiones en
ninguna manera. Mírese mucho, que va mucho; (33) que el engaño que aquí puede
hacer el demonio después, aunque la merced sea cierto de Dios, es aprovecharse
el traidor de la misma merced en lo que puede, y (34) a personas no crecidas en
las virtudes, ni mortificadas, ni desasidas; porque aquí no quedan fortalecidas
tanto que baste, como adelante diré (35), para ponerse en las ocasiones y
peligros, por grandes deseos y determinaciones que tengan... Es excelente
doctrina ésta, y no mía, sino enseñada de Dios; y así querría que personas
ignorantes, como yo, la supiesen. Porque aunque esté un alma en este estado, no
ha de fiar de sí para salir a combatir, porque hará harto en defenderse. Aquí
son menester armas para defenderse de los demonios, y aún no tienen fuerzas
para pelear contra ellos y traerlos debajo de los pies, como hacen los que
están en el estado que diré después (36).
14. Este es el engaño con que coge el demonio: que,
como se ve un alma tan llegada a Dios y ve la diferencia que hay del bien del
cielo al de la tierra y el amor que la muestra el Señor, de este amor nace
confianza y seguridad de no caer de lo que goza; parécele que ve claro el
premio, que no es posible ya en cosa que aun para la vida es tan deleitosa y
suave, dejarla por cosa tan baja y sucia como es el deleite; y con esta
confianza quítale el demonio la poca que ha de tener de sí; y, como digo,
pónese en los peligros y comienza con buen celo a dar de la fruta sin tasa
(37), creyendo que ya no hay que temer de sí. Y esto no va con soberbia, que
bien entiende el alma que no puede de sí nada, sino de mucha confianza de Dios
sin discreción, porque no mira que aún tiene pelo malo. Puede salir del nido, y
sácala Dios; mas aún no están para volar; porque las virtudes aún no están
fuertes, ni tiene experiencia para conocer los peligros, ni sabe el daño que
hace en confiar de sí.
15. Esto fue lo que a mí me destruyó. Y para esto y
para todo hay gran necesidad de maestros y trato con personas espirituales.
Bien creo que alma que llega Dios a este estado, si muy del todo no deja a Su
Majestad, que no la dejará de favorecer ni la dejará perder. Mas cuando, como
he dicho (38), cayere, mire, mire por amor del Señor no la engañe en que deje
la oración, como hacía a mí con humildad falsa, como ya lo he dicho y muchas
veces lo querría decir.
Fíe de la bondad de Dios, que es mayor que todos los
males que podemos hacer, y no se acuerda de nuestra ingratitud, cuando
nosotros, conociéndonos, queremos tornar a su amistad, ni de las mercedes que
nos ha hecho para castigarnos por ellas; antes ayudan a perdonarnos más presto,
como a gente que ya era de su casa y ha comido, como dicen, de su pan.
Acuérdense de sus palabras (39) y miren lo que ha
hecho conmigo, que primero me cansé de ofenderle, que Su Majestad dejó de
perdonarme. Nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias; no nos
cansemos nosotros de recibir.
Sea bendito para siempre, amén, y alábenle todas las
cosas.
NOTAS CAPÍTULO 19
Doble tema del capítulo: efectos o
influjo de este grado de oración en la vida del orante (según lo prometido en
el c. 18,6), y la consigna de no abandonar la oración: compárese con el título.
1 La imagen de "fuego y
agua" hermanados, la desarrollará en Camino 19, 8-15, donde insiste en el
tema paradójico del agua que enciende más y más el fuego.
2 Algarabía: en el sentido de
lenguaje ininteligible (cf. 14, 8 nota; y Camino 20, 5).
3 Al encomenzar, escribe la Santa
(como en 4, 2 nota). Modernizamos la lectura. Texto mal leído por los editores
modernos, que omiten el artículo. También trascriben mal la frase siguiente
("está muy más aprovechada..."). Texto bien leído por fray Luis (p.
211).
4 Ni fue parte: no participó o no
contribuyó a...
5 Que puede: está borrado el
"que" en el autógrafo. Leemos como fray Luis (p. 211).
6 Andar a caza (de razones) el
entendimiento.
7 Pecina: cieno.
8 Reaparece la alegoría del huerto
(11, 6): repartir la fruta es comunicar a otros las gracias propias (Cf. 17, 2;
y el n. 14 de este capítulo).
9 Un agua trae (consigue) otra agua.
Especie de axioma teresiano. Aquí quiere decir que el agua de las lágrimas
consigue el agua de gracias superiores para regar el huerto. - En el autógrafo
alguien subrayó la frase anterior: lágrimas todo lo ganan.
10 Batería: guerra.
11 "Un año y más", había
dicho en el c. 7, 11.
12 Es el tema de los "santos
pecadores", reiterado en la narración: pról. 1; 9, 7, etc.
13 Probable alusión a la doctrina
luterana, según la cual la gracia sólo "cubre", no "quita"
(elimina) las llagas del pecado.
14 Es decir: "personas...
criadas en religión y siendo religiosas de verdad, y no como yo que no tenía
más que el nombre de religiosa".
15 Gente no interesal: que no obra
por interés.
16 Con gran parte: ni con mucho.
17 En casa: en la Encarnación de
Avila. - A continuación: lo era yo, es decir, "era yo parte", en la
acepción de participar, contribuir a...
18 Es el salmo 118, 137:
"iustus es, Domine, et rectum iudicium tuum".
19 Conclusas: incluidas.
20 Se remite a lo dicho en el n. 6.
- En el autógrafo, la frase comienza con un signo que prodría leerse
"Oh".
21 Lo declarará en los cc. 25-27.
23 Especie de oración
auto-imprecatoria. Ya afloró en el c. 5, 11.
24 Es decir: a San Pedro lo perdonó,
tras serle ingrato una sola vez. Sigue aludiendo a lo referido en el c. 7, 11.
25 Imágenes ya utilizadas en el c.
8, 1. - A continuación: yo me santiguo: me hago cruces de asombro (cf. c. 37,
9).
26 En recto orden: "pues aun
esto no hacía bien".
27 Alusiones a la narración de
Hechos 1, 18.
28 Pensaba: puede omitirse este
verbo (así lo hizo fray Luis, p. 220), pues la frase se reinicia tras el
paréntesis. -Más de 21 años: escribe esto en 1565 (2ª redacción), y los hechos
aludidos datan de 1543/1544 (cf. 7, 17).
29 Libraba: en su acepción
financiera: "dar carta de libranza o de pago". Ironiza: el demonio se
la daría hasta el día del juicio.
30 Lección: lectura.
31 "Fr. Vicente Barrón", anota
Gracián en su ejemplar. Ya lo narró ella en el c. 7, 17 y c. 5, 3.
32 Del mal no tanto. A modo de
exclamación: "del mal el menos". Cf. la misma expresión en Camino 1,
4.
33 Va mucho: importa mucho.
34 Se sobreentiende: y
"engaña" el traidor (demonio).
35 Lo tratará en el c. 20, 22-29, y
c. 21, 11. - Queda suspenso el sentido de la frase, por estar borradas e
ilegibles varias palabras en el autógrafo. No trascritas por fray Luis (p. 222).
36 Ib.
37 Dar la fruta sin tasa (no sólo
para "gustaduras") (c. 17, 2): equivale, en la imagen del
"huerto", a preocuparse imprudentemente por las cosas de los otros. -
Reaparece enseguida la imagen del "avecica", "que aún tiene pelo
malo" (c. 13, 2; 18, 9).
38 En los nn. 3-5 y 10 de este
capítulo; y en el c. 7, 11. Lo de "humildad falsa", lo ha dicho en el
n. 4.
39 Alusión a los pasajes bíblicos en
que el Señor promete el perdón: Ezech. 33, 11; Mt 9, 13; Luc 15. - Ya el pasaje
anterior ("comer de su pan") es reminiscencia de las palabras de
Jesús en Jn 13, 18.
En que trata la diferencia que hay
de unión a arrobamiento. Declara qué cosa es
1. Querría saber declarar con el favor de Dios la
diferencia que hay de unión a arrobamiento o elevamiento o vuelo que llaman de
espíritu o arrebatamiento, que todo es uno. Digo que estos diferentes nombres
todo es una cosa, y también se llama éxtasis (2). Es grande la ventaja que hace
a la unión. Los efectos muy mayores hace y otras hartas operaciones, porque la
unión parece principio y medio y fin, y lo es en lo interior; mas así como
estotros fines son en más alto grado, hace los efectos interior y exteriormente
(3). Declárelo el Señor, como ha hecho lo demás, que, cierto, si Su Majestad no
me hubiera dado a entender por qué modos y maneras se puede algo decir, yo no
supiera (4).
2. Consideremos ahora que esta agua postrera, que
hemos dicho (5), es tan copiosa que, si no es por no lo consentir la tierra,
podemos creer que se está con nosotros esta nube de la gran Majestad acá en
esta tierra. Mas cuando este gran bien le agradecemos, acudiendo con obras
según nuestras fuerzas, coge el Señor el alma, digamos ahora, a manera que las
nubes cogen los vapores de la tierra, y levántala toda de ella (helo oído así
esto de que cogen las nubes los vapores, o el sol) (6), y sube la nube al cielo
y llévala consigo, y comiénzala a mostrar cosas del reino que le tiene
aparejado. No sé si la comparación cuadra, mas en hecho de verdad ello pasa así.
3. En estos arrobamientos parece no anima el alma en
el cuerpo, y así se siente muy sentido faltar de él el calor natural; vase
enfriando, aunque con grandísima suavidad y deleite. Aquí no hay ningún remedio
de resistir, que en la unión, como estamos en nuestra tierra, remedio hay:
aunque con pena y fuerza, resistir se puede casi siempre. Acá (7), las más
veces, ningún remedio hay, sino que muchas, sin prevenir el pensamiento ni
ayuda ninguna, viene un ímpetu tan acelerado y fuerte, que veis y sentís
levantarse esta nube o esta águila caudalosa (8) y cogeros con sus alas.
4. Y digo que se entiende y veisos llevar, y no
sabéis dónde. Porque, aunque es con deleite, la flaqueza de nuestro natural
hace temer a los principios, y es menester ánima determinada y animosa mucho
más que para lo que queda dicho (9) para arriscarlo todo, venga lo que viniere,
y dejarse en las manos de Dios e ir adonde nos llevaren, de grado, pues os
llevan aunque os pese. Y en tanto extremo, que muy muchas veces querría yo
resistir, y pongo todas mis fuerzas, en especial algunas que es en público y
otras hartas en secreto, temiendo ser engañada. Algunas podía algo, con gran
quebrantamiento: como quien pelea con un jayán fuerte, quedaba después cansada;
otras era imposible, sino que me llevaba el alma y aun casi ordinario la cabeza
tras ella, sin poderla tener (10), y algunas toda el cuerpo, hasta levantarle.
5. Esto ha sido pocas, porque como una vez fuese
adonde estábamos juntas en el coro y yendo a comulgar, estando de rodillas,
dábame grandísima pena, porque me parecía cosa muy extraordinaria y que había
de haber luego mucha nota; (11) y así mandé a las monjas (porque es ahora
después que tengo oficio de Priora), no lo dijesen. Mas otras veces, como
comenzaba a ver que iba a hacer el Señor lo mismo (y una estando personas
principales de señoras, que era la fiesta de la vocación (12), en un sermón),
tendíame en el suelo y allegábanse a tenerme el cuerpo, y todavía se echaba de
ver. Supliqué mucho al Señor que no quisiese ya darme más mercedes que tuviesen
muestras exteriores; porque yo estaba cansada ya de andar en tanta cuenta (13)
y que aquella merced podía Su Majestad hacérmela sin que se entendiese. Parece
ha sido por su bondad servido de oírme, que nunca más hasta ahora lo he tenido;
verdad es que ha poco (14).
6. Es así que me parecía, cuando quería resistir, que
desde debajo de los pies me levantaban fuerzas tan grandes que no sé cómo lo
comparar, que era con mucho más ímpetu que estotras cosas de espíritu, y así
quedaba hecha pedazos; porque es una pelea grande y, en fin, aprovecha poco
cuando el Señor quiere, que no hay poder contra su poder. Otras veces es
servido de contentarse con que veamos nos quiere hacer la merced y que no queda
por Su Majestad, y resistiéndose por humildad, deja los mismos efectos que si
del todo se consintiese.
8. También deja un desasimiento extraño, que yo no
podré decir cómo es. Paréceme que puedo decir es diferente en alguna manera,
digo, más que estotras cosas de sólo espíritu; porque ya que estén cuanto al
espíritu con todo desasimiento de las cosas, aquí parece quiere el Señor el
mismo cuerpo lo ponga por obra, y hácese una extrañeza nueva para con las cosas
de la tierra, que es muy penosa la vida.
9. Después da una pena, que ni la podemos traer a
nosotros ni venida se puede quitar. Yo quisiera harto dar a entender esta gran
pena y creo no podré, mas diré algo si supiere. Y hase de notar, que estas
cosas (18) son ahora muy a la postre, después de todas las visiones y
revelaciones que escribiré; y el tiempo que solía tener oración, adonde el
Señor me daba tan grandes gustos y regalos, ahora, ya que eso no cesa algunas
veces, las más y lo más ordinario es esta pena que ahora diré.
Es mayor y menor. De cuando es mayor quiero ahora
decir, porque, aunque adelante diré de estos grandes ímpetus (19) que me daban
cuando me quiso el Señor dar los arrobamientos, no tiene más que ver, a mi
parecer, que una cosa muy corporal a una muy espiritual, y creo no lo encarezco
mucho. Porque aquella pena parece, aunque la siente el alma, es en compañía del
cuerpo; entrambos parece participan de ella, y no es con el extremo del
desamparo que en ésta.
Para la cual como he dicho (20) no somos parte, sino
muchas veces a deshora viene un deseo que no sé cómo se mueve, y de este deseo,
que penetra toda el alma en un punto, se comienza tanto a fatigar, que sube muy
sobre sí y de todo lo criado, y pónela Dios tan desierta de todas las cosas,
que por mucho que ella trabaje, ninguna que la acompañe le parece hay en la
tierra, ni ella la querría, sino morir en aquella soledad. Que la hablen y ella
se quiera hacer toda la fuerza posible a hablar, aprovecha poco; que su
espíritu, aunque ella más haga, no se quita de aquella soledad.
Y con parecerme que está entonces lejísimo Dios, a
veces comunica sus grandezas por un modo el más extraño que se puede pensar; y
así no (21) se sabe decir, ni creo lo creerá ni entenderá sino quien hubiere
pasado por ello; porque no es la comunicación para consolar, sino para mostrar
la razón que tiene de fatigarse de estar ausente de bien que en sí tiene todos
los bienes.
10. Con esta comunicación crece el deseo y el extremo
de soledad en que se ve, con una pena tan delgada y penetrativa que, aunque el
alma se estaba puesta en aquel desierto, que al pie de la letra me parece se
puede entonces decir (y por ventura lo dijo el real Profeta estando en la misma
soledad, sino que como a santo se la daría el Señor a sentir en más excesiva
manera): Vigilavi, et factus sum sicut passer solitarius in tecto; (22) y así,
se me representa este verso entonces que me parece lo veo yo en mí, y
consuélame ver que han sentido otras personas tan gran extremo de soledad,
cuánto más tales.
Así parece que está el alma no en sí, sino en el
tejado o techo de sí misma y de todo lo criado; porque aun encima de lo muy
superior del alma me parece que está.
11. Otras veces parece anda el alma como
necesitadísima, diciendo y preguntando a sí misma: ¿Dónde está tu Dios? (23) Es
de mirar que el romance de estos versos yo no sabía bien el que era, y después
que lo entendía me consolaba de ver que me los había traído el Señor a la
memoria sin procurarlo yo. Otras me acordaba de lo que dice San Pablo, que está
crucificado al mundo (24). No digo yo que sea esto así, que ya lo veo; mas
paréceme que está así el alma, que ni del cielo le viene consuelo ni está en
él, ni de la tierra le quiere ni está en ella, sino como crucificada entre el
cielo y la tierra, padeciendo sin venirle socorro de ningún cabo. Porque el que
le viene del cielo (que es, como he dicho (25), una noticia de Dios tan
admirable, muy sobre todo lo que podemos desear), es para más tormento; porque
acrecienta el deseo de manera que, a mi parecer, la gran pena algunas veces
quita el sentido, sino que dura poco sin él.
Parecen unos tránsitos de la muerte, salvo que trae
consigo un tan gran contento este padecer, que no sé yo a qué lo comparar. Ello
es un recio martirio sabroso, pues todo lo que se le puede representar al alma
de la tierra, aunque sea lo que le suele ser más sabroso, ninguna cosa admite;
luego parece lo lanza de sí.
Bien entiende que no quiere sino a su Dios; (26) mas
no ama cosa particular de El, sino todo junto le quiere y no sabe lo que
quiere. Digo "no sabe", porque no representa nada la imaginación; ni,
a mi parecer, mucho tiempo de lo que está así no obran las potencias. Como en
la unión y arrobamiento el gozo, aquí la pena las suspende.
12. ¡Oh Jesús! ¡Quién pudiera dar a entender bien a
vuestra merced (27) esto, aun para que me dijera lo que es, porque es en lo que
ahora anda siempre mi alma!
Lo más ordinario, en viéndose desocupada, es puesta
en estas ansias de muerte, y teme, cuando ve que comienzan, porque no se ha de
morir; mas llegada a estar en ello, lo que hubiese de vivir querría en este
padecer; (28) aunque es tan excesivo, que el sujeto le puede mal llevar, y así
algunas veces se me quitan todos los pulsos casi, según dicen las que algunas
veces se llegan a mí de las hermanas que ya más lo entienden, y las canillas
(29) muy abiertas, y las manos tan yertas que yo no las puedo algunas veces
juntar; y así me queda dolor hasta otro día en los pulsos y en el cuerpo, que
parece me han descoyuntado (30).
13. Yo bien pienso alguna vez ha de ser el Señor
servido, si va adelante como ahora, que se acabe con acabar la vida, que, a mi
parecer, bastante es tan gran pena para ello (31), sino que no lo merezco yo.
Toda la ansia es morirme entonces. Ni me acuerdo de purgatorio, ni de los
grandes pecados que he hecho, por donde merecía el infierno. Todo se me olvida
con aquella ansia de ver a Dios; y aquel desierto y soledad le parece mejor que
toda la compañía del mundo.
Si algo la podría dar consuelo, es tratar con quien
hubiese pasado por este tormento; y ver que, aunque se queje de él, nadie le
parece la ha de creer, [14] también la atormenta; (32) que esta pena es tan
crecida que no querría soledad como otras, ni compañía sino con quien se pueda
quejar. Es como uno que tiene la soga a la garganta y se está ahogando, que
procura tomar huelgo. Así me parece que este deseo de compañía es de nuestra
flaqueza; que como nos pone la pena en peligro de muerte (que esto sí, cierto,
hace; yo me he visto en este peligro algunas veces con grandes enfermedades y
ocasiones, como he dicho, y creo podría decir es éste tan grande como todos),
así el deseo que el cuerpo y alma tienen de no se apartar es el que pide
socorro para tomar huelgo y, con decirlo y quejarse y divertirse (33), buscar
remedio para vivir muy contra voluntad del espíritu o de lo superior del alma,
que no querría salir de esta pena.
15. No sé yo si atino a lo que digo o si lo sé decir,
mas, a todo mi parecer, pasa así. Mire vuestra merced qué descanso puede tener
en esta vida, pues el que había que era la oración y soledad, porque allí me
consolaba el Señor es ya lo más ordinario este tormento, y es tan sabroso y ve
el alma que es de tanto precio, que ya le quiere más que todos los regalos que
solía tener. Parécele más seguro, porque es camino de cruz, y en sí tiene un
gusto muy de valor (34), a mi parecer, porque no participa con el cuerpo sino
pena, y el alma es la que padece y goza sola del gozo y contento que da este
padecer.
No sé yo cómo puede ser esto, mas así pasa, que, a mi
parecer, no trocaría esta merced que el Señor me hace (que bien de su mano (35)
y como he dicho nonada adquirida de mí, porque es muy muy sobrenatural) por todas
las que después diré; no digo juntas, sino tomada cada una por sí. Y no se deje
de tener acuerdo que es después de todo lo que va escrito en este libro y en lo
que ahora me tiene el Señor.
Digo que estos ímpetus es después de las mercedes que
aquí van, que me ha hecho el Señor (36).
16. Estando yo a los principios con temor (como me
acaece casi en cada merced que me hace el Señor, hasta que con ir adelante Su
Majestad asegura), me dijo que no temiese y que tuviese en más esta merced que
todas las que me había hecho; que en esta pena se purificaba el alma, y se
labra o purifica como el oro en el crisol (37), para poder mejor poner los
esmaltes de sus dones, y que se purgaba allí lo que había de estar en
purgatorio.
Bien entendía yo era gran merced, mas quedé con mucha
más seguridad, y mi confesor me dice que es bueno. Y aunque yo temí, por ser yo
tan ruin, nunca podía creer que era malo; antes, el muy sobrado bien me hacía
temer, acordándome cuán mal lo tengo merecido. Bendito sea el Señor que tan bueno
es. Amén.
17. Parece que he salido de propósito, porque comencé
a decir de arrobamientos y esto que he dicho aun es más que arrobamiento, y así
deja los efectos que he dicho (38).
18. Ahora tornemos a arrobamiento, de lo que en ellos
es más ordinario.
Digo que muchas veces me parecía me dejaba el cuerpo
tan ligero, que toda la pesadumbre de él me quitaba, y algunas era tanto, que
casi no entendía poner los pies en el suelo. Pues cuando está en el
arrobamiento, el cuerpo queda como muerto, sin poder nada de sí muchas veces, y
como le toma se queda: si en pie, si sentado, si las manos abiertas, si
cerradas (39). Porque aunque pocas veces se pierde el sentido, algunas me ha
acaecido a mí perderle del todo, pocas y poco rato. Mas lo ordinario es que se
turba y aunque no puede hacer nada de sí cuanto a lo exterior, no deja de
entender y oír como cosa de lejos.
No digo que entiende y oye cuando está en lo subido
de él (digo subido, en los tiempos que se pierden las potencias, porque están
muy unidas con Dios), que entonces no ve ni oye ni siente, a mi parecer; mas,
como dije en la oración de unión pasada (40), este transformamiento del alma
del todo en Dios dura poco; mas eso que dura, ninguna potencia se siente, ni
sabe lo que pasa allí.
No debe ser para que se entienda mientras vivimos en
la tierra, al menos no lo quiere Dios, que no debemos ser capaces para ello. Yo
esto he visto por mí.
19. Diráme vuestra merced que cómo dura alguna vez
tantas horas el arrobamiento, y muchas veces. Lo que pasa por mí es que como
dije en la oración pasada (41) gózase con intervalos. Muchas veces se engolfa
el alma o la engolfa el Señor en sí, por mejor decir, y teniéndola así un poco,
quédase con sola la voluntad. Paréceme es este bullicio de estotras dos
potencias como el que tiene una lengüecilla de estos relojes de sol, que nunca
para; mas cuando el sol de justicia (42) quiere, hácelas detener.
Esto digo que es poco rato. Mas como fue grande el
ímpetu, y levantamiento de espíritu, y aunque éstas tornen a bullirse, queda
engolfada la voluntad, hace, como señora del todo, aquella operación en el
cuerpo; (43) porque, ya que las otras dos potencias bullidoras la quieren
estorbar, de los enemigos los menos: no la estorben también los sentidos; y así
hace que estén suspendidos, porque lo quiere así el Señor. Y por la mayor parte
están cerrados los ojos, aunque no queramos cerrarlos; y si abiertos alguna
vez, como ya dije (44), no atina ni advierte lo que ve.
20. Aquí es mucho menos lo que puede hacer de sí,
para que cuando se tornaren las potencias a juntar no haya tanto que hacer. Por
eso, a quien el Señor diere esto, no se desconsuele cuando se vea así atado el
cuerpo muchas horas, y a veces el entendimiento y memoria divertidos. Verdad es
que lo ordinario es estar embebidas en alabanzas de Dios o en querer comprender
y entender lo que ha pasado por ellas; y aun para esto no están bien
despiertas, sino como una persona que ha mucho dormido y soñado, y aún no acaba
de despertar.
21. Declárome tanto en esto, porque sé que hay ahora,
aun en este lugar (45), personas a quien el Señor hace estas mercedes, y si los
que las gobiernan no han pasado por esto, por ventura les parecerá que han de
estar como muertas en arrobamiento, en especial si no son letrados, y lastima
lo que se padece con los confesores que no lo entienden, como yo diré después
(46). Quizá yo no sé lo que digo. Vuestra merced lo entenderá, si atino en
algo, pues el Señor le ha ya dado experiencia de ello, aunque como no es de
mucho tiempo, quizá no habrá mirádolo tanto como yo.
Así que, aunque mucho lo procuro, por buenos ratos no
hay fuerza en el cuerpo para poderse menear; todas las llevó el alma consigo.
Muchas veces queda sano que estaba bien enfermo y lleno de grandes dolores y
con más habilidad, porque es cosa grande lo que allí se da, y quiere el Señor
algunas veces como digo lo goce el cuerpo, pues ya obedece a lo que quiere el
alma. Después que torna en sí, si ha sido grande el arrobamiento, acaece andar
un día o dos y aun tres tan absortas las potencias, o como embobecida (47), que
no parece anda en sí.
22. Aquí es la pena de haber de tornar a vivir. Aquí
le nacieron las alas para bien volar. Ya se le ha caído el pelo malo (48). Aquí
se levanta ya del todo la bandera por Cristo, que no parece otra cosa sino que
este alcaide de esta fortaleza se sube o le suben a la torre más alta a
levantar la bandera por Dios. Mira a los de abajo como quien está en salvo. Ya
no teme los peligros, antes los desea, como quien por cierta manera se le da
allí seguridad de la victoria. Vese aquí muy claro en lo poco que todo lo de
acá se ha de estimar y lo nonada que es. Quien está de lo alto, alcanza muchas
cosas. Ya no quiere querer, ni tener libre albedrío no querría (49), y así lo
suplica al Señor. Dale las llaves de su voluntad.
Hele aquí el hortelano hecho alcaide (50). No quiere
hacer cosa, sino la voluntad del Señor, ni serlo él de sí (51) ni de nada ni de
un pero de esta huerta, sino que, si algo bueno hay en ella, lo reparta Su
Majestad; que de aquí adelante no quiere cosa propia, sino que haga de todo
conforme a su gloria y a su voluntad.
23. Y en hecho de verdad pasa así todo esto, si los
arrobamientos son verdaderos, que queda el alma con los efectos y
aprovechamiento que queda dicho. Y si no son estos, dudaría yo mucho serlos de
parte de Dios, antes temería no sean los rabiamientos que dice San Vicente
(52). Esto entiendo yo y he visto por experiencia: quedar aquí el alma señora
de todo y con libertad en una hora y menos, que ella no se puede conocer. Bien
ve que no es suyo, ni sabe cómo se le dio tanto bien, mas entiende claro el
grandísimo provecho que cada rapto de estos trae (53).
No hay quien lo crea si no ha pasado por ello; y así
no creen a la pobre alma, como la han visto ruin y tan presto la ven pretender
cosas tan animosas; porque luego da en no se contentar con servir en poco al
Señor, sino en lo más que ella puede. Piensan es tentación y disparate. Si
entendiesen no nace de ella sino del Señor a quien ya ha dado las llaves de su
voluntad, no se espantarían.
24. Tengo para mí que un alma que allega a este
estado, que ya ella no habla ni hace cosa por sí, sino (54) que de todo lo que
ha de hacer tiene cuidado este soberano Rey. ¡Oh, válgame Dios, qué claro se ve
aquí la declaración del verso, y cómo se entiende tenía razón y la tendrán
todos de pedir alas de paloma! (55) Entiéndese claro es vuelo el que da el
espíritu para levantarse de todo lo criado, y de sí mismo el primero; mas es
vuelo suave, es vuelo deleitoso, vuelo sin ruido.
25. ¡Qué señorío tiene un alma que el Señor llega
aquí, que lo mire todo sin estar enredada en ello! ¡Qué corrida está del tiempo
que lo estuvo! ¡Qué espantada de su ceguedad! ¡Qué lastimada de los que están
en ella, en especial si es gente de oración y a quien Dios ya regala! Querría
dar voces para dar a entender qué engañados están, y aun así lo hace algunas
veces, y lluévenle en la cabeza mil persecuciones. Tiénenla por poco humilde y
que quiere enseñar a de quien (56) había de aprender, en especial si es mujer.
Aquí es el condenar y con razón, porque no saben el ímpetu que la mueve, que a
veces no se puede valer, ni puede sufrir no desengañar a los que quiere bien y
desea ver sueltos de esta cárcel de esta vida (57), que no es menos ni le
parece menos en la que ella ha estado.
26. Fatígase del tiempo en que miró puntos de honra y
en el engaño que traía de creer que era honra lo que el mundo llama honra; ve
que es grandísima mentira y que todos andamos en ella; entiende que la verdadera
honra no es mentirosa, sino verdadera, teniendo en algo lo que es algo, y lo
que no es nada tenerlo en nonada, pues todo es nada y menos que nada lo que se
acaba y no contenta a Dios.
27. Ríese de sí, del tiempo que tenía en algo los
dineros y codicia de ellos, aunque en ésta nunca creo y es así verdad confesé
culpa; harta culpa era tenerlos en algo. Si con ellos se pudiera comprar el
bien que ahora veo en mí, tuviéralos en mucho; mas ve que este bien se gana con
dejarlo todo. ¿Qué es esto que se compra con estos dineros que deseamos? ¿Es
cosa de precio? ¿Es cosa durable? ¿O para qué los queremos? Negro descanso se
procura, que tan caro cuesta. Muchas veces se procura con ellos el infierno y
se compra fuego perdurable y pena sin fin. ¡Oh, si todos diesen en tenerlos por
tierra sin provecho, qué concertado andaría el mundo, qué sin tráfagos! (58)
¡Con qué amistad se tratarían todos si faltase interés de honra y de dineros!
Tengo para mí se remediaría todo.
28. Ve de los deleites tan gran ceguedad, y cómo con
ellos compra trabajo, aun para esta vida, y desasosiego. ¡Qué inquietud! ¡Qué
poco contento! ¡Qué trabajar en vano!
Aquí no sólo las telarañas ve de su alma y las faltas
grandes, sino un polvito que haya, por pequeño que sea, porque el sol está muy
claro; y así, por mucho que trabaje un alma en perfeccionarse, si de veras la
coge este Sol, toda se ve muy turbia. Es como el agua que está en un vaso, que
si no le da el sol está muy claro; si da en él, vese que está todo lleno de
motas. Al pie de la letra es esta comparación. Antes de estar el alma en este
éxtasis, parécele que trae cuidado de no ofender a Dios y que conforme a sus
fuerzas hace lo que puede; mas llegada aquí, que le da este sol de justicia
(59) que la hace abrir los ojos, ve tanta motas, que los querría tornar a
cerrar; porque aún no es tan hija de esta águila caudalosa, que pueda mirar
este sol de en hito en hito; (60) mas, por poco que los tenga abiertos, vese
toda turbia. Acuérdase del verso que dice; ¿Quién será justo delante de Ti? (61).
29. Cuando mira este divino sol, deslúmbrale la
claridad. Como se mira a sí, el barro la tapa los ojos: ciega está esta
palomita. Así acaece muy muchas veces quedarse así ciega del todo, absorta,
espantada, desvanecida de tantas grandezas como ve.
Aquí se gana la verdadera humildad, para no se le dar
nada de decir bienes de sí, ni que lo digan otros. Reparte el Señor del huerto
la fruta y no ella, y así no se le pega nada a las manos. Todo el bien que
tiene va guiado a Dios. Si algo dice de sí, es para su gloria. Sabe que no
tiene nada él (62) allí y, aunque quiera, no puede ignorarlo, porque lo ve por
vista de ojos, que, mal que le pese, se los hace cerrar a las cosas del mundo,
y que los tenga abiertos para entender verdades.
NOTAS CAPÍTULO 20
El tema del capítulo puede
formularse con la palabra "éxtasis". Dentro del estado místico (=
unión: cuarta agua), se produce un fenómeno exaltante: arrobamiento o éxtasis.
La exposición pasa de lo doctrinal a lo autobiográfico y testifical: es la situación
que está viviendo "ahora" (nn. 9 y 12). Lugares paralelos en sus
escritos: Moradas 6, cc. 4-5; Conceptos c. 6; Rel. 5, 7-11; los textos
cronológicamente más cercanos a Vida son: Rel. 1, 2 s.; Rel. 3, 10. Por esas
fechas escribió uno de los letrados asesores de la Santa un
"Dictamen" sobre ella: "En oyendo hablar a Dios con devoción y
fuerza, se suele arrebatar muchas veces, y con procurar resistir, no puede, y
queda entonces tal a los que la ven, que pone grandísima devoción" (BMC,
t. 2, p. 132).
1 En el autógrafo está borrada esta
última cláusula por uno de los letrados asesores.
2 Nueva insinuación de que la autora
recurre a la nomenclatura usada por los autores espirituales. - Merece ser
recordado aquí el elogio que de esta doctrina teresiana hace SAN JUAN DE LA
CRUZ: "Lugar era éste conveniente para tratar de las diferencias de raptos
y éxtasis y otros arrobamientos y sutiles vuelos de espíritu que a los
espirituales suelen acaecer. Mas, porque mi intento no es sino declarar
brevemente estas canciones..., quedarse ha para quien mejor lo sepa tratar que
yo, y porque también la bienaventurada Teresa de Jesús, nuestra Madre, dejó
escritas de estas cosas de espíritu admirablemente, las cuales espero en Dios
saldrán presto impresas a la luz". (Cántico A 12, 6, pasaje trasladado
intacto al Cántico B 13, 7). - De hecho el propio San Juan de la Cruz había
promovido la edición de las obras de la Santa en el Definitorio de 1 de
septiembre de 1586 (cf. JERONIMO DE SAN JOSÉ, Historia del Carmen Descalzo, t.
I, L. 5, c. 13, p. 878 s.).
3 El sentido es: "así"
como estotros fines (arrobamiento, vuelo de espíritu, etc.) son en más alto
grado, así hacen efectos más aventajados que la simple unión.
4 Recuérdense los testimonios del c.
16, 2 y 18, 14.
5 La "cuarta agua" de que
tratan estos cc. 18-21. Cf. c. 18, 1.19; c. 19, 1.
6 La frase entre paréntesis fue
añadida por la Santa al margen del autógrafo. Fray Luis la omitió (p. 225).
7 Acá: en los arrobamientos.
8 Aguila caudalosa: águila caudal.
9 Lo que queda dicho: alude a las
gracias místicas de los cc. anteriores. - Arriscar: arriesgar (cf. 16, 7-8).
10 Tener: equivale a detener o
sostener (como en el n. 7).
11 Haber mucha nota: llamar la
atención. Quizás con cierta connotación negativa: "nota" en
Cobarruvias, indica "infamia en alguna persona". - Después que tengo
el oficio de priora: en el carmelo de San José de Avila, es priora desde
principios de 1563.
12 Fiesta de la vocación: fiesta de
la advocación o titular de la casa, "San José" (véase el mismo
vocablo en Fund. pról. n. 5). - La gracia mística aquí insinuada por la Santa
se identifica, muy probablemente, con una de las dos descritas en el Proceso de
Avila por la M. Petronila Bautista: "Otra vez, estando el padre fray
Domingo Báñez, dominico, grave religioso y catedrático de la Universidad de
Salamanca y confesor de la Santa Madre, haciendo una plática a las religiosas
de este convento al locutorio, la santa Madre se quedó arrobada; y el dicho
Padre se quitó la capilla, y dejó la plática y puso gran silencio hasta que
volvió en sí, y así lo oyó decir luego que esta declarante entró en este
convento... Tuvo muchos arrobamientos en diversas partes, y uno fue tan grande,
día del bienaventurado San José, estando oyendo misa a la red del coro de este
convento, que sintiendo ella que la parecía que la levantaban, se asió a la red
del coro y dijo a una hermana que la tuviese, procurando no se echase de ver, y
más por estar allí una persona muy espiritual que tenía licencia de Su Santidad
para poder entrar en este convento, y entonces esta persona estaba junto a la
Santa Madre" (BMC. t. 19, p. 582).
13 Andar en tanta cuenta: andar con
tantas cautelas y cuidados.
14 Hace poco que han cesado las
formas exteriores del éxtasis. Escribe a fines de 1565 (2ª redacción de Vida).
Volvió a tenerlos más tarde: cf. Rel. 15 (éxtasis de Salamanca, 1571), Rel. 35
(comunión de manos de san Juan de la Cruz, 1572) y carta a Lorenzo de Cepeda:
17.1.1577, poco antes de escribir las Moradas.
15 Lo uno: en primer lugar. (Seguirá
la enumeración de "efectos" en los nn. 8 y 9). - El enunciado
inicial: "son grandes los efectos (del éxtasis) en aquellos a quienes el
Señor hace esta gracia".
16 Porque: equivale a
"por".
17 Espeluza: como despeluza o
espeluzna (cf. 38, 19; y 39, 3).
18 Estas dos cosas, había escrito la
Santa, aludiendo al "desasimiento extraño" (n. 8) y a la
"pena" (n. 9). Luego borró la palabra "dos", dando mayor
alcance a la afirmación. - De visiones y revelaciones, escribirá en los cc. 27,
28, 29, 32, 38, 39, 40.
19 De estos ímpetus grandes hablará
en el c. 29, 8-14.
20 Lo ha dicho en este mismo número:
"pena que no la podamos traer a nosotros", es decir no la podamos
inducir.
21 No se sabe: así en el autógrafo.
La deformación de la edición facsímil (1873) ha provocado en los editores la
falsa lectura "me se sabe". Fray Luis leyó correctamente:
"no" (p. 230).
25 Lo ha dicho en el n. 9.
26 Ya lo ha afirmado en el c. 16, 5.
27 Sigue dialogando con el P. García
de Toledo. Y luego los nn. 15 y 19. - Nótese la hondura de la confidencia. El
diálogo apunta igualmente a lo hondo de la vida del P. García (ver la alusión
del n. 21).
28 Morir/padecer: tema persistente
hasta el final del libro: c. 40, 20. El sujeto le puede mal llevar: el físico,
o la persona, apenas lo puede soportar ("sujeto": como "nuestro
natural" del n. 4).
29 Los pulsos... las canillas: los
latidos... las articulaziones. - Comentando este pasaje de la Santa, escribe el
"Diccionario de Autoridades": "También se llama canillas a los
huesos de que se compone el brazo, desde la espaldilla hasta la mano".
30Descoyuntado: como tras el
paroxismo de sus años jóvenes (cf. c. 6, 1).
31 Lo repetirá en Moradas 6, 11, 11.
32 Puntuación dudosa. Fray Luis
cierra la frase en "creer" (p. 133).
33 Divertirse: distraerse.
34 Muy de valor: muy valioso.
35 Desde fray Luis los editores han
leido: "que viene de su mano" (p. 234). - Alude a lo dicho en el n. 9
(nota 20).
36 Toda esta frase fue añadida por la
Santa al margen de su autógrafo. Fray Luis la retocó para introducirla en el
texto (p. 235). - Recuérdese que está escribiendo en 1565.
37 Frase tópica, de origen bíblico:
Prov. 27, 21; Sab. 3, 6.
38 Comenzó a decir de arrobamientos
en el n. 1..., hasta tratar de la levitación corporal en el n. 6: y esto que he
dicho -el "desasimiento extraño" y "la pena infusa"- en los
nn. 9-16. - En el n. siguiente reanudará el tema de la "levitación".
39 Elipsis: "si en pie le toma,
en pie se queda, etc. - Fray Luis leyó equivocadamente: "y como le toma se
queda siempre, si tentado..." (p. 236), seguido por todos los editores.
40 En el c. 18, 12.
41 Ib. - La frase siguiente:
"muchas veces se engolfa el alma" -en suspensión de todas las
potencias- un poco de tiempo, y luego sigue suspendida "sola la
voluntad".
42 Sol de justicia: expresión
bíblica (Mal 4, 2), incorporada a la liturgia navideña.
43 La voluntad hace aquella
operación en el cuerpo: la suspensión de las funciones somáticas y la ligereza
de la levitación de que habló en el n. 18.
44 En el c. 18, n. 10.
45 En este lugar: en Avila.
46 Lo tratará en los cc. 23 y 24.
47 Como embobecida: como aturdida.
En el resto del libro preferirá la expresión "como embobada" (cf. 25,
4; 29, 14; 34, 11; 37, 7; 38, 11).
48 Regresa de nuevo a la
"avecica", imagen del alma (c. 13, 2; 18, 9).
49 Por los acostumbados escrúpulos
teológicos, Báñez tachó en el autógrafo: "libre albedrío no querría",
y lo sustituyó por "otra voluntad, sino hacer la de nuestro Señor".
Fray Luis acogió la corrección de Báñez (p. 239). - Estaba de por medio la
contienda entre católicos y protestantes sobre el "de libero (o "de
servo") arbitrio". Y quizás la sombra de los alumbrados.
50 Hortelano / alcaide: la Santa
funde las dos imágenes del "huerto" y de la "fortaleza
militar" (c. 18, 4). "Alcaide es el castellano de un castillo o
fuerza con gente y guarnición" (Cobarruvias).
51 Ni ser él señor de sí...
52 En el Tractatus de vita
spirituali escribió San Vicente Ferrer: "Et scias pro certo quod maior
pars raptuum, immo rabierum, nuntiorum antichristi venit per istum modum"
(c. 14). "...abhorreas earum visionem... tamquam stultas dementias et
eorum raptus sicut rabiamenta" (c. 15. Cito por la edición de la B.A.C.,
1956, pp. 517 y 519). La Santa pudo leer estos pasajes en la edición castellana
publicada por Cisneros (Toledo, 1515). El mismo juego de palabras
("arrobamientos como si tuvieran rabiamientos") pudo leerlo en OSUNA,
Tercer Abecedario, t. 5, c. 2.
53 Rapto: como éxtasis (cf. 21, 8).
Término de procedencia bíblica (2 Cor 12, 2: rapto de San Pablo, que ella
recordará más adelante (38, 1).
54 Que ya ella... sino que: frase
borrada en el autógrafo, quizás por el mismo P. Báñez, cuya corrección anterior
(n. 22, nota 49) hacía que se repitiese esta frase tres veces casi seguidas.
Fray Luis reprodujo fielmente el autógrafo (p. 241).
55 La declaración del verso: el
significado del versículo que cita a continuación, del Salmo 54, 7.
56 Es decir: quiere enseñar "a
aquellos" de quienes había de aprender.
57 Recurre nuevamente la imagen de
"vida-cárcel" (cf. 16, 8, nota 28; y en el c. 21, 6). - Aquí con
probable reminiscencia del texto de San Pablo (Rom. 7, 27: cuerpo-cárcel),
alegado expresamente en c. 21, 6.
58 Qué sin tráfagos: cuán sin
enredos, con cuánta quietud. "Tráfago... es término de mercaderes y vale
tanto como trato, comercio" (Cobarruvias). En Vida, cf. 21, 1.
59 Sol de justicia: Dios. Imagen
bíblica (Mal 4, 2). Cf. n. 19, nota 42.
60 Probable alusión a la fábula
popular del águila real (imagen utilizada en el n. 3) que enseña a sus
polluelos a mirar fijamente al sol (Cf. L. DE GRANADA, Introducción al Símbolo
de la fe, l. I, c. 17. - Obras, t. 5, Madrid 1908, p. 158).
61 Verso (versículo) del Salmo 142,
2.
62 El: el hortelano o el alma de la frase anterior.